Dogmático Neuner: El Concilio Vaticano I no es obstáculo para la Iglesia sinodal

LOS DOGMAS PAPALES TAMBIÉN TENDRÍAN QUE SER REINTERPRETADOS EN LA PRÁCTICA.

MUNICH – En el Concilio Vaticano I se consolidó el poder de los papas: los dogmas de la primacía jurisdiccional e infalibilidad aseguraron su posición. ¿Es esto un obstáculo para la sinodalidad? El dogmático Peter Neuner no lo ve así.

Fuente:    katholisch

fxn

23.02.2023

Dogmático Neuner: El Concilio Vaticano I no es obstáculo para la Iglesia sinodal
Imagen: © KNA (imagen de archivo)

El dogmático Peter Neuner no ve en los dogmas papales del Concilio Vaticano I (1869-1870) ningún obstáculo para una mayor sinodalidad en la Iglesia. En la revista "Stimmen der Zeit" (número de marzo), el teólogo señala que el Concilio dio principalmente al Papa un mandato para la unidad de la Iglesia y la cristiandad, pero lo formuló en un marco de pensamiento adoptado del absolutismo. "Este no es el contenido dogmáticamente vinculante, sino solo la forma dominante de pensamiento entre los obispos del Concilio Vaticano I y propagada por el Papa Pío IX, pero altamente condicionada al tiempo y unilateral", dijo Neuner. "Debe y puede ser superada para que el mensaje de servicio a la unidad universal de la Iglesia tome una forma 'completa y perfecta' de lo que se impuso en la recepción oficial de la Iglesia".

La posición de los obispos, que fueron derrotados en la votación en el Concilio, ya se había convertido en la clave explicativa desde el principio en la interpretación de los dogmas de la primacía jurisdiccional e infalibilidad, dice el dogmático: "Enfatizaron la integración del Papa en el consenso de la Iglesia y en su tradición, es decir, exactamente aquellos aspectos por cuya inclusión habían luchado en vano en el Concilio". Por lo tanto, incluso hoy en día en la dogmática católica, el papado se entiende consistentemente como un servicio a la unidad de la Iglesia. Sin embargo, incluso después del Vaticano II, que mejoró el oficio de obispos e hizo de la comunión (comunión) un concepto clave, la Curia Romana gobernó la Iglesia de acuerdo con ideas "inspiradas mucho más por el absolutismo a raíz del Vaticano I que por la idea del Pueblo de Dios y la igualdad de sus miembros".

 

La sinodalidad como contraconcepto al absolutismo monárquico

Esto también explica la resistencia al proyecto sinodal del Papa Francisco: "Porque la sinodalidad ya es desde la etimología un contraconcepto al absolutismo monárquico", dijo Neuner. El concepto del sínodo incluye la idea de un camino común, excluye tanto la autocracia como la insistencia en el estado actual, enfatiza el dogmático: "Los sínodos son procesos en los que la Iglesia actúa como comunidad y está en movimiento, en los que se aventura en un terreno aún desconocido para cumplir mejor su naturaleza y misión de lo que lo hace en este momento o lo ha hecho hasta ahora".

En opinión de Neuner, por lo tanto, el proyecto de sinodalidad no puede dejar intactas las disposiciones del derecho canónico actual, en el que se enfatiza con más fuerza la primacía de la jurisdicción del Papa que su integración en la comunidad y su servicio de unidad: "Deben transformarse en reglas que den forma concreta al servicio de la unidad del Pueblo de Dios en nuestro tiempo y en el mundo". Hay que tener en cuenta que el servicio sólo puede entenderse desde el punto de vista al que se dirige: "Por consiguiente, el primado debe entenderse desde la Iglesia como Pueblo de Dios y en este marco". El punto de partida es la iglesia como comunidad. Aunque el primado es indispensable para esto, debe tener un efecto subsidiario, "por lo tanto, debe intervenir donde y solo donde las estructuras sinodales no estén a la altura de un desafío concreto".

 

Sínodo de los Obispos para trabajar en la participación del Papa en el consenso de la Iglesia

Para Neuner, la sinodalidad no puede limitarse al hecho de que el Papa y, sobre todo, la Curia renuncian a algunos poderes "que reclaman en su actual competencia única y exclusiva". Se necesita un cambio de perspectiva: "La decisión sobre si la intervención del ministerio de la iglesia universal es apropiada o necesaria por el bien de la unidad no puede ser tomada solo por la iglesia universal". Desde el Sínodo de los Obispos hasta la sinodalidad, el dogmático espera que esto sea seguido por una definición vinculante de cómo se debe diseñar concretamente la integración del Papa en el consenso de la Iglesia y la cristiandad, en particular a través de regulaciones para casos de conflicto. Con "Pastor aeternus", el Concilio Vaticano I aprobó la Constitución en 1870, que identificó la primacía de la jurisdicción y la infalibilidad del Papa como dogma. En la formulación del derecho canónico, el primado de la jurisdicción se refiere al "poder ordinario supremo, pleno, directo y universal", que el Papa como "cabeza del colegio episcopal, vicario de Cristo y pastor de la Iglesia universal aquí en la tierra [...] siempre puede ejercer libremente" (c. 331 CIC/1983).

A finales de enero, los dos cardenales responsables del proceso sinodal, Mario Grech y Jean-Claude Hollerich, escribieron una carta a los obispos de la Iglesia universal para inculcar la comprensión de la sinodalidad por parte del Papa Francisco. En la "Iglesia sinodal constitutiva" todos están llamados a ejercer su propio carisma eclesial para cumplir la misión común de evangelización, dice la carta. En el proceso sinodal, los obispos tienen la tarea de iniciar, guiar y concluir la consulta al Pueblo de Dios que se les ha confiado. En las fases posteriores, tendrían que ejercer juntos su "carisma de discernimiento" en el Colegio episcopal. "Estamos convencidos de que el Espíritu Santo, que guía el curso de la Iglesia, nos hace experimentar de esta manera cómo 'el Sínodo de los Obispos, que representa al episcopado católico, se convierte en la expresión de la colegialidad episcopal en una Iglesia sinodal perfecta'", citan los cardenales al Papa Francisco. Después de todo, es prerrogativa del Papa convocar, presidir y confirmar las asambleas sinodales. (fxn)