La comisión de diálogo ecuménico entre la Iglesia católica y las ortodoxas subraya que ni para los católicos la sinodalidad es solo consultiva, ni para los ortodoxos el primado es «meramente honorífico»
Fuente: Alfa & Omega
Por María Martínez López
12/06/23
El cardenal Kurt Koch, responsable del diálogo ecuménico en la Iglesia, durante el encuentro de Alejandría. Foto: Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos
Han tenido que pasar siete años desde el Documento de Chieti, en 2016, para que el diálogo entre católicos y ortodoxos dé otro paso hacia adelante. La Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Ortodoxa aprobó la semana pasada una posición común sobre cómo se vivió la sinodalidad y el primado en el segundo milenio de historia de la Iglesia.
Esta declaración se titula Sinodalidad y primado en el segundo milenio y hoy. Aunque ya ha sido bautizada como Documento de Alejandría, pues fue aprobado durante la 15 sesión plenaria de la comisión, que se celebró en esta ciudad egipcia del 1 al 7 de junio. El comunicado y el documento finales se hicieron públicos el pasado viernes.
En sus conclusiones, el Documento de Alejandría subraya que «la interdependencia de sinodalidad y primado es un principio fundamental en la vida de la Iglesia». Por un lado, «la Iglesia no se entiende propiamente como una pirámide, con un primado que gobierna desde la cima; pero tampoco como una federación de Iglesias autosuficientes». Ambas interpretaciones son inadecuadas, según el estudio de la historia de la Iglesia en el segundo milenio.
¿Nueva visión del papel del Papa?
Aunque en la Iglesia católica tiene más peso el primado del Papa, «está claro que para los católicos romanos la sinodalidad no es meramente consultiva». De hecho, en los últimos tiempos «hay un esfuerzo creciente para promoverla en todos los niveles». Al mismo tiempo, mientras que las Iglesias ortodoxas son más sinodales, para ellas «el primado no es meramente honorífico».
Una vía para superar esta aparente contradicción la dio el Concilio Vaticano II, que «abrió nuevas perspectivas al interpretar fundamentalmente el misterio de la Iglesia como un [misterio] de comunión». Las conclusiones también reconocen que existe en la Iglesia católica una «buena disposición para distinguir entre lo que se podría denominar el ministerio patriarcal del Papa dentro de la Iglesia latina de su servicio primado en relación a la comunión de todas las Iglesias».
Es decir, que en un hipotético contexto futuro de plena comunión, su autoridad podría vivirse de forma diferente respecto a la Iglesia católica romana y a las demás. Esta voluntad «ofrece nuevas oportunidades para el futuro». Con todo, el documento recuerda que la interdependencia entre sinodalidad y primado «debe aplicarse en un contexto histórico específico». Bajo «nuevas circunstancias se exige una aplicación nueva». Pero puede orientarse por «la valiosa guía» de cómo se vivieron en el primer milenio.
Implicaciones para los ortodoxos
Estas afirmaciones no solo son claves para el diálogo entre católicos y ortodoxos en lo relativo al papel del Obispo de Roma, principal punto de desacuerdo entre ellos. Como explica el experto en Ortodoxia Peter Anderson, «también tiene que ver con la cuestión de si el Patriarcado ecuménico de Constantinopla solo tiene una posición honorífica» entre las Iglesias ortodoxas, «o si también tiene una cierta autoridad sobre las otras Iglesias ortodoxas locales».
Las diferencias en este punto son las que han llevado a la división actual entre Iglesias ortodoxas. Desde Moscú niegan que Constantinopla tenga cualquier autoridad para, por ejemplo, conceder la independencia a una nueva Iglesia ortodoxa, como se hizo en 2019 con la Iglesia ortodoxa de Ucrania.
Esta división se ha puesto de manifiesto en el encuentro de Alejandría. En él, participaron diez Iglesias ortodoxas, pero estuvieron ausentes las de Moscú, Bulgaria, Antioquía y Serbia. Desde 2019, el Patriarcado de Moscú no participa en ninguna entidad u encuentro que presida o copresida el Patriarcado de Constantinopla, como es el caso de la Comisión Mixta Internacional. También ha roto la comunión con el Patriarcado de Alejandría, que ha reconocido a la Iglesia ortodoxa de Ucrania.
La Iglesia ortodoxa búlgara lleva décadas sin participar en el diálogo ecuménico. En cuanto a las de Antioquía y Serbia, aunque no han roto la comunión ni con Constantinopla ni con Alejandría, son cercanas a Moscú. A diferencia de ellas, las Iglesias ortodoxas polaca y checa y eslava sí participaron, a pesar de estar también próximas a Rusia.
Fundamentos teológicos
Por otro lado, el comunicado final explica que la delegación del Patriarcado de Georgia expresó su desacuerdo con algunos párrafos del documento. Con todo, no puso obstáculos a que se aprobara. «En general, el lado ortodoxo exige una aprobación unánime de todas las Iglesias ortodoxas presentes», explica Anderson. Sin embargo, «parece que la Iglesia de Georgia probablemente afirmó que su descuerdo no debería ser fundamento para rechazar el documento».
Es de prever que durante 2024 el Comité de Coordinación de la comisión se reúna para decidir el tema de la próxima plenaria, que acogerá la parte católica. Ya analizada la evolución histórica de la sinodalidad y el primado, Anderson apunta que un posible tema pueden ser sus aspectos teológicos. «Las discusiones puramente históricas no son suficientes», pues la «Iglesia está profundamente enraizada en el misterio de la Santísima Trinidad, y es clave una eclesiología eucarística de comunión».
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