El padre Alain Clément Amiézi es doctor en teología dogmática y profesor en el Seminario Nacional de Teología del Sagrado Corazón de María en Anyama, Costa de Marfil. En su libro “Bautismo y compromiso profético para una iglesia adulta en África”[1], enfatiza el significado del bautismo y sus implicaciones.
Fuente: La Croix International
Recopilado por Guy Aimé Eblotié (en Abiyán)
09/04/2019 (Europa\Roma)
La Croix Africa: ¿Por qué este título?
Padre Alain Amiézi: La mayoría de nuestras Iglesias en África ya han celebrado el centenario de la evangelización. Lógicamente deberíamos hablar de una Iglesia adulta. Pero a nivel cualitativo nos damos cuenta de que el trabajo por hacer sigue siendo inmenso. Hoy en día, en varios países africanos, después de las grandes festividades que acompañan la recepción del bautismo, el porcentaje de quienes continúan y completan su iniciación cristiana a través de la confirmación es muy bajo. Es minúsculo el número de fieles verdaderamente comprometidos en lo social, en la política según las virtudes del Evangelio. Nosotros producimos personas bautizadas, no cristianos; Les damos los sacramentos sin evangelizarlos. La responsabilidad de esta situación es compartida. Desde mi punto de vista, está relacionado, por una parte, con el hecho de que algunos catecúmenos piden el bautismo por motivos equivocados y, por otra parte, con la calidad de la formación recibida.
¿Qué impacto debería tener el bautismo en la vida de los cristianos africanos?
Padre Alain Amiézi: Existe esencialmente el compromiso profético que tiene tres dimensiones. Ante todo, una coherencia cristiana que nos invita a romper con la dicotomía que a menudo existe entre la vida de fe y la vida cotidiana, en el trabajo, en la escuela o en la familia. La vida cristiana no es un abrigo que uno se pone al entrar en la parroquia y se lo quita al salir. La segunda dimensión es el testimonio valiente. Nuestros países africanos necesitan cristianos capaces de ir más allá de la lógica del “todo el mundo lo hace así” y vivir su fe a través de su compromiso a nivel social, económico y político. La tercera dimensión es tener una espiritualidad que asuma la responsabilidad y permita a los cristianos afrontar los problemas existenciales con valentía. Porque hay formas de espiritualidad que paralizan a nuestros cristianos, que los infantilizan a través de predicciones, de palabras de conocimiento, hasta el punto de aniquilar sus fuerzas vitales.
¿Quién es responsable de este compromiso profético con una Iglesia adulta? ¿El clero o los laicos?
Padre Alain Amiézi: Juntos, el clero y los laicos deben poder trabajar por el bien de la Iglesia. Los clérigos deben desempeñar plenamente su papel de formador, acompañante y guía. Deben, además, colaborar plenamente con los laicos para que exista lo que se llama una responsabilidad común en la Iglesia. Desde el Concilio Vaticano II ya no estamos en la época en que el sacerdote hacía todo y el laico era un observador pasivo. Desde una perspectiva histórica, es evidente que desde la llegada de los misioneros, los laicos han participado activamente en la evangelización, particularmente a través de los catequistas. Hoy debemos reinventar la participación de los laicos en la vida de la Iglesia, teniendo en cuenta las nuevas realidades. En este sentido, hemos abierto en este libro una ventana al fenómeno de las nuevas comunidades y fraternidades. Queríamos hablar de sus aportaciones pero también plantear los problemas que pueden plantear. Porque sucede que hunden a los cristianos en el oscurantismo y los infantilizan. Es imperativo que los pastores verifiquen los criterios de “eclesialidad” de estos grupos de oración a la luz de la carta “Iuvenescit Ecclesia” de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
[1] Bautismo y compromiso profético para una Iglesia adulta en África, sombras y luces en el apostolado en Costa de Marfil; Ediciones Collogny, abril de 2018.
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