sábado, 24 de diciembre de 2022

La frondosa historia del árbol de Navidad

Muchos alemanes no podrían imaginarse un 24 de diciembre sin el abeto decorado con esferas brillantes y coloridas. ¿Cómo llegó este árbol desde los bosques a la sala de los hogares?

Fuente:   DW

Por   Heike Jüngst / RML

18/12/2022


El árbol iluminado en la Puerta de brandeburgo es un tradicional regalo de la embajada de Noruega a la ciudad de Berlín.

En Alemania no hay fiesta de Navidad sin árbol: unos 21 millones de árboles naturales adornaron las habitaciones germanas el pasado año, reporta la Asociación de Productores de Árboles de Navidad (BWS, por sus siglas en alemán). Eso sí, cada persona, familia y región interpreta la tradición a su manera.

 

¿Quién lo inventó?

El árbol de Navidad es “un invento”, afirma el ensayista Bernd Brunner en un libro que titula justamente: “La invención del árbol de Navidad”. Según sus investigaciones, ningún texto de historia da cuenta de una fecha de nacimiento exacta de la ahora central pieza del decorado navideño, no sólo en Alemania.

Podría haber aparecido por primera vez en Friburgo, en el año 1419, donde se dice que una panadería-dulcería lo adornó con galletas de especias y nueces. Pero nadie puede demostrarlo. Otras ciudades como Tallin, la capital de Estonia, o Riga, la de Letonia, se adjudican también la invención y exposición del primer árbol de Navidad. Pero la leyenda de Friburgo es de todos hermosa: en año nuevo, según se cuenta, se les permitió a los niños sacudir y saquear el árbol repleto de golosinas.

Las más antiguas pruebas documentales de la presencia de un árbol de Navidad provienen del suroeste del espacio lingüístico germano, sobre todo de zonas protestantes. Desde la alsaciana Sélestat (Schlettstadt, en alsaciano y alemán) se ha transmitido hasta nuestros días la noticia de que personas notables de la localidad adornaron un árbol con manzanas y obleas, que luego podían ser degustadas el Día de Reyes.

Existen además pruebas documentales de que la Catedral de Estrasburgo exhibió un árbol de Navidad en 1539. Y aunque fueron los gremios y asociaciones quienes terminaron por establecer la presencia de estos arbustos coníferos siempre verdes en sus sedes, la costumbre no se expandió a las casas sino hasta entrado el siglo XIX. Eso sí, sólo las clases adineradas podían darse este lujo. Al pueblo le tocó conformarse en principio con gajos de frescura y duración limitadas.

 

De culto de brujas a tradición cristiana

Sobre las más profundas raíces de esta tradición circulan también numerosas teorías. Antiguas culturas, que practicaron la adoración de bosques y plantas sagradas, consideraban que en los llamados árboles de hojas perennes habitaban dioses, que eran fuentes de vida. Se les asociaba con la salud, fertilidad, fuerza vital, protección. Los romanos coronaban sus casas con ramas de laurel para saludar el nuevo año. Pero el actual árbol cristiano surgió con la novena de Navidad, en el Medioevo, cuando la doctrina cristiana comenzó a representarse como pieza teatral para los fieles iletrados.

Durante mucho tiempo, las iglesias se negaron a tolerar el árbol pagano. “Pero el pueblo se impuso y la iglesia evangélica, siguiendo su tradición democrática, convirtió al árbol de Navidad en símbolo de estas festividades para todo creyente protestante”, dice el pastor Jeffrey Myers. Según fuentes históricas, fue hacia fines del siglo XIX que el árbol de Navidad apareció también en las regiones católicas de Alemania y Austria. 

 

De objeto de culto a escultura pop

El primer árbol iluminado se registra alrededor del año 1611, cuando la duquesa Dorothea Sibylle de Silesia le agregó velas al decorado. En torno a 1830 se sumaron las esferas de cristal soplado. Según la leyenda, la idea de estas esferas coloridas se le ocurrió a un pobre vidriero de la oriental Lauscha, en Turingia, que no podía darse el lujo de colgar en el árbol las caras nueces y manzanas de los ricos. Cierto o no, el hecho es que, hasta el día de hoy, la región es internacionalmente conocida como una de las más importantes en el arte del soplado de vidrio en  Europa Central.

De cristal o plástico, las esferas son hoy parte indiscutible del decorado del árbol navideño. Chillonas o clásicas, de uno o varios colores, según se ponga de moda. Con el paso del tiempo la decoración del árbol se ha vuelto cada vez más opulenta y suntuosa. Y las más “increíbles” tendencias de la moda se muestran cada año en la Christmasworld, la mayor feria internacional de decoración navideña, en Fráncfort del Meno, cuenta también el pastor Jeffrey Myers. Si uno se fija en todo lo que allí se muestra, puede llegar a la conclusión de que el árbol ha vuelto a su origen pagano, dice.

El pastor ya estuvo en la feria una vez, en un pabellón de la iglesia evangélica, para insistir en el significado religioso de la festividad: aunque nadie sepa la fecha exacta del nacimiento de Jesús de Nazareth, la Navidad es la celebración del nacimiento de Jesucristo y "muchos lo han olvidado", cree Myers. No obstante, en Alemania, el pastor se siente a gusto: después de enterarse de todas las tendencias, los alemanes siguen colgando en el árbol lo mismo que colgaban en su niñez. De ahí que, por estas tierras, las clásicas bolas rojas, plateadas y doradas sigan brillando entre las ramas siempreverdes del abeto navideño.

Autora: Heike Jüngst / RML

Editor: Enrique López

 

 

 

 

 

 

Y para colmo de males, los ratones habían roído los fuelles del órgano de la iglesia de San Nicolás de Oberndorf. Nada parecía funcionar en esa Navidad.

Joseph Franz Mohr, un pastor auxiliar de 26 años, atraviesa el campo nevado en la mañana de Nochebuena. Es el año 1818, y en un bolsillo encuentra un trozo de papel con un poema que había escrito dos años antes: "Noche de paz, noche de amor", en alemán "Stille Nacht, heilige Nacht”.

 

Cuando se pierden se aprecian: paz y armonía

Mohr acude a su amigo, el profesor y organista Franz Xaver Gruber, y le pide escribir una melodía para el texto en un abrir y cerrar de ojos, y a dos voces con acompañamiento de guitarra, ya que el órgano había sido dañado. Por la tarde, justo a tiempo para la misa de Navidad, la obra está terminada.

Mohr canta el tenor, Gruber toca el bajo y los asistentes de la iglesia de San Nicolás de Oberndorf quedan encantados. Esta canción le devolvió a los habitantes de la región lo que tras la guerra ya no creían que existiera: un mundo en paz y armonía. Este villancico fue consuelo y esperanza para las almas maltratadas por la invasión napoleónica.

 

"Noche de paz, noche de amor": un eterno hit

Así va una de las estrofas:

    Noche de paz, noche de amor,

    oye humilde el fiel pastor,

    coros celestes que anuncian salud

    gracias y gloria en gran plenitud...

 

Así, desde hace 204 Navidades esta canción, escrita originalmente en alemán, le da la vuelta al mundo. La familia de cantantes tiroleses Rainer se la cantó al zar ruso Alejandro I y al emperador austriaco Francisco I. En la que hoy es Alemania se estrenó en Leipzig en 1831. Ocho años después, en Nueva York.

Desde 2011, "Noche de paz" figura incluso en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.

 

Mohr, socorrista de los pobres

Joseph Mohr no se enteró del entusiasmo mundial que generó con su villancico. Como hijo ilegítimo de una tejedora y de un mosquetero desertor, mandó a construir junto a la iglesia de Wagrain, su última estación como pastor, un refugio para los ancianos necesitados que - tras cumplir su tiempo de trabajo como peones - eran abandonados a su suerte y expulsados de la granja.

También construyó una escuela y vendió su vaca para pagar los libros de los niños. Cuando Mohr murió a los 56 años, fue enterrado en la tumba de uno de los indigentes que él socorría. Hoy en día, miles de turistas peregrinan anualmente a la capilla de la Noche de Paz de Oberndorf.

Hoy, este cántico sigue siendo un bálsamo para los habitantes de un mundo al parecer cada vez más inseguro, violento e injusto. Su letra y su música logran la magia de poner a los escuchas en un estado de reflexión, y por lo menos de reconciliación consigo mismos.

 

(er)

 

 

 

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