Fuente: El Diario Vasco
Jesús Martínez Gordo
30/06/2022
AFP
La reciente sentencia del Tribunal Supremo de EEUU revocando la histórica decisión de 1973 Roe vs Wade por la que se prohibía vetar el aborto en todo el país hasta que el feto pudiera vivir fuera del útero (entre 23 y 24 semanas) deja en manos de cada Estado regularlo como quiera y reabre el debate sobre la consistencia racional y moral de lo que se ha llamado el “derecho al aborto”.
No es novedad alguna que la “sensibilidad de derechas” prefiera defender (a veces, hasta apasionadamente) el derecho a la vida del no-nacido o del “nasciturus” sin dejar de mirar a otro lado u oponerse frontalmente a las iniciativas y decisiones que buscan garantizar la posibilidad de una existencia medianamente digna a los ya nacidos y, concretamente, a los más pobres y necesitados. Tal es el caso, por ejemplo, de las críticas que, como una especie de eterno “ritornello”, hay que escuchar de ellos en el País Vasco sobre la Renta de Garantía de Ingresos (RGI). Sin negar que este mecanismo de solidaridad con los más necesitados es mejorable y que no está exento de la picaresca (más allá de que se sea nacional o extranjero), es incuestionable que a la “sensibilidad de derechas” no le gusta nada dicha Renta de Garantía de Ingresos ni la apuesta que canaliza por avalar un mínimo vital básico a todas las personas y familias que no disponen de recursos económicos suficientes. He aquí un ejemplo en el que la derecha, siendo formalmente solidaria con los “no-nacidos”, muestra su rostro insolidario y beligerante con los vivientes.