El estado de excepción en Ecuador se ha prorrogado hasta el 7 de abril para frenar la violencia vinculada al narcotráfico. Socio Vivienda, símbolo de los barrios populares abandonados por el Estado, se ha convertido en Guayaquil en un caldo de cultivo del crimen organizado. En medio de bandas armadas, solo la Iglesia católica intenta reactivar el tejido social.
Fuente: es.la-croix.com
Por William Gazeau, en Guayaquil (Ecuador)
04/04/2024
Su sotana negra no pasa desapercibida entre las pequeñas casas grises de bloques de hormigón. Como de costumbre, el padre Lenin Alvarado pasea por las estrechas calles de Socio Vivienda. Los niños le saludan mientras sus padres asoman la cabeza fuera para observar la escena. El sacerdote se acerca a los adultos y les dice: "Nunca he visto a su hija en el comedor. Deberían decirle que venga. Le daremos algo de comer".
El comedor de la parroquia Álvaro del Portillo abre todos los mediodías de lunes a viernes. Atiende a 144 niños de entre 5 y 12 años. "Mis hijos comen aquí todos los días", dice Gladys, mientras que el padre Lenin señala que "muchas familias no pueden permitirse alimentar adecuadamente a sus hijos". En Socio Vivienda, barrio relegado de la periferia noroccidental de Guayaquil, la gran metrópoli ecuatoriana, la Iglesia católica toma el relevo de las familias y, sobre todo, del Estado.
Un refugio
El padre Lenin Alvarado se mudó a Socio Vivienda en 2017. En ese entonces, la iglesia que ahora domina los tres sectores del barrio estaba en construcción. "La parroquia se creó en 2015, tras la visita del papa Francisco", relata. "La diócesis donó parte de la estructura que sirvió para recibirlo para construir nuestra iglesia." Desde entonces, la comunidad de fieles crece año tras año, en un país donde casi el 80% de la población se identifica como católica.
En Socio Vivienda, la iglesia del padre Lenin es vista como un refugio en un barrio asolado por el crimen organizado. El 8 de marzo, el estado de emergencia se prorrogó treinta días más, hasta el 7 de abril, en un intento de frenar la violencia vinculada al narcotráfico. Esto no impidió el asesinato de la alcaldesa de un pueblo costero.
Inaugurado en 2012, Socio Vivienda nació de una propuesta del presidente de izquierdas Rafael Correa. "La idea era proporcionar viviendas a personas desfavorecidas del sur de la ciudad", explica el sacerdote. "Pero una vez construidas las casas, no hubo apoyo de las autoridades públicas, y la zona quedó marginada". Las bandas, incluidas las que ocuparon los titulares de la prensa ecuatoriana e internacional a principios de enero tras la fuga de prisión de Adolfo Macías, alias "Fito", líder de los Choneros, han encontrado un terreno fértil para sus actividades ilícitas.
Frente al aumento de la violencia, solo ha quedado la Iglesia católica, que está impulsando una ola de solidaridad. De visita en el tercer sector del barrio, el sacerdote anotó en su cuaderno las quejas de sus feligreses. Algunos se quejaban de las dificultades administrativas para obtener ayuda social; otros le preguntaban si le quedaban semillas de hortalizas para plantar en sus jardines. Avergonzado, el padre Lenin responde a veces que esos problemas no son de su competencia.
La fe como unión social
La presencia de grupos armados complica la tarea del sacerdote. "Algunos de los niños que vienen al catecismo o al comedor tienen padres o hermanos pandilleros", admite. A diferencia de otros sacerdotes de la diócesis, el padre Lenin no quiere hacer de mediador entre las bandas, los vecinos y las autoridades. "La Iglesia no toma partido por nadie. Está ahí para reforzar los lazos entre los fieles", explica.
Debajo de la iglesia, una casa decrépita alberga un pequeño centro de actividades dirigido por la Fundación Don Bosco. El centro acoge a 120 niños. Eduardo Baidat, el educador, admite que "es un reto trabajar aquí". Intenta "ocupar su tiempo libre de forma positiva", con juegos, talleres de arte y clases particulares, pero el poder de atracción de las bandas sigue siendo fuerte.
Los dos hombres comparten la misma visión: frente a una comunidad fracturada, la fe católica debe ser el motor de la transformación del barrio. No olvidan las dificultades reales a las que se enfrentan los residentes, a menudo en paro, y piden a las autoridades públicas que inviertan en la zona, aparte de enviar a los soldados que patrullan allí desde hace varias semanas. "Si no respaldan esta acción enérgica con una verdadera política social", afirma el Padre Lenin, "el alivio solo será temporal".
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Un descenso a los infiernos
Ecuador, antaño uno de los países más pacíficos de la región, se encuentra ahora bajo el yugo de bandas criminales que compiten por las rutas del tráfico de cocaína. La tasa de homicidios ha pasado de 6 por cada 100 000 habitantes en 2018 a la cifra récord de 43 por cada 100 000 en 2023.
En enero, el presidente Daniel Noboa declaró a la nación en estado de guerra tras un brote de violencia de bandas criminales que dejó una veintena de muertos, explosiones y más de 200 secuestros. A pesar del estado de excepción vigente desde principios de año, la violencia no cesa. El Jefe de Estado, en el poder desde noviembre, ha convocado un referéndum para el 21 de abril para consultar a los ecuatorianos sobre la conveniencia de reforzar las medidas de lucha contra el narcotráfico.
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