sábado, 8 de noviembre de 2025

¿Dios y/o los pobres?: el debate de los hermanos Boff

Creo que el debate entre los hermanos Boff nos ayuda a percatarnos de que, cuando se yuxtaponen los pobres a Dios, lo que está en juego no es una cuestión baladí, sino el corazón de la fe cristiana y el futuro de nuestras comunidades y, por ello, de la Iglesia.

Fuente:   Vida Nueva (PLIEGO)

Nº 3.433

8-14 de NOVIEMBRE de 2025

Por   Jesús Martínez Gordo

Clodovis Boff (1944), hermano de los Siervos de María y residente en Rio Branco (Brasil), irrumpió en el mundo teológico en el año 1980 con la publicación de ‘Teología de lo político. Sus mediaciones’. En 2007, empezó a publicar diferentes artículos en la ‘Revista Eclesiástica Brasileira’ en los que –desmarcándose de la Teología de la liberación y de su compromiso en favor de la justicia y de la caridad con los pobres– formulaba una doble acusación contra ella. Según la primera, dicha teología habría efectuado una inaceptable inversión epistemológica al colocar a los pobres –en vez de a Dios y su revelación– en el punto de partida. Y, según la segunda de las acusaciones, estaría instrumentalizando el “creer” o el “exceso” que es el Amor infinito de Dios, poniéndolo al servicio de la liberación, es decir, del actuar o de los pobres.

Quien se asome a la Teología de la liberación –argumenta Clodovis– puede comprobar cómo confiere, de manera práctica y explícita, una indudable primacía al indigente y a su liberación, erigiendo en centro epistemológico y comprensivo la llamada “opción por los pobres”. Así, por ejemplo, abundan las aportaciones en las que el “punto de partida” es la “óptica del pobre” o la realidad del pobre; por tanto, no la revelación de Dios en Jesús. Ellos –y no la revelación de Dios y el magisterio eclesial– son su “lugar más decisivo”.

 

Fe apostólica

Y, sin embargo –contraargumenta Clodovis–, por mucho que la Teología de la liberación se afane en sostener lo contrario, la “dirección fundamental” y el “lugar más decisivo” solo corresponde –y debe seguir correspondiendo– a la “fe apostólica transmitida por la Iglesia”. He aquí un lamentable error que es bastante más que un descuido: para un teólogo católico, no es de recibo que los pobres, la caridad y la justicia o el “hacer” humano ocupen el centro que solo corresponde al “exceso” del Amor infinito del Dios “siempre mayor”.

Es cierto –prosigue Clodovis– que una buena parte de estos teólogos se refieren, de una u otra manera, a la “fe apostólica transmitida por la Iglesia”. Pero también lo es que, de hecho, la ignoran y no la conceden capacidad alguna para conformar el discurso liberador. Basta con asistir a los encuentros de sus agentes y militantes para darse cuenta de que la palabra “pobres” –y no la fe en Cristo– domina todo el discurso. Lo que puede ser una legítima acentuación (el compromiso con los pobres y en favor de ellos) acaba siendo un “vicio” e, incluso, un fetiche.

También es cierto que suelen hablar –probablemente, porque han acusado la crítica de estar diluyendo la teología en una ideología– de “márgenes de gratuidad” o de “reserva escatológica”. Y que lo hacen intentando poner un poco de sordina a toda realización humana y a cualquier praxis de caridad y de justicia con pretensiones auto-salvíficas y, así, mostrar que la trascendencia también está presente en su discurso, al menos, como instancia crítica o profética. Pero no deja de ser igual de cierto que tal referencia a la trascendencia es “menor” y poco importante. En realidad, “la ‘parte del león’ corresponde a la ‘lectura liberadora’ de la fe”.

 

Dios desplazado del centro

Cuando se procede de esta manera, Dios queda desplazado del centro porque deja de ser “el primer principio operativo”, pasando a ocuparlo el compromiso, el pobre, el “hacer” o la caridad y la justicia. Es así como se asiste al desplazamiento o a la “inversión” de la revelación de Dios y del magisterio eclesial en favor de los últimos del mundo.

Tal es –según Clodovis– el error fatal de la Teología de la liberación y de la estrategia pastoral de caridad y justicia que podría también tipificarse como “sin Jesús” o “sin Dios”.

Pero esta primera denuncia, siendo de muchísimo calado, no es la única. Existe, apunta seguidamente, una segunda referida a la instrumentalización del “exceso” de Dios o de su revelación y su sometimiento al compromiso con los pobres.

 

Triple plano

Esto es algo perceptible en el debilitamiento –e, incluso, vaciado– de la identidad cristiana en un triple plano: el teológico, el eclesial y el de la fe.

En primer lugar, en el plano teológico –denuncia Clodovis–, porque la teología acaba auto-esterilizándose y perdiendo su fecundidad teórica para convertirse en una especie de eterna cantinela sobre el mismo tema (la liberación de los pobres) que –repetida– acaba provocando nauseas.

En segundo lugar, en el plano eclesial. La estrategia pastoral que se acaba promoviendo desde esta teología es la que –al subrayar solo la caridad y la justicia– reduce la Iglesia o la comunidad cristiana a una ONG en la que el cuidado de la fe –sobre todo, en sus vertientes propiamente teológicas o cognoscitivas y espirituales– va desapareciendo en favor de la liberación social.

En tercer lugar, en el plano de la fe. Esta queda vaciada de su “exceso” o del Amor infinito –antecedente y acompañante del Dios “siempre mayor”– en favor de un proyecto o de una ideología movilizadora en la que lo definitivo es el compromiso en favor de la justicia y de la caridad. La teología de K. Rahner sobre los llamados “cristianos anónimos” es el mejor ejemplo de tal vaciado de Dios. La consecuencia es el relegamiento –y hasta el olvido– de la Iglesia y de Cristo, en favor del Reino que, por cierto, ya no es de salvación sino de liberación, gracias al compromiso en favor de la caridad y de la justicia.

(…)

 

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