"Quizás es momento de revisar nuestros modos de gobierno", señala la jesuitina a RD
Fuente: Religión Digital
Por José Lorenzo
09/12/2023
"La Vida Religiosa, en general, tiene estructuras que ayudan mucho a ejercer y vivir una dinámica sinodal, de participación, oración, silencio, discernimiento y acompañamiento; con liderazgo corporativo". María Luisa Berzosa, FI, lo tiene claro: tal y como quedó patente tras la celebración de la reciente asamblea sinodal, los religiosos y las religiosas llevan en su ADN fundacional el 'gen sinodal' que, tal y como se ha podido apreciar a lo largo del pasado mes de octubre, ha contribuido, con su método de escucha, participación y discernimiento, a una mayor apertura y participación de los padres y madres sinodales en una cita inédita que podría haber acabado con más desencuentros de los registrados.
Facilitadora en esa primera parte del Sínodo de la Sinodalidad, y con experiencia en otras asambleas sinodales, Berzosa, en entrevista con Religión Digital, apunta también que, para la Vida Religiosa, "quizá confrontándonos con lo que va diciendo el Sínodo, es momento de revisar nuestros modos de gobierno para hacerlos más acordes con el camino que va tomando la Iglesia en este proceso sinodal".
A la vista de la pasada asamblea sinodal, su metodología y funcionamiento, que puede recordar al de algunas congregaciones, ¿puede la Vida Religiosa servir como modelo de funcionamiento sinodal?
La Vida Religiosa, en general, tiene estructuras que ayudan mucho a ejercer y vivir una dinámica sinodal, de participación, oración, silencio, discernimiento y acompañamiento; con liderazgo corporativo.
En ocasiones no se aprovechan al máximo estas posibilidades; me estoy refiriendo a la vida religiosa apostólica, no a la contemplativa, que no conozco tanto por no ser la mía. Sin embargo, el Sínodo, pienso que, para toda la Vida Religiosa, puede ser ocasión de que se actualicen, con nuevo vigor y fuerza, esas dimensiones que son esenciales en la vida consagrada.
¿Qué pueden aportar a este momento concreto de la historia de la Iglesia, embarcada en un sínodo que algunos consideran de gran trascendencia, las seculares formas de gobierno de algunas congregaciones religiosas?
Pueden aportar su modo de gobierno basado en el discernimiento y la participación desde los diversos niveles. En cada elección de personas para el gobierno se solicita la participación de todas las hermanas para hacer propuestas de otras hermanas con perfil para ejercer el gobierno en el momento histórico concreto que toque elegir.
Igualmente, ante un envío a un lugar o a una misión o responsabilidad, se da un diálogo entre la persona que propone y la que recibe dicha propuesta. Es una obediencia corresponsable. No se recibe una propuesta y se responde acríticamente, sino que las dos personas entran en un proceso dialogal discernido para buscar y hallar la voluntad de Dios. Así también por ambas partes se asume la decisión final a la que se ha llegado con el proceso dicho.
También en la vida cotidiana de la comunidad se vive la participación, porque la superiora local tiene un equipo, pero todas las hermanas que formamos parte, somos escuchadas para tomar las decisiones, desde lo organizado y logístico hasta las de contenido que afectan a nuestra vida.
Quizá confrontándonos con lo que va diciendo el Sínodo, es momento de revisar nuestros modos de gobierno para hacerlos más acordes con el camino que va tomando la Iglesia en este proceso sinodal.
¿Es pionera la Vida Religiosa en la práctica sinodal?
Teóricamente sí es pionera; que se pongan en juego todas las potencialidades que posee como germen sinodal, es otra cuestión.
Hoy la Vida Religiosa va cambiando de rostro, ya no es tan europeo y va siendo menos visible el de América Latina, sin embargo, viene apareciendo con fuerza el rostro asiático y africano, entre otros. Esa diversidad de culturas, de lugares, de idiomas, de color de piel, de modos y costumbres, se hace hoy muy palpable. Es el momento de vivir la interculturalidad, el sentido misionero, la universalidad, la inclusión, elementos muy presentes en el camino sinodal.
"Es también ocasión de vivir la comunión, de sabernos enraizadas en lo que es consistente, el núcleo carismático, y más de fondo, el bautismo que nos iguala en dignidad"
Esto es una riqueza y un desafío enorme. Pero es también ocasión de vivir la comunión, de sabernos enraizadas en lo que es consistente, el núcleo carismático, y más de fondo, el bautismo que nos iguala en dignidad. Y con la comunión la enorme diversidad a la que me he referido antes.
Es maravilloso ver cómo la inspiración de fundadoras y fundadores a lo largo de los siglos se ha extendido por toda la iglesia y va teniendo distinto “color” y “sabor”, embelleciendo así el gran árbol con raíz robusta pero con tantas ramas, hojas, flores, frutos…
Es la hora de vivir la teología paulina: “Todos los miembros son diferentes, pero todos necesarios y parte del mismo cuerpo”.
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