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Por Jordi Llisterri i Boix.
Mar, 28/04/2020
en Laeto animo
Me
van a perdonar que conteste en abierto un correo que hemos recibido estos días
en la redacción. "Primero gracias por vuestro esfuerzo para seguir
informando en tiempo de confinamiento. Como rector y sacerdote me llegan quejas
y críticas contra las instituciones eclesiales por la falta de respuesta
convincente al reto del coronavirus (que ha faltado solidaridad en abrir
espacios a gente sin hogar y familias con problemas, que los hospitales han
ofrecido los espacios a enfermos y nosotros hemos mantenido cerradas
residencias, colegios mayores, que las entidades deportivas han ofrecido sus
espacios mientras que los centros concertados han cerrado sus espacios
deportivos ...) y no sé muy bien qué responder. Es cierto que Cáritas y algunas
parroquias y obispados catalanes han hecho algo, pero la difusión ha sido
escasa. Os propongo que alguien de la redacción haga un trabajo periodístico
donde se recojan las acciones eclesiales -a nivel de Cataluña- para poder
ofrecer una respuesta documentada a todas estas críticas ".
Pues
bien, padre, tiene toda razón. Pero vayamos por partes.
Lo
esencial debe contestarse con una pregunta. Antes de criticar la falta de
respuesta eclesial preguntarse cada uno: "¿Qué he hecho para responder al
coronavirus?" Si primero nos contestamos honestamente esta pregunta,
quizás ya hemos respondido al resto de cuestiones. Y tampoco hay que ser muy
exigentes en la respuesta. La situación era tan nueva que quizás no hemos
acertado. Ni los de arriba sabían muy bien qué hacer. Pero lo importante es si
hemos hecho algo.
En
las decenas de artículos que hemos publicado
sobre la reacción a la crisis del coronavirus verá algunas respuestas. Estamos
en casa, pero eso no quiere decir que estemos encerrados en casa.
No
se puede hacer un juicio general sobre cómo se ha reaccionado desde la Iglesia.
Como siempre va por barrios. Hay críticas desde fuera y tampoco ayudan los que
dentro de la Iglesia llevan las anteojeras de caballo y sólo braman para que se
vuelva a decir misa pública.
Pero
en general creo que ha habido una respuesta. Desde el ámbito parroquial o
comunitario a menudo la edad de algunos de sus responsables lo ha dificultado.
Es muy fácil enviar cosas por WhatsApp si tienes un grupo de WhatsApp con los
contactos de la parroquia y todos los feligreses conectados. No siempre era así
antes de la crisis. Pero como en tantos otros sectores se ha hecho un reciclaje
acelerado. Además de las misas por internet, se está manteniendo mucha vida
comunitaria a través de grupos virtuales. Cada día tenemos que hacer alguna
actualización en la lista de servicios religiosos virtuales. También pasó
durante la Pascua.
Y cuando las redes virtuales no llegaban, ha continuado funcionando el teléfono
para hacer el acompañamiento personal de la gente sola y que está sufriendo.
Creo que esto lo están haciendo la mayoría de sacerdotes, religiosos,
religiosas o gente de misa, aunque tengan 70 años y estén en su casa. En casa
pero no encerrados.
Habría
que añadir aquí la atención personal que han dado las personas que están en los
servicios religiosos de los hospitales y los ministros de culto que han
acompañado a las familias en la soledad de los enterramientos. Un cura de un
hospital me contaba un dilema moral en el momento más grave de la crisis. Si
hay escasez de los famosos EPIs para los sanitarios, ¿tenemos que gastar uno
los curas para administrar un sacramento? Lo pongo como muestra de que a veces
hay que tener presentes todos los elementos antes de juzgar.
La
solidaridad no ha cerrado
Sobre la falta de solidaridad, creo que es bastante injusto. La red territorial de Cáritas (que recordemos que existe porque existen las parroquias) no se ha cansado de repetir estos días que las demandas básicas de primera necesidad se han multiplicado por tres. Y a pesar de que muchos de los voluntarios jubilados han tenido que cerrar en casa, no se ha cerrado.
A
esta tarea más visible y organizada de Cáritas hay que sumar las iniciativas
solidarias locales o parroquiales. Y muchas de las iniciativas de barrio o de
vecinos que hay, alguna vez están bajo el paraguas de la Iglesia y muchas veces
impulsadas por gente que además de tener buena fe también es gente de Iglesia.
Lo
más destacable de estas iniciativas ¿sabe qué es, padre? Que la mayoría de
veces da respuesta a la gente que está fuera de los circuitos sociales de la
administración y que no entran en la letra pequeña de un Real Decreto. Pero es
más difícil hacer una estadística y por tanto una noticia.