Fuente: Religión Digital
Por: Jordi Pacheco
12/11/2021
"El gran número de personas que abandonan la Iglesia es una señal: las estamos expulsando"
Que la Iglesia universal está en crisis, ya no hay quien lo niegue. Y no sólo por los escándalos de abusos a menores en su seno sino también por la drástica disminución de sacerdotes y de feligreses. Lo sabe muy bien el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing, quien ha mostrado de nuevo su preocupación ante la aparente falta de soluciones reales para paliar los males que corroen la institución. “Si no cambiamos nada, cambiaremos iremos hacia el cero. Necesitamos un cambio radical de perspectiva en la Iglesia”, afirma el prelado en una entrevista a Katholish.de.
Para Bätzing, preguntarse por el futuro de la Iglesia, (“¿Qué será de nosotros?”) es inútil y sólo conduce a la frustración, a la resignación y a buscar culpables. “Durante mis visitas, suelo decir que ninguno de nosotros tiene la culpa, simplemente para crear un poco de libertad y apuntar a un cambio de perspectiva: no hay que preguntarse ‘qué será de nosotros’ sino ‘para quién estamos aquí’. Porque tenemos un mensaje de cuyo poder estoy muy convencido. El Evangelio despliega su poder también hoy. Los sacramentos están ahí para las personas y actúan en sus vidas”, advierte el prelado.
A pesar de que el pasado verano ya mostró su “profunda conmoción y dolor” ante el descenso de fieles en Alemania, Bätzing considera que el mensaje cristiano sigue interesando a la gente, si bien son necesarios nuevos puntos de contacto. “Mi experiencia es que cuando salimos a otros medios, descubrimos gente que tiene las mismas preguntas que nosotros. Es posible que no les preguntes tan alto, o que no tengas compañeros para hablar de ellos. Si te haces presente ahí, en el desinterés, entonces de repente surgen espacios de interrogación. Lo hemos aprendido de maravilla con la cultura de la acogida. Espacios de preguntas y movimientos de búsqueda. No en masa. También tenemos que decir adiós a eso. Ya no seremos un movimiento de masas”.
"El tiempo de la timidez ha terminado"
A sus 60 años de edad, el presidente de los obispos alemanes no esconde sus opiniones sobre temas espinosos como la ordenación de mujeres o el celibato. Preguntado por si no sería necesaria más moderación por su parte, el prelado apunta que el episcopado alemán conoce perfectamente cuáles son sus convicciones. “Saben que no me callo sobre ellos, pero también saben que estoy abierto a las críticas. Si a alguien no le gusta lo que digo, puede decirlo, incluso públicamente. Pero ahora no es momento para la moderación. No soy un obispo para los demás obispos, sino para los fieles de mi diócesis. Tienen derecho a saber lo que pienso y cómo me posiciono. En este sentido, es un deber interior de conciencia si digo aquí y allá muy claramente lo que pienso”, reconoce.
“A mi edad”, agrega el obispo, “el tiempo de la timidez ha terminado. Antes era diferente. Hubo momentos en los que fui más reservado. Pero hay tanto en juego en nuestro tiempo que es importante decir lo que pensamos. Si no podemos hacer eso en la Iglesia, me preguntaría realmente si esta sigue siendo mi casa, y lo es”.
Reconoce Bätzing que en el transcurso de su vida, ciertos puntos de vista se han vuelto más claros. A este respecto, considero que la cuestión de las mujeres en la Iglesia es decisiva para el futuro. “Sobre esa cuestión, he cambiado mucho, de modo que incluso antes de ser obispo ya no veía que los argumentos a favor de que el sacerdocio esté reservado a los hombres sigan siendo asumidos por el pueblo de Dios. Y eso es una cualidad teológica. Si eso ya no ocurre, tengo que preguntarme si puedo argumentar de esa manera. Esa es la pregunta que me hago mucho. ¿Podría entonces imaginarme figurativamente a una mujer asumiendo un oficio sacramental en la Iglesia? Entonces hoy digo: Sí, puedo”, afirma.
Preguntado por si las posibles trabas a las reformas del camino sinodal alemán podrían empeorar aún más las cosas en la Iglesia, Bätzing considera que no, puesto que ya la institución está en una posición pésima a ojos de la opinión pública y, sobre todo, a ojos de los miembros de la iglesia. “El hilo de la paciencia se estira hasta el punto de ruptura, incluso entre los más comprometidos. El elevado número de personas que abandonan la iglesia son señales: os estamos expulsando. No están contentos con la forma en que la Iglesia está cambiando y con el ritmo del cambio. Les gustaría formar parte de ella. Quieren mantener su fe, pero no ven cómo pueden hacerlo en esta Iglesia. Así que el drama ya está ahí. No puede ser peor”, resume.
Con respecto al Camino Sinodal, Bätzing reconoce que se trata de gestionar las expectativas. “¿Tengo la expectativa de que el Camino Sinodal exija ahora el sacerdocio para las mujeres? Si lo exigiera, sabemos lo que Roma y el Papa tendrían que responder. No puede introducirlo en absoluto, ahora, sino sólo a través de un proceso conciliar. Por lo tanto, esta exigencia sería imprudente y, en mi opinión, no se producirá”.
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