260 familias han encontrado una nueva vida en un pueblo gracias a Proyecto Arraigo, una propuesta que la Iglesia valora para repoblar el mundo rural
Fuente: Alfa&Omega
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
08/09/2021
Rachel y Diego, junto a su hijo Lucas, los abuelos y Don Paco, el párroco de Lozoyuuela. Foto: Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Rachel y Diego, junto a su hijo Lucas y los padres de él, vivían hace apenas unos meses en el barrio madrileño de Peñagrande, en un piso «minúsculo» en el que «apenas cabíamos». Hoy, en cambio, abren para Alfa y Omega las puertas de su casa en Lozoyuela, en la sierra Norte de Madrid: «El alquiler nos cuesta la mitad y, en cambio, es más del doble de grande, con jardín y todo. Aquí vivimos más desahogados, con más espacio, en un ambiente más saludable para Lucas», confiesan. «Un día mirando Instagram me encontré con que en Italia se estaban vendiendo casas al precio de un euro a familias que quisieran cambiar de vida y mudarse a vivir a un pueblo», explica Rachel. «Me puse a buscar algo parecido en España y me encontré con Proyecto Arraigo. Escribí un formulario y aquí estamos», sonríe.
Proyecto Arraigo es una de las experiencias que se presentan en el seminario sobre la España rural que organiza los días 13, 20 y 27 de septiembre el Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española, con el objetivo de reflexionar sobre el ámbito rural como reto humano, ecológico y evangelizador.
En el seminario, diferentes comisiones diocesanas de ecología integral, ONG, instituciones de desarrollo rural, sacerdotes y religiosos de comunidades rurales, e incluso políticos como Ignacio Urquizu, alcalde de Alcañiz, hablarán sobre la situación de la España vacía y las oportunidades que, sin embargo, ofrece desde el punto económico y social, e incluso para el cuidado del entorno natural.
Este seminario tendrá lugar con ocasión del Tiempo de la Creación, que durante todo este mes y hasta el 4 de octubre, fiesta de san Francisco de Asís, busca «responder compasivamente al grito de la tierra y de lo humano», como afirman los obispos de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social en su mensaje por la Jornada de Oración por el Cuidado de la Creación que acabamos de celebrar el pasado día 1.
Esta inquietud por recuperar el vínculo entre el ser humano y la casa común es la que ha llevado al Papa Francisco a recomendar «audacia» a la hora de afrontar el reto de la repoblación del territorio rural. «No nos podemos dejar paralizar por las dificultades», indicó a los obispos italianos reunidos la semana pasada para realizar un plan de relanzamiento territorial en las zonas más alejadas de las ciudades.
Una apuesta que compensa
Esta «audacia» es la que ha llevado también a Rachel y Diego a este pequeño pueblo al norte de Madrid, y la apuesta les ha compensado. «En cuanto vimos la casa nos encantó», recuerda ella. «Además, vivir en el pueblo es muy distinto a vivir en la ciudad. No hay ruido, hay mucha paz, el aire es muy bueno y se respira bien, y tienes un montón de caminos para pasear y perderte», dice Diego.
La casa en la que están de alquiler pertenece a la parroquia del pueblo. De hecho, don Paco, el párroco local, es su vecino del piso de arriba. La relación es tan estrecha que, al mes de mudarse, don Paco bautizó a Lucas en una bonita ceremonia en la iglesia. «Para mí, tener una familia como ellos tan cerca es un modo muy agradable de sentirme acompañado. Y para la parroquia es un desahogo económico poner en alquiler una vivienda que no se utilizaba, lo que nos permite cubrir gastos», asegura el sacerdote.
Vida sostenible
La de Rachel y Diego es una de las más de 260 familias que ha reubicado Proyecto Arraigo en 130 pueblos de la España rural desde hace apenas cuatro años. «Y tenemos más de 5.000 en lista de espera, con ganas de irse a vivir a un pueblo», afirma Enrique Martínez Pomar, el fundador de esta empresa social que pone en contacto a particulares y entidades rurales –parroquias y ayuntamientos, sobre todo, pero también otros particulares– que quieran alquilar una vivienda y atraer gente a sus pueblos. «Somos una empresa social», afirma Martínez Pomar, ingeniero agrónomo con una larga experiencia laboral en la provincia de Soria, que harto de ver cómo los pueblos de su entorno se iban vaciando decidió hacer algo para remediarlo. «Nuestro objetivo principal es llevar a personas y familias a los pueblos y que se empadronen allí. Les buscamos una casa en alquiler y trabajamos para que puedan vivir con tranquilidad, de una forma sostenible e integrada», dice.
Para ello hacen un trabajo exhaustivo en cada caso, estudiando bien tanto a las familias y sus perfiles como las localidades de destino, pues «conociendo los pueblos les podemos hacer más fácil el arraigo». Entre los particulares hay de todo: familias con o sin niños, particulares con trabajo o sin él, emprendedores e incluso víctimas de violencia de género. «Todos buscan una nueva vida en un entorno natural, limpio, sin prisas», añade.
«La Iglesia puede hacer mucho por la repoblación del mundo rural», sostiene el fundador de Proyecto Arraigo. «Aparte del patrimonio en desuso que pueda tener en los pueblos y que se puede ofrecer como vivienda en alquiler, los sacerdotes y los religiosos son los que mejor saben integrar a los que vienen de fuera», concluye.
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