Fuente: Vida Nueva Digital
PLIEGO
17/11/2023
1. Una pregunta que requiere contestación
El escritor italiano Carlo Coccioli publicó en 1952 una novela (‘Fabrizio Lupo’) en la que su protagonista se reconocía al mismo tiempo homosexual y católico y que, en un momento de la misma, se preguntaba: “Dado que, por una parte, soy irreparablemente homosexual y, por otra, irreparablemente refractario a la vida monástica, ¿en qué orden humano y espiritual se me concede que viva?”
Esta sigue siendo la pregunta que se hacen bastantes personas católicas tanto con orientación homosexual como en situación transexual: ¿cuál es mi puesto en la Iglesia? Esta es también la cuestión que subyace a la ‘diversidad’ de posturas pastorales en relación con las posibles actuaciones de esas personas en la Iglesia; por ejemplo, sobre la posibilidad o no: 1) de ser bautizadas; 2) de ejercer de padrinos/madrinas de bautismo; 3) de ser testigos de un matrimonio católico.
2. La pregunta fue “aparcada” en el Sínodo de los Obispos (extraordinario: 2014; ordinario: 2015)
Hubo un momento del Sínodo extraordinario (2014) sobre la familia en que algunos pensamos que la cuestión de las personas homosexuales y transexuales en la Iglesia comenzaba a ser bien planteada. Fue cuando el relator general del Sínodo leyó el texto de la ‘Relatio post disceptationem’. Al tema se le dedicaban tres números (nn. 50-52). Se reconocían límites (“las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre hombre y mujer”: n. 41); pero se aceptaba el reto: “Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades?” (n. 50).
Para decepción de bastantes, tanto en el documento final del Sínodo extraordinario (nn. 55-56) como en el documento final del Sínodo ordinario (n. 76) se mantuvieron las afirmaciones sobre los “límites doctrinales”, pero no se recogieron las orientaciones innovadoras.
3. La pregunta comienza a ser asumida y contestada por el papa Francisco a través de las “respuestas” dadas por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe
Ahora (31 de octubre de 2023) el papa Francisco, a través del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, ha vuelto a suscitar la esperanza de una solución adecuada, al menos en tres cuestiones (‘recepción del bautismo’, ‘ejercer de madrina-padrino en bautismo’, ‘ser testigo de la celebración del matrimonio católico’) referidas tanto a las personas con orientación homosexual como a las personas en situación transexual.
¿Será el “anuncio” de la correcta solución que aportará el Sínodo de la Sinodalidad en 2024? Yo desearía que este Sínodo estudiara y, en su caso, asumiera las propuestas formuladas por el “Camino Sinodal Alemán” y que tuve la oportunidad de exponer en una conferencia ‘on line’ por invitación del profesor Jesús Martínez Gordo.
Permítame el amable lector recordarle que hace varios años en esta misma revista (‘Vida Nueva’, nº 2.980 [12-18/3/2016], p. 16) ya me expresé a favor de que las personas con orientación homosexual pudieran ser madrinas-padrinos en el bautismo.
Ahora formulo una convicción de más amplio alcance. Quiero creer que esta nueva actuación del papa Francisco sea el comienzo de la normalización de la presencia de las personas homosexuales y transexuales en la vida de la comunidad católica.
Para que ese deseo cobre realidad, es preciso asumir algunas afirmaciones de la reflexión teológico-moral más avanzada y, si se permite el adjetivo, más “progresista”. Tengo espacio únicamente para enumerarlas y no para desarrollarlas. También advierto que no aludiré a las cuestiones dogmáticas, litúrgicas y canónicas que entran en juego. (…)
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