El cardenal Omella, a la asamblea plenaria: “Nos duelen muy de veras y pedimos perdón a Dios, a las víctimas y a la sociedad”
Fuente: El País
Por: Juan G. Bedoya
Madrid
Los obispos españoles han iniciado este lunes su plenaria de otoño, que cerrarán el viernes en Santiago de Compostela, sin que en el orden del día oficial aparezca la pederastia. No podrán, sin embargo, evitar el tema. Un grupo de al menos ocho prelados, según fuentes internas, piensa plantear la necesidad de que la Conferencia Episcopal Española (CEE) acuerde la elaboración de un estudio interno para conocer el alcance real de los abusos a menores. Su presidente, el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, solo aludió al asunto de pasada, mediado su largo discurso de apertura. “A pesar de nuestras infidelidades, el Espíritu Santo continúa actuando en la historia y mostrando su potencia vivificante. Con él no tememos afrontar temas como la falta de fe y la corrupción dentro de la Iglesia que nos duelen muy de veras y pedimos perdón a Dios, a las víctimas y a la sociedad, a la par que trabajamos por su erradicación y prevención”, dijo.
Son ya varias las conferencias episcopales europeas que están investigando a fondo los abusos a menores y las corrupciones sexuales en sus iglesias, algunas, como las de Francia, Alemania y Portugal, con gran exposición mediática. La CEE se resiste a cualquier investigación, interna o externa. La negativa a poner a disposición de expertos los archivos eclesiásticos coloca a los obispos españoles a la cola de la transparencia. Sorprendentemente, la Iglesia católica italiana se encuentra en la misma situación, a pesar de que Francisco, como obispo de Roma, forma parte de ella y ha exigido varias veces tolerancia cero e investigaciones.
“Si de verdad se quiere hacer algo, hay que dejar manos libres a investigadores independientes para que hagan su trabajo, y lo presenten en sociedad”, plantean varios prelados. Omella, en cambio, despacha el problema como un asunto de fe y de prestigio. Dijo: “Es cierto que la fe va perdiendo presencia en la cultura ambiental, lo cual también está provocado, tenemos que reconocerlo, por las inconsistencias internas de la Iglesia y de los cristianos, y, también hay que decirlo claro: de nosotros, los propios pastores de la Iglesia. Y por ello pido perdón, pues con nuestra falta de testimonio e incoherencias, por nuestras divisiones y falta de pasión evangelizadora, en no pocas ocasiones contribuimos, no sin escándalo, a la desafección y a la falta de confianza en la jerarquía, en la propia Iglesia”.
Los obispos acabarán su asamblea en Santiago de Compostela, en donde se espera a Francisco el próximo año. También empiezan a preparar la visita ad limina apostolorum (en el umbral de los apóstoles), que el Vaticano ha programado para la segunda quincena de diciembre y las primeras semanas de enero de 2022. El objeto de esa visita, aparte las connotaciones turísticas y religiosas, tiene sus solemnidades, pero también sus riesgos. Cada prelado despacha a solas con el Papa y debe presentar la documentación solicitada con antelación por los dicasterios romanos. Teniendo en cuenta que muchos se han expresado en desacuerdo con Francisco, el encuentro con el Pontífice Romano les resultará delicado.
Por si hubiera dudas de la comunión de todos “con el Sucesor de Pedro y Cabeza del Colegio Apostólico”, Omella acabó su discurso afirmando que caminan “todos juntos en comunión cum Petro et sub Petro” (Con Pedro y bajo Pedro). Añadió: “Quiero expresar el sentimiento de profundo afecto de la Iglesia en España, de sus pastores y comunidades, con el papa Francisco, con su persona y su magisterio”.
Gran parte del discurso de Omella se centró en cuestiones internas de su organización, sobre todo en el sínodo en el que está sumida la Iglesia universal, pero también hizo un repaso a los graves problemas que, en su opinión, enfrenta España por culpa de las ideologías (“asfixian, destruyen, separan”), y por las políticas del Gobierno en educación, enseñanza de la religión y moral católica en las escuelas, la legislación sobre el “suicidio asistido” y por varias propuestas económicas.
“Muchos dicen que hay que modernizar la Iglesia porque se está quedando atrás. Este Sínodo va a ayudar a superar la imagen que para algunos sigue prevaleciendo de la Iglesia como sociedad de desiguales donde unos mandan y otros obedecen, unos enseñan y otros aprenden, unos celebran y los demás asisten”, dijo sobre el primer punto. Respecto a las negociaciones con el Gobierno sobre el pacto educativo se mostró muy decepcionado, en la idea de que hay una ofensiva contra las escuelas católicas concertadas y contra la propia Iglesia católica.
Como si hubiera querido aguar la 118 asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal, la embajada del Vaticano desveló minutos antes del discurso del cardenal Omella los nombramientos de nuevos obispos, algunos largamente esperados, entre ellos el siempre polémico vicario general castrense, desde ahora general de División con mando, tropa y salario de tan alta graduación militar. Dice el comunicado oficial sobre el nuevo general vicario: “El Papa ha nombrado a Juan Antonio Aznárez Cobo arzobispo castrense. En la actualidad es obispo auxiliar de Pamplona y Tudela. El nombramiento se hace público hoy, lunes 15 de noviembre”.
El arzobispado castrense llevaba vacante desde el fallecimiento por covid-19 de Juan del Río Martín, en enero pasado. El ya arzobispo Aznárez (Éibar, Guipúzcoa; 59 años) estudió en el seminario de Pamplona y en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. También es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza.
Las negociaciones entre el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Nunciatura para llegar a este nombramiento han sido largas y complicadas por la relevancia del cargo y por los gastos en salarios y personal que suponen a los presupuestos del Estado. El Gobierno descartó varios nombres propuestos por el nuncio en Madrid, el filipino Bernardito Auza, hasta que fue incluido en la terna elevada al Rey el nombre de Aznárez. Se dice que el nombramiento lo ha hecho el Papa. Es una verdad que miente. Sobre la terna pactada por el Gobierno y el Nuncio, es el Rey quien elige finalmente. El Papa solo lo proclama.
Lo dice uno de los acuerdos (en realidad, concordatos) firmados en Roma en 1976 y 1979, de espaldas a la negociación de la Constitución de 1978. Señala el referido al vicariato castrense: “La provisión del Vicariato General Castrense se hará mediante la propuesta de una terna de nombres, formada de común acuerdo entre la Nunciatura Apostólica y el Ministerio de Asuntos Exteriores y sometida a la aprobación de la Santa Sede. El Rey presentará, en el término de 15 días, uno de ellos para su nombramiento por el Romano Pontífice”.
Se ha criticado muchas veces que esos acuerdos eran inconstitucionales. El de 1976 es incluso preconstitucional. El Acuerdo de Asuntos Jurídicos recoge: “Antes de proceder al nombramiento de Arzobispos y Obispos residenciales y de Coadjutores con derecho a sucesión, la Santa Sede notificará el nombre del designado al Gobierno por si respecto a él existiesen objeciones concretas de índole política general, cuya valoración corresponderá a la prudente consideración de la Santa Sede. Se entenderá que no existen objeciones si el Gobierno no las manifiesta en quince días. Las diligencias se mantendrán en secreto”.
El nuevo vicariato castrense, con categoría e infraestructuras de una diócesis, cuenta con personal semejante a un ministerio, como cinco vicariatos, correspondientes a las cinco ramas de las Fuerzas Armadas, y 13 parroquias en los cuarteles. Como archidiócesis, también tiene su catedral y un seminario, ambos en Madrid. Entre su personal, figuran un secretario general y varios delegados, además de unos setenta capellanes castrenses, varios en misiones con las tropas españolas en el extranjero.
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