miércoles, 20 de diciembre de 2023

Una izquierda para construir ecosocialismo

El libro de Francisco, Paco, Fernández Buey (1943-2012) editado por Rafael Díaz-Salazar es una auténtica «joyita». El editor ha seleccionado un conjunto de textos del autor (artículos, entrevistas, diálogos, capítulos de sus publicaciones…) dándole una enorme coherencia interna.

Fuente:    Noticias Obreras

Por    Javier Madrazo

19/12/2023


Verde, roja y violeta. Una izquierda para construir ecosocialismo.
Francisco Fernández Buey
Edición a cargo de Rafael Díaz-Salazar El viejo topo, 2023. 346 páginas

Seguro que Paco Fernández Buey estaría enormemente satisfecho del resultado de este trabajo. Me consta que Rafael ha puesto mucho cariño, entusiasmo y esfuerzo en la edición del libro titulado Verde, Roja y Violeta. Una izquierda para construir ecosocialismo. Tengo la impresión de que para él no es un libro más. Se percibe una enorme identificación entre el editor y el autor. Hasta no saber dónde empieza uno y acaba el otro.

Esta obra llega en un momento muy oportuno. Vivimos tiempos de zozobra, convulsión, desorientación e incertidumbre ante el futuro. Nos encontramos con un capitalismo globalizado, «desbocado», desregulado y deslocalizado. El mundo actual parece que se desvanece a marchas forzadas y se cae a «pedazos». Como esa embarcación que se encuentra a la deriva a merced de la tempestad y las olas que la zarandean.

De ahí, la urgente necesidad que tenemos de brújulas y faros para encontrar el camino y la meta. La izquierda necesita redefinir su proyecto. Saber a dónde va. Todos los proyectos históricos, principalmente la experiencia soviética y la socialdemócrata, a pesar de los éxitos cosechados, se han mostrado inservibles para afrontar los retos del presente. No puede seguir instalada en el «cortoplacismo» electoralista e institucionalista. Ante este panorama Francisco Fernández Buey representa un asidero y un anclaje al qué agarrarse. Su pensamiento y su obra adquieren una gran hondura y actualidad.

Paco construyó su pensamiento a partir de su compromiso militante (PSUC, IU-EUiA, movimiento pacifista y ecologista…). No fue un escritor y profesor al uso. La praxis para él era el criterio de verificación de la teoría. En el franquismo padeció la represión y la cárcel.

Para mí siempre ha sido un referente. En la década de los ochenta y los noventa compartimos militancia en IU con amigos comunes como Julio Anguita, Víctor Ríos, Manuel Monereo o Jaume Botey.

Su militancia se sostuvo siempre en la inquebrantable fidelidad y lealtad con «los de abajo». Nunca se apartó de esa hoja de ruta. Por eso se entendió tan bien con los cristianos. Bartolomé de las Casas e Ignacio Ellacuría, entre otros, fueron fuente de inspiración para la formulación de su proyecto de liberación y transformación.

Potenció y alimentó los encuentros y las luchas conjuntas entre los comunistas y los cristianos. Nunca fue sectario. Por eso “abrazó” la lucha pacifista de Gandhi frente a la estrategia político militar de Lenin. Tuvo como «maestros» a Gramsci (1891-1937), y a su amigo Manuel Sacristán (1925-1985). También tuvo como referente fundamental a la filósofa y activista Simone Weil (1909-1943), en la medida que su ecofeminismo es un componente fundamental del ecosocialismo.

En el libro, Francisco Fernández Buey hace un análisis «descarnado» de las dos principales tradiciones de la izquierda en Europa en los siglos XX y XXI: la soviética y la socialdemocracia.

Hasta su muerte, se consideró comunista. Como dice el editor, pero de «un comunismo milenario que no nace con el marxismo». Para Fernández Buey la aspiración de este proyecto de emancipación se basa en dar prioridad al bien común sobre los bienes privados; en el reparto igualitario de la riqueza, el poder y el estatus; en la abolición de la opresión y en unas relaciones humanas basadas en la fraternidad. Por eso, el autor se encontró siempre muy cómodo en el trabajo «codo con codo» con los militantes cristianos.

Nunca se identificó con el modelo comunista soviético, en su versión leninista o estalinista, ni con el maoísmo o el eurocomunismo. Según Rafael Díaz Salazar a Fernández Buey se le puede considerar un comunista «moral, antidogmático, herético, moral, libertario, laico, marxista, gramsciano y ecologista».

Igual de implacable fue con la socialdemocracia, y con los sindicatos burocratizados, deslizada en muchos casos, hacia el social-liberalismo, y que ha servido en la práctica para apuntalar y “lavar la cara” al capitalismo. Una tradición que, desde dentro del capitalismo, quiere mejorar las condiciones de vida de la gente. A su juicio, la izquierda, ante todo, debe ser revolucionaria, debe luchar para salir del capitalismo. Ello no fue óbice para que reconociera los logros de la socialdemocracia en derechos y conquistas sociales.

A ambas tradiciones, la comunista soviética-china y la socialdemócrata, las responsabiliza del modelo industrialista, que explota y expolia a los países empobrecidos, y que está llevando al planeta al colapso medioambiental. Para Fernández Buey el capitalismo verde es puro «maquillaje». Frente al capitalismo ecocida y extractivista, el ecosocialismo propone otro paradigma ecosocial.

Su esfuerzo, junto con el colectivo de la revista Mientras Tanto fue diseñar un modelo nuevo: la izquierda ecosocialista. Una izquierda revolucionaria que ensamble el «rojo» del movimiento obrero, el «verde» del ecologismo y el «violeta» del feminismo. Un modelo, en definitiva, con el que afrontar el tránsito poscapitalista.

Un elemento fundamental, que traspasa todo el libro, es la dimensión internacionalista de Francisco Fernández Buey, saliéndose del eurocentrismo. No concibe una política en Occidente que no tenga en cuenta la superación de los padecimientos y sufrimientos de los países del Sur. Según el autor, la pobreza en África, Asía y América Latina no ocupa el lugar central en el ideario y orientación de la izquierda europea.

Por el contrario, frente a la Agenda de los Objetivos del Milenio, de orientación socialdemócrata, el ecosocialismo sitúa a la justicia global como su eje estratégico, es decir, la erradicación de la pobreza y la desigualdad en el mundo.

La izquierda debe cambiar su centro de gravedad: de la centralidad que da a las clases medias urbanas a la centralidad que debe dar a «los de abajo»: el nuevo precariado, los excluidos sociales, y los empobrecidos del Sur. Ello pasa por una nueva gobernanza mundial multipolar que supere la hegemonía del eje EEUU-Unión Europea y que va más allá de la cooperación para el desarrollo.

Fernández Buey señala acertadamente que la «civilización» capitalista, se asienta sobre un modelo de producción y consumo y, sobre todo, sobre un modelo cultural que coloniza y configura el pensamiento, las conciencias, las necesidades y los deseos de las personas, y que sirve para apuntalar y sostener al capitalismo.

Este capitalismo nos ha hecho creer que la «vida buena» la representa el antivalor del «individualismo posesivo», traducido en la acumulación del capital a toda costa. Este cáncer ha penetrado hasta los «tuétanos» entre las clases populares dañando seriamente la cultura obrera de la solidaridad y del internacionalismo proletario. Como bien señala Rafael Díaz-Salazar, «mientras no se extirpe este cáncer antropológico la izquierda verde, roja y violeta será muy minoritaria».

De ahí, que Fernández Buey plantee, en línea gramsciana, la importancia estratégica de generar un contrapoder popular en la sociedad civil, mediante la creación de una contracultura alternativa al capitalismo. Una cosmovisión que, frente a la idolatría del dinero y al bienestar capitalista materialista, debe basarse en otra forma de pensar y sentir, en ser feliz y vivir con alegría de otra manera. La consecución de esta hegemonía de carácter cultural, social y político, es condición de posibilidad para avanzar hacia la superación del capitalismo.

Nos encontramos, por tanto, ante un libro fundamental, que como bien dice su editor: «ofrece luces largas para orientarse en esta noche oscura de la historia que estamos atravesando».

Debemos agradecer el trabajo de Rafael Díaz-Salazar por brindarnos esta extraordinaria obra, así como la enorme aportación de publicaciones como Mientras Tanto, El Viejo Topo, Mundo Obrero, Nuestra Bandera, Cuadernos para Diálogo, El Ciervo, Éxodo o Materiales, algunas ya desaparecidas, que han contribuido poderosamente al debate de ideas y al desarrollo de un pensamiento crítico, en las que Paco participó y colaboró activamente, con textos como los recogidos en este libro.

 

 

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