NOTA: En el equipo de mantenimiento del BLOG hemos llegado a entender que, en las circunstancias que nos envuelven (el CONFINAMIENTO POR «COVID-19») bien podríamos prestar el servicio de abrir el BLOG a iniciativas que puedan redundar en aliento para quienes se sientan en soledad, incomunicadas o necesitadas de expresarse.
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di: Giordano Cavallari (a cura)
Giordano
Cavallari
Entrevista
con Angelo Berselli, sacerdote de origen cremonés, antiguo párroco del barrio
de la “Sanità”, en Nápoles, y que ahora desempeña su ministerio en el de “Forcella”.
§
Querido Don Angelo, nos conocimos en 2016:
si no recuerdo mal, te movilizaste, durante mucho tiempo, junto con otros
compañeros sacerdotes de Nápoles y después de una serie de asesinatos,
cometidos en el barrio de tu parroquia, “Forcella”, para pedir a las
instituciones más seguridad, más escuela, más trabajo. ¿Puedes recordar esos hechos
en pocas palabras? ¿Qué ha pasado en estos años?, ¿cuál era la situación en
Nápoles y en su parroquia antes de este nuevo asunto del coronavirus?
Querido Giordano, entre 2014 y 2016 experimentamos
un período muy difícil debido a las actividades de los clanes. Sólo en 2015
tuvimos 50 personas asesinadas por la Camorra (la mafia napolitana), incluyendo
personas completamente inocentes que no tenían nada que ver con el inframundo
de la Camorra.
De estas tragedias surgió el
levantamiento de las madres del barrio de la “Sanità” que recurrieron a la
única institución en la que confiaban: ¡la Iglesia! Y esto dio lugar a la
experiencia de “Un pueblo en marcha” que logró sacar a más de 10.000 personas a
las calles.
Economía extralegal
Desde entonces, la situación ha mejorado
considerablemente, al menos en lo que toca a los muertos, sin embargo, los
barrios de Nápoles siguen estando lejos de soluciones definitivas a problemas
profundos. Hay muchas actividades ilegales, como el contrabando de cigarrillos,
el tráfico de drogas y la prostitución. Todo esto tiene raíces muy profundas en
una economía sumergida muy generalizada, integrada por muchos vendedores
ambulantes sin licencia que venden productos falsificados, cuidadores de parquin
ilegales y demás.
Existe toda una economía que funciona —y
no podría funcionar de otra manera— fuera de cualquier regla de legalidad.
El cuadro lo completa el terrible flagelo de la usura que literalmente asfixia a personas y
familias. Te pongo un ejemplo para hacerme entender mejor: “Yo te presto 1.000
euros y tú, durante 10 meses, me tienes que dar 100 euros y, después de los 10
meses, me devuelves los 1.000 euros”. Esto podría expresar lo que pasa en “Forcella”
en términos amigables.
Es un procedimiento frecuentemente
llevado a cabo por mujeres sencillas detrás de las cuales están los capos de la
Camorra. ¡Son préstamos con un interés del 120%! Y conste que he puesto un
ejemplo partiendo de una pequeña cantidad. Por otra parte, tengo que decir que
para las personas que recurren a estos préstamos, los bancos son realidades
inaccesibles. Cuando la actividad se reanude después de la pandemia, predigo
que éste va a ser el más grave de los problemas.
Y para
completar la situación de Nápoles y de mi barrio se puede poner también un poco
de ludopatía, otro poco de alcoholismo y otro de adicción a las drogas.
Efectos del virus en el distrito de
Forcella
§
¿Puedes decir cuál es el efecto del virus,
y especialmente de las medidas para combatir el virus, en tu gente?
Obviamente, una realidad como la
pandemia rebaja el nivel de vida general y, para quienes ya era difícil
mantenerse a flote, el riesgo de ahogarse es grave. Pero, como suele ocurrir,
las dificultades acentúan tanto las situaciones negativas como las positivas.
Lo que significa que seguramente hay
quienes tratan de aprovecharse de la situación, pero también que son muchos los
que están teniendo un comportamiento generoso.
Me viene a la memoria la llamada telefónica de una chica que vive sola y está huérfana, sin familia; se arregla cuidando perros, un trabajo que no le da para sobrevivir. Y, sin embargo, después de haber recibido ayuda alimentaria de la parroquia, me ha llamado para decirme que era excesiva y me ha pedido que se la demos a otra persona que lo necesite más que ella.
Por lo que respecta al respeto de las
normas de «distanciamiento social», me gustaría refutar algunos prejuicios. Me
duele ver lo que se emite en la televisión. Los napolitanos – es cierto – son
por naturaleza alérgicos a las imposiciones. Permíteme explicartelo mejor: en
Nápoles hay zonas muy especiales.
Tomemos, por ejemplo, los llamados barrios españoles (Quartieri
spagnoli). He estado allí 16 años. Los conozco bien. Allí hay un
callejón de tres metros de ancho que ha sido mostrado en los telediarios como “lleno”
de gente a rebosar y como un ejemplo de incivismo. El callejón se llama Pignasecca. Para hacer las compras, la gente tiene que pasar por
allí. Las tiendas son pequeñas y ponen la mercancía en la calle.
Cuando fui cura en estos barrios, me tomé la
molestia de hacer algunas investigaciones estadísticas. Bien, el barrio fue
catalogado como uno de los más grandes de toda Europa en densidad de población.
En cada “bajo”, es decir, en cada vivienda por debajo del nivel de la calle vivían,
y viven, una media de cuatro o cinco personas. La calle es simplemente la “habitación
de al lado”.
¿Puede alguien decirme dónde tendría que
estar nuestra gente y qué tendrían que hacer para respetar las distancias de seguridad
en estas condiciones urbanas y de vivienda?
§
¿Cuál es la presencia de inmigrantes
extranjeros? ¿Son regulares o irregulares?, ¿qué hacen?, ¿qué ha cambiado para
ellos?
Los inmigrantes están obviamente muy
presentes y son de diversos orígenes: van desde africanos hasta búlgaros, desde
magrebíes hasta gitanos, ahora forzosamente sedentarios. El 99% trabaja en
actividades ilegales. Para ellos, como para todos los que trabajan en negro, la
situación actual es aún más dramática.
Para todas estas personas –inmigrantes o
italianos– no hay protección o asistencia social: ni subsidios ni, mucho menos,
casas de acogida. ¡Solo les queda el asistencialismo!
Vida pastoral
§
En lo referido a los aspectos más
pastorales: ¿qué estaban haciendo antes y qué están haciendo ahora en su
iglesia y en su parroquia?
Antes, había actividades normales de catecismo
y caritativas. Ahora, canceladas las primeras, ¡han tomado más protagonismo las
últimas!
Date cuenta de que la iglesia sólo puede permanecer abierta durante un par de horas al día
por disposición del arzobispo. Todo se ha vuelto más complejo, pero no
imposible. De hecho, de alguna manera, toda la actividad parroquial ha
adquirido mayor vigor.
Un verdadero regalo de Dios fue la
llegada al territorio de algunas asociaciones promovidas por laicos, pero no
necesariamente de inspiración cristiana: son personas inteligentes y muy
decididas. Hasta el año pasado trabajaron en el barrio de la Sanità, ayudando al párroco y al territorio en un interesante
proyecto de recualificación social. Una vez finalizados los proyectos allí,
decidieron mudarse aquí, a “Forcella”, donde comenzaron a actuar recuperando
una antigua tienda de vidrio, cerrada durante veinte años, convirtiéndola en un
centro de acogida y de actividades para los niños del barrio.
Entre tanto, ha nacido una nueva
asociación de comerciantes solidarios. Ante esta emergencia, se ha puesto en marcha
en muy poco tiempo el proyecto de asistencia alimentaria parroquial para unas
400 familias, con una duración prevista de 12 semanas.
§
Actividades propias de culto, devoción,
sacramentos... funerales: ¿cómo se manifiestan los sentimientos religiosos? ¿Y cómo
ves la fe en Nápoles, en el tiempo del coronavirus?
Puede parecer una locura, pero desde
este punto de vista, veo esta realidad dramática como una intervención
pedagógica providencial. Si miramos de cerca la historia del pueblo de Israel
en su relación con Dios, encontramos que está constantemente alterada: cuando
Israel está bien y no tiene problemas, se considera autosuficiente y se
distancia de Dios, con la consecuencia de ir generando sólo problemas; sólo
después de ser golpeada un "pequeño resto de Israel" se siente
vulnerable y vuelve a la fidelidad de su Señor.
Esto ocurre con frecuencia en la Biblia:
cada vez que pasa, la caída es más hacia abajo y, en consecuencia, el ascenso
es más difícil; pero es posible.
Hoy me parece que nosotros -pueblos occidentales cristianizados- estamos viviendo una situación similar. Pensamos sólo en el beneficio abusando de los más frágiles, hemos puesto en el pedestal lo que el Papa Francisco llama la cultura del descarte.
Me duele el corazón cuando tengo
conocimiento de tantas personas mayores que han muerto en residencias de
ancianos: representan la consecuencia trágica de esta cultura. La naturaleza
tal vez nos está llevando a poner de nuevo los pies en el suelo. La naturaleza
no se detiene frente a los muros que hemos construido o las puertas que podemos
cerrar, no se detiene en las fronteras entre países, no acepta sobornos y no
mira la cuenta bancaria. Ahora, nos estamos dando cuenta amargamente de
esto.
Alrededor de la parroquia me parece percibir a la gente más atenta a estos aspectos y a lo que realmente importa. Me convencieron para celebrar misa todos los días, al mediodía, en streaming. No quería hacer eso. Con asombro, veo que son muchas más las personas y las familias que me están siguiendo de las que normalmente suelen venir a la Iglesia.
No sé lo que eso significa. Tal vez, de
repente, se entiende que todo lo que parecía obvio -como la misa, la
Eucaristía, la comunidad reunida- hubiera estado subestimado. Ahora no hay gente.
Ha desaparecido. Creo que así podremos volver a apreciar todo esto en su justa medida.
Como sabes, soy de origen lombardo,
precisamente cremonés. Pero ahora me siento como un napolitano. Por eso, te
dejo con un pequeño proverbio napolitano: “o ciuccio se chiagne quanno more!”. Traduzco: “¡El burro grita sólo cuando
muere!” Mientras vive, lo tratas como si fuera una goma que se estira, es
decir, lo cargas de bultos y barriles. La gente de Nápoles piensa un poco así. También
de sí mismo.
Traducción de Jesús Martínez Gordo
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