Fuente: Il Sismografo
14/07/2023
El cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco comienza a perfilarse. El Pontífice, en el Ángelus del pasado domingo, anunció por sorpresa la celebración de un nuevo consistorio para crear 21 nuevos cardenales el próximo 30 de septiembre, 18 de los cuales son menores de 80 años y, por lo tanto, electores la siguiente vez que los purpurados se encierren en la Capilla Sixtina. En su mayoría, son prelados con un marcado perfil internacional y jóvenes –la edad media de los elegidos es de 62,9 años–, por lo que queda claro que el Pontífice quiere que formen parte durante años del Colegio Cardenalicio. Es el noveno consistorio –la ceremonia en el que el Pontífice otorga las nuevas púrpuras– del pontificado del papa argentino, que prácticamente ha celebrado uno por año, y que ya ha impreso su huella en el futuro de la Iglesia: un 72% de los purpurados con derecho a voto en el próximo cónclave han sido elegidos durante su papado. Por lo tanto, es muy probable que su sucesor refleje, al menos, en parte, su visión de la Iglesia.
Según el precedente establecido por Pablo VI, el número de cardenales electores no debe sobrepasar los 120. Pero tanto Juan Pablo II, Benedicto XVI como Francisco han superado en ocasiones este lindar. Con los nuevos purpurados que serán creados a finales de septiembre, habrá 137 miembros del Colegio Cardenalicio con derecho a entrar en el próximo cónclave, ya que dos italianos –elegidos por Benedicto XVI– cumplirán los 80 años antes de esa fecha. Cuando es evidente que este pontificado se encuentra en una fase final –aunque no está claro cuánto durará–, el anuncio ha generado una especial atención, porque poco a poco se pueden comenzar a estudiar los componentes del próximo cónclave.
Se prevé otro consistorio pronto porque una veintena de electores dejarán de serlo en dos años
Aunque algunos analistas ya adelantan que todavía es pronto para hacer quinielas de papables, porque la lista definitiva de electores sigue sin estar terminada. “Todavía no tenemos los números finales, porque creo que va a hacer otro consistorio a finales del próximo año, antes del Jubileo del 2025. Al menos 20 cardenales superarán los 80 años en los próximos dos años y hay algunos enfermos más, por lo que es esperable”, apunta el periodista Gerard O’Connell, autor de The election of pope Francis, una exhaustiva radiografía del cónclave del 2013.
En su anuncio, asomado a la ventana del Palacio Apostólico, el Papa expresó que la procedencia de los nuevos purpurados refleja la “universalidad de la Iglesia”. Como en las anteriores ocasiones, la elección de los cardenales demuestra la voluntad de Francisco de priorizar la Iglesia periférica, con nombramientos de diócesis alejadas de una Europa cada vez más secularizada. Por ejemplo, ha elegido al arzobispo de Ciudad del Cabo, el sudafricano Stephen Brislin; al tanzano Protase Rugambwa, arzobispo coadjutor de Tabora; al arzobispo de Penang (Malasia), Sebastian Francis; al de Hong Kong, Stephen Chow Sau-yan, o al de Yuba, el sudanés Stephen Ameyu Martin Mulla.
Poco a poco, Bergoglio ha ido incluyendo a nuevos obispos
que expresen sus preocupaciones, como la atención a las minorías o el diálogo
interreligioso, y ha premiado diócesis que jamás habían tenido cardenales,
mientras no ha seguido la tradición de elevar a cardenales a los arzobispos de
Venecia o Milán, que siguen sin purpurado.
España, el segundo país del mundo con más purpurados, se consolida como
potencia cardenalicia
“La inclusión de los nuevos cardenales en la diócesis de Roma manifiesta también el vínculo inseparable entre la Sede de Pedro y las Iglesias particulares extendidas por todo el mundo”, explicó el Pontífice, de 86 años, que acaba de ser operado de una hernia abdominal que le provocaba fuertes dolores.
Sin embargo, en esta ocasión, la mitad de los nombres de los hombres que recibirán el birrete rojo en septiembre provienen del Viejo Continente. Tres de ellos son españoles: el arzobispo de Madrid, recientemente nombrado, José Cobo –aunque su predecesor, Carlos Osoro Sierra, sigue siendo elector–; el rector mayor de la Congregación de los Salesianos, Ángel Fernández Artime, y François-Xavier Bustillo, el joven obispo (de 54 años) que tiene al cargo la diócesis de Ajaccio, en la isla de Córcega. Con ellos, España se confirma como una potencia cardenalicia, ya que es el segundo país del mundo con más purpurados, solo por detrás de Italia. En todos los consistorios de Francisco ha habido por lo menos un español.
Tres de los nombramientos eran esperables, los de
importantes dirigentes de la Santa Sede que todavía no habían sido creados
cardenales. El primero, el recién elegido prefecto del Dicasterio para la
Congregación de la Doctrina de la Fe, el argentino Víctor Manuel Fernández –más
conocido como Tucho –, un amigo personal de Francisco, que ha sido criticado
porque hace treinta años escribió un libro titulado Sáname con tu boca. El arte
de besar , que pretendía ser una catequesis sobre el amor para los jóvenes.
También han sido promovidos el prefecto del Dicasterio para los Obispos, el
estadounidense Robert Francis Prevost, y el de Iglesias Orientales, el italiano
Claudio Gugerotti. Con ellos los jefes de 14 de los 16 dicasterios
(ministerios) vaticanos serán cardenales.
Uno de los nuevos cardenales es el recién elegido prefecto de la Doctrina de la
Fe, amigo del Papa.
Otros han sido más sorprendentes, como el del auxiliar de Lisboa, Américo Manuel Alves Aguiar, o el del polaco Grzegorz Rys, arzobispo de Lodz. Además, ha querido premiar a obispos que han realizado labores importantes en escenarios complicados, como el patriarca de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, o el francés Christophe Pierre, representante de la Santa Sede en EE.UU.
“Los nombres están hechos para sorprender. Al Papa le irrita que se filtren noticias y no las comenta con nadie. No es una leyenda que muchos no se enteran hasta el momento”, explica Giovanni Maria Vian, experto en historia de la Iglesia y exdirector de L´Osservatore Romano, el diario del Vaticano.
Otra característica es que no solo no son un grupo homogéneo. El Papa elige a candidatos tan alejados que en muchas ocasiones no se conocen entre ellos, por lo que no será fácil que formen corrientes o alcancen acuerdos en el próximo cónclave. Por lo tanto, es erróneo pensar que la mayoría de cardenales creados por Francisco formen un grupo unitario “bergogliano”, como temen en la oposición ultraconservadora al Pontífice. “Que haya elegido a tantos cardenales no significa que todos ellos vayan a optar por otro Francisco. Los cónclaves son absolutamente impredecibles. Muy pocos supieron adivinar la elección de Bergoglio”, recuerda Vian sobre el cónclave del 2013.
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