sábado, 30 de enero de 2016

Y van...



 Por  Sebas García Trujillo
en DEIA, 30/01/16


CONSTE, antes de nada, que soy un entusiasta del Papa Francisco. En poco tiempo ha impulsado un apreciable giro en la Iglesia católica hacia posiciones que yo creo son más evangélicas que las anteriores y cuya toma de decisión me parecía había de resultarle mucho más larga y costosa que la que él ha sido capaz de asumir. Y lo ha hecho, además, pese a las trabas que en no pocas ocasiones le está poniendo una curia anquilosada desde hace años y reforzada en su integrismo durante los dos últimos pontificados.

Este entusiasmo templado mío no me impide reconocer que ciertos cambios que muchos católicos percibimos como urgentes en la Iglesia se estén demorando demasiado. He de reconocer, sin embargo, que pilotar la nave de la Iglesia católica exige a su timonel no poca prudencia para que la comunión entre sus fieles —cardenales y obispos incluidos— no se resienta demasiado, con riesgo, incluso, de saltar hecha pedazos. No obstante, hay que reconocer que esta prudencia está prolongando el sufrimiento de no pocos fieles (el caso de ciertos divorciados, por ejemplo) y un alto número de abandonos en la Iglesia católica.

Los cristianos no debiéramos olvidar que tan importante como la comunión entre los fieles es que la salvación aportada por Jesús llegue a ser experimentada lo antes y lo más ampliamente posible por todo ser humano de buena voluntad (et in terra pax hominibus, bonae voluntatis); lo que en mi opinión no está sucediendo en la actualidad con la intensidad que debiera, entre otras muchas causas, por la torpeza de algunos cristianos y por la falta de respuestas adecuadas de estos a la actual problemática de los seres humanos.


Este exordio viene como anillo al dedo para expresar algunas reflexiones personales con motivo del reciente nombramiento del obispo de Vitoria-Gasteiz. Muchos católicos que esperábamos que el Papa Francisco potenciara una nueva manera más participativa y abierta para efectuar la elección de los obispos hemos experimentado una nueva decepción. Y van…

Y es que las diócesis vascas, con ciertos altibajos, fuimos pioneras en el seguimiento y puesta en práctica del Concilio Vaticano II, como han reconocido durante años la mayoría de los expertos que nos han visitado o han analizado las conclusiones y puesta en práctica de la Asamblea Diocesana en la diócesis de Bilbao entre 1984-87, que supo leer los signos de los tiempos con una dosis de sabiduría y espíritu evangélicos que se venía fraguando entre nosotros desde muchos años atrás (el seminario de Vitoria ha sido reconocido como uno de los mejores y más abiertos de Europa en la primera mitad del siglo XX).

viernes, 29 de enero de 2016

Misericordia en la pantalla




“FRANCISCO, EL PADRE JORGE”

Dirección: Beda Docampo Feijoo. Guión: Beda Docampo Feijóo César Gómez Copello (Libro: Elisabetta Pique). País: Argentina, España. Año 2015. Música: Federico Jusid. Fotografía: Kiko de la Rica. Intérpretes: Darío Grandinetti, Silvia Abascal, Leticia Brédice, Carlos Hipólito, Alejandro Awada, Jorge Marrale, Emilio Gutiérrez Caba.



La edición en dvd del film “Francisco, el padre Jorge” es una buena ocasión para ver esta sorprendente película que intenta profundizar en la vida del santo padre Francisco.

La práctica totalidad de los papas que ha habido tras la segunda Gran Guerra han tenido su reflejo en la pantalla. Con mayor o menor acierto, la vida de los pontífices ha sido tan intensa que ha merecido la atención de directores de cine y televisión que han narrado las aventuras humanas y espirituales de hombres tan significativos. Incluso la vida del papa Juan Pablo I, que tuvo un pontificado brevísimo, fue llevada a la televisión por Giorgio Capitani en “La sonrisa de Dios” (2016).

Ha habido, no obstante algo común a todos estos films, todos ellos se ha hecho una vez sus protagonistas reales, los papas, ya habían muerto. En “Francisco, el padre Jorge” no ocurre lo mismo. Su director, Beda Docampo, tiene la osadía de hacer un film sobre Francisco cuando éste está en la plenitud de su pontificado.

Utilizando como excusa la investigación que una periodista española (Silvia Abascal) hace del cardenal Bergoglio, el film va recorriendo la vida del padre Jorge (Darío Grandinetti). La historia comienza con la adolescencia y juventud de Jorge, su descubrimiento de la vocación religiosa, sus renuncias y sus primeros tiempos de ministerio sacerdotal. Apremiado por todo lo que quiere contar, esta primera parte del film es algo farragosa; las escenas se suceden una tras otras sin solución de continuidad. Beda Docampo quiere explicar muchas cosas y tiene poco tiempo: el compromiso por los pobres, el enfrentamiento con las autoridades, la denuncia de la droga, la resistencia a los sobornos, el carácter popular del sacerdote y su abrumadora autoridad.

Cuando el film entra a narrar los ocho últimos años del cardenal Bergoglio hasta que llega al pontificado, es cuando funciona mejor. Los gestos, las miradas, las palabras, las escenas ya fluyen más pausadas y ordenadas. El espectador saborea entonces más la historia.

La película es sencilla pero narrada con intensidad; el interés no decae en ningún momento. Parece más pensada para el mercado televisivo que para la gran pantalla. Los actores están correctos y sobresale Grandinetti, poniéndose convincentemente en la piel de Francisco.

Recomendable para entender la figura gigantesca de un pontífice que, en su sencillez, resulta una figura histórica grandiosa. A través de su metraje, en “El padre Jorge” vemos el tesón de una Iglesia que se empeña en estar al lado de los pobres, desde las Villas Miseria de Buenos Aires, hasta el mismísimo Vaticano de Roma.

En este año de la Misericordia es un film de visión casi obligada, que nos acerca a un testigo del evangelio que conmueve por su paz interior, por sus palabras y por sus gestos, que es un testigo de paz y de interreligiosidad…una personalidad, en fin, tan grande que ya ha sido llevado al cine otra vez. “Llamadme Francisco” de Pietro Valsecchi se acaba de estrenar en Italia.
JOSAN MONTULL

miércoles, 27 de enero de 2016

El inquietante obispo Munilla

Por Lontxo Oihartzabal Rezola
en "Noticias de Gipuzkoa"
Un "hecho reciente ha venido a inquietarme... profundamente. Es algo bien conocido que en la diócesis de Gipuzkoa son relativamente numerosos los sacerdotes, religiosos y religiosas y hombres y mujeres laicas que no están de acuerdo con la orientación pastoral que el obispo Munilla está intentado implantar en esta Iglesia local. Ahí están las opiniones y valoraciones hechas públicas durante el pasado año por un grupo numeroso de sacerdotes diocesanos, por un grupo de miembros del Consejo Pastoral, por el grupo de cristianos denominado Eutsi Berrituz, sin tener en cuenta las que se le han presentado de palabra en diversas reuniones de los consejos de presbíteros y de arciprestes, según nos han transmitido personalmente algunos de sus miembros.
Según el obispo, no son más que “crítica, murmuración, cotilleo y maledicencia”. Ha elegido una vía excesivamente débil para intentar acallar las voces que discrepan con su actuación. A pensar eso me lleva su escrito Jubileo de la Misericordia, donde verbalmente se nos dice: “A este respecto, os propongo un gran compromiso para este Jubileo: arrancar de nosotros toda crítica, murmuración, cotilleo y maledicencia. ¿Cómo vamos a celebrar el jubileo de la Misericordia si nos juzgamos continuamente los unos a los otros?” Si nos atuviéramos a la literalidad de este texto, deberíamos pensar que el obispo tiene conciencia de haber andado por ahí criticando, murmurando, cotilleando y hablando mal de otros, pues así lo expresa cuando dice “arrancar de nosotros”, “si nos juzgamos continuamente”, etc.

viernes, 15 de enero de 2016

Nuevo desaire para la Iglesia Vasca



Por J. M. Rodríguez Chavarría,
Noticias de Gipuzkoa 13-01-2016

El nombramiento del obispo de Vitoria, en sustitución de monseñor Asurmendi por alcanzar la edad de jubilación, reitera el criterio que ha prevalecido en los últimos nombramientos de obispos para las diócesis de la CAV: se busca fuera de las propias diócesis a quienes han de liderarlas, desautorizando implícitamente a los que han estado sirviendo aquí a la institución contra viento y marea. Es el mismo caso de Iceta y Munilla, nacidos en Bizkaia y Gipuzkoa pero que salieron a formarse en otras sedes, en clara muestra de desafección a sus diócesis naturales. Volvieron con bastón de mando apoyados por el entonces todopoderoso Rouco Varela, miembro muchos años de la Congregación para el nombramiento de los obispos. 

La decepción de muchos católicos vascos por la decisión papal no debe, con todo, centrarse en la responsabilidad de Francisco quien, por otro lado, es una figura ampliamente aprobada y apoyada en estas tierras. 

La diócesis de Vitoria-Gasteiz, al fin y al cabo, es una más de las 2.845 diócesis que la Iglesia católica tiene en el mundo. Su dimensión supone algo más del 0,02% de los católicos del mundo. Pretender que el Papa dedique un tiempo que no tiene a analizar las distintas variables que en el nombramiento intervienen es sencillamente imposible.
Debemos mirar a sus hombres de confianza en el Estado. En primer lugar, el arzobispo Omella, nombrado en 2014 miembro de la poderosa Congregación para los Obispos, que propone los nombramientos al Papa, y designado un año después arzobispo de Barcelona. En segundo lugar, a los nombrados cardenales: el octogenario Fernando Sebastián y el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez. 

lunes, 11 de enero de 2016

Provocación y convivencia

Por Jesús Mtz. Gordo, teólogo (en kiosko y más)


El semanario satírico ‘Charlie Hebdo’ vuelve a ser objeto de polémica en el primer aniversario del atentado yihadista sufrido por su redacción. En esta ocasión por una caricatura en la que Dios, bajo el título ‘Un año después el asesino sigue corriendo’, lleva un fusil Kalashnikov a la espalda y, manchado de sangre, huye. En el editorial, Laurent Sourisseau, el director del semanario y uno de los supervivientes del ataque terrorista, denunciaba a los «fanáticos embrutecidos por el Corán», pero también «a los benditos idiotas de otras religiones» que «nos deseaban el infierno en el que creen por habernos atrevido a reírnos de la religión».

 Las reacciones no se han hecho esperar. Muchos periódicos han recogido el editorial publicado por L’Osservatore Romano y titulado ‘La fe manipulada’. El diario vaticano denunciaba «una imagen que hiere a todos los creyentes de las diferentes religiones». Es una caricatura, proseguía, citando a Anouar Kbibech, presidente del Consejo francés del culto musulmán, «que no ayuda, en un momento en el que necesitamos estar codo con codo». Esta reacción vaticana sintonizaba con el comentario realizado por un portavoz del episcopado francés cuando se preguntaba si éste es «el tipo de polémica que Francia necesita». Y con el mismo cardenal VingtTrois cuando se negaba a comentar dicha portada porque, sencillamente, «se ha hecho para provocar».

Menos conocidas son las declaraciones de Bruno Forte. Tanto la caricatura como el editorial, manifestaba el teólogo y secretario general del Sínodo de los obispos, están muy alejadas «de la verdad, porque todas las religiones, no solo la cristiana, sino también la hebraica y la musulmana, predican la no violencia en nombre de Dios. Si acaso, lo violento es asumir una postura ideológica» que juzga y excluye a los demás en nombre de una pretendida posesión absoluta de la verdad.