SÍNTESIS DIOCESANA
PREGUNTA Nº 1.- «Después de leer el Documento de la etapa continental en un clima de oración, ¿qué intuiciones resuenan más fuertemente con las experiencias y realidades concretas de la Iglesia en el continente europeo? ¿Qué experiencias parecen nuevas o iluminadoras?»
1.- INTUICIONES QUE RESUENAN CON MÁS FUERZA
Con una visión de Iglesia universal, se constata la necesidad de cambio y de conversión en la Iglesia a todos los niveles. El propio proceso sinodal es ya un camino de conversión que conduce a la renovación misionera, con el fin de ser menos una Iglesia de conservación y más una Iglesia misionera.
La referencia fundamental al bautismo y a la vocación bautismal nos compromete a todos en la misión evangelizadora y la corresponsabilidad dentro de la Iglesia desde la radical dignidad común de todos los bautizados. Es necesario renovar la vida y ministerios en la Iglesia, valorando todas las vocaciones.
Una nueva cultura sinodal implica mayor conciencia ecuménica y de diálogo interreligioso.
Para seguir creciendo en la escucha y en el discernimiento, y ensanchar la tienda de la iglesia, se requiere una formación sinodal que favorezca la unidad en la diversidad y una Iglesia más inclusiva; así como un replanteamiento de la participación de la mujer, para alcanzar su plena igualdad como bautizada. También la Iglesia debe encontrar formas de atraer a los varones a una participación más activa.
La del descubrimiento de una Iglesia que escucha, acoge y se compromete con el grito de los pobres y el clamor de la tierra.
EXPERIENCIAS NUEVAS E ILUMINADORAS
El DEC ilumina el proceso sinodal favoreciendo la toma de conciencia de la situación de la Iglesia a nivel local, nacional y universal.
La ilusión y alegría que ha despertado el proceso sinodal ha dado a muchos la oportunidad de expresarse con libertad y avivar el sentimiento de pertenencia a la Iglesia.
La misma experiencia sinodal ha supuesto una experiencia concreta de escucha a la voz del Espíritu, y el mismo método de conversación espiritual ha favorecido la acogida, el diálogo, el encuentro en la diversidad y la posibilidad de realizar un discernimiento personal y comunitario. La sinodalidad forma parte del ser de la Iglesia.
La necesidad de cuidarnos y de crecer como cristianos nos ha llevado a la creación de procesos comunitarios en parroquias y comunidades.
2.- «Después de leer el Documento de la etapa continental y haber estado en oración, ¿qué tensiones o divergencias sustanciales surgen como particularmente importantes desde la perspectiva del continente europeo? En consecuencia, ¿cuáles son las cuestiones e interrogantes que deberían abordarse y considerarse en las próximas fases del proceso?»
El proceso sinodal ha puesto de relieve notables diferencias dentro de la Iglesia, que se manifiestan en la existencia de sectores que desconfían, están en contra del Sínodo y no participan, o ven con escepticismo la eficacia real del mismo. Lo que plantea la cuestión de cómo abordar esta diversidad y cómo escucharnos en esta divergencia.
Las resistencias de una parte del clero, la pasividad de los laicos en el proceso, así como la percepción generalizada de separación entre los sacerdotes y el resto del Pueblo de Dios, plantea la cuestión de cómo armonizar la comprensión de una Iglesia ministerial con la de su carácter jerárquico, lo que exige, entre otras cosas, el replanteamiento del significado del ministerio ordenado en una Iglesia sinodal y la superación del clericalismo.
La tensión entre una comprensión de la Iglesia jerárquica y la exigencia de una participación real de todo el Pueblo de Dios en su gobierno, implica la renovación canónica de las estructuras y las instituciones, adoptando un modo de proceder sinodal.
La tensión que experimentan muchos cristianos entre su pertenencia a la Iglesia y sus propias relaciones afectivas supone un desafío para la Iglesia que, por un lado, ha de establecer con ellos relaciones reales a través de la atención y la autenticidad y, por otro, discernir sobre su integración plena en la comunidad cristiana planteando, entre otras cuestiones, la de su acceso a los sacramentos.
La dignidad bautismal común de la mujer en la Iglesia y su esencial igualdad en el Pueblo de Dios, contrasta con la falta de una participación plena e igualitaria de hecho y reclama un discernimiento sobre algunas cuestiones específicas, como son su acceso a las estructuras de gobierno en todos los niveles de la vida eclesiástica y su admisión a los distintos ministerios.
3.- «Mirando lo que surge de las dos preguntas anteriores, ¿cuáles son las prioridades, los temas recurrentes y las llamadas a la acción que pueden ser compartidas con las otras Iglesias locales de todo el mundo y discutidas durante la Primera Sesión de la Asamblea Sinodal en octubre de 2023?»
La necesidad de un discernimiento de la Iglesia universal para la acogida, escucha y acompañamiento, comprende a personas y colectivos que viven estos tres tipos de situaciones: a) Los que sienten una tensión entre la pertenencia a la Iglesia y sus propias relaciones afectivas: los divorciados vueltos a casar, los padres y madres solteros, los diversos modos de familia y las personas LGBTIQ+; b) Los excluidos de la sociedad y de la comunidad cristiana que reclaman solidaridad, diálogo, acompañamiento y acogida: los más pobres, los ancianos solos, las personas con discapacidad, los enfermos, los inmigrantes, los trabajadores precarios, el pueblo gitano...; c) Las personas alejadas de la Iglesia, especialmente los jóvenes, y los que habiendo formado parte de la comunidad se han alejado por distintos motivos.
La participación plena e igualitaria de las mujeres en todos los niveles de la vida eclesial implica que, con fundamento en su vocación bautismal, sean llamadas a asumir responsabilidades y liderazgos en todos los órganos de consulta y/o gobierno de la Iglesia y a acceder a los diversos ministerios.
Es necesario profundizar en la corresponsabilidad como servicio a la misión, construyendo, desde el discernimiento, una Iglesia ministerial y carismática que, con la guía de los pastores, y armonizando las dimensiones institucional y carismática, promueva todas las vocaciones y carismas.
asumir funciones de responsabilidad. Hemos de ser capaces de crear espacios y acompañar procesos comunitarios para crecer en actitudes sinodales que, desde una conversión personal, comunitaria y de estructuras, construyan una Iglesia acogedora.
La colaboración y el establecimiento de alianzas con otras confesiones cristianas, creyentes de otras religiones y personas de buena voluntad, en la respuesta a los retos sociales y medioambientales, nos ha de ayudar al relanzamiento del compromiso con la unidad de los cristianos como testimonio común en un mundo fragmentado, dando así un renovado impulso a una formación específica para el diálogo ecuménico e interreligioso.
La implementación de un estilo sinodal en la celebración litúrgica ha de favorecer la participación activa de todos los fieles para acoger las diferencias, valorar todos los ministerios y reconocer todos los carismas. Para ello, deberían abordarse cuestiones tales como el replanteamiento de una liturgia demasiado centrada en quien preside, la revisión de las formas de participación activa de los laicos, la calidad de las homilías, la separación entre la liturgia y la vida de las personas y de la comunidad, la necesidad de incorporar la cultura local a la liturgia y una formación litúrgica renovada.
ANEXO I: ORIGEN DE LAS APORTACIONES
Las aportaciones provienen, por un lado, de la reunión conjunta de los consejos presbiteral y pastoral, así como de los cuestionarios de los 64 grupos sinodales de 46 entidades eclesiales, es decir, un 26 %, respecto de los 250 cuestionarios de los 340 grupos de la fase diocesana.
Parroquias: Rurales: Ejea y Tauste. De Zaragoza capital: Buen Pastor (2 grupos), La Magdalena (2), Santo Dominguito de Val, Belén (2), Sta. Rafaela María (3). Santa Engracia (3), S. Mateo, Los mártires, S. Juan de la Cruz, Montserrat, La Almudena, La Presentación (2), Ntra. Sra. de Lourdes, S. Francisco, Ntra. Sra. del Rosario (2), S. Pablo (2), San Andrés (3), Amor Hermoso y El Portillo.
Asociaciones laicales: Grupo de la DEAS, CDAC, CVX, CECO, ACG, Laicado Vedruna y Grupo de jóvenes de Arco Iris, Cursillos de Cristiandad.
Comunidades y monasterios: Hnas. De Santa Ana (3), Mercedarias Misioneras, Canonesas, M. Cisterciense Sta. Lucía y Carmelitas Descalzas.
Grupos de sacerdotes: MIDE, Residencia de San Carlos y otro grupo (sacerdotes + 1 laico).
Arciprestazgo: S. Valero.
Otras entidades: Seminario diocesano, Centro Pignatelli (2), Profesores colegio Sto. Domingo de Silos, Grupo de profesores de Religión de la Delegación de Enseñanza, Grupo Biblia en Roncal, Equipo Cáritas del Centro, grupo El Jardín y Voluntariado misionero Santa Ana.
2.- CONSEJO PRESBITERAL Y CONSEJO DIOCESANO DE PASTORAL
Sesión conjunta de ambos consejos el día 14 de enero de 2023, con aportaciones previas de 25 consejeros, para elegir las 5 o 6 prioridades y llamadas a la acción de la tercera pregunta del nº 106 del DEC.
ANEXO II: CALENDARIO DE LA FASE SINODAL CONTINENTAL
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