Fuente: Noticias Obreras
12/10/2022
FOTO | El obispo Victorio Oliver (en el centro) junto con militantes de la HOAC de Orihuela-Alicante
Querido obispo y amigo, don Victorio:
Permítenos sumarnos con gozo a la celebración de los 50 años de tu ordenación episcopal que la Iglesia diocesana de Orihuela-Alicante celebra este 12 de octubre, día de la Virgen del Pilar, patrona de tu tierra aragonesa. Es un momento de Acción de Gracias al Señor por tu ministerio. Eres para nosotros y para muchos un pastor y un amigo. Así lo hemos vivido.
Nos conocimos a principios de los años 80 cuando eras miembro de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar (CEAS), de la que más tarde fuiste presidente. Nos veíamos en esas largas reuniones con las comisiones generales de los movimientos de Acción Católica, donde a la comida venían nuestras familias y se acrecentaba así la comunión entre obispos y seglares; donde tanto Javier Azagra como tú soportabais con agrado, sobre el regazo, las zalamerías de nuestros hijos Pablo y Ester, de 3 y 4 años. Desde entonces hemos mantenido amistad y cariño mutuo. Hemos hablado, celebrado y orado juntos. Y hemos sido testigos de la satisfacción con la que recordabas tu edad y tus ministerios:
—Ya tengo 90 años. Nos decías en diciembre de 2019.
—¡Pues, eso hay que celebrarlo! Comíamos juntos y nos acompañaban amigos y amigas que te quieren.
—Hace ahora 66 años que me ordené sacerdote. Nos comunicabas en el 2020, en plena pandemia. Y no lo pudimos celebrar.
Ahora son 50 años de obispo, que ofrecemos agradecidos al Señor.
Cuánto ha llovido desde que don Vicente te nombró obispo auxiliar de Madrid y te encargó la Vicaría de Carabanchel, en 1972. Una época convulsa para esa Iglesia que se alejaba del franquismo y se acercaba al sufrimiento de la gente. Recordamos en nuestras conversaciones anécdotas de ese tiempo en que aparecían pintadas que decían: “TARANCÓN AL PAREDÓN y OLIVER TAMBIÉN”. Tú lo recuerdas con agradecimiento al Señor Jesús.
Siempre has hablado con emoción de tu experiencia en las diócesis por las que has pasado: Madrid, Tarazona, Albacete y Orihuela-Alicante. En todas ellas has querido y potenciado a tu comunidad y has sido querido dentro de ella. Has dejado tu impronta y un recuerdo imborrable.
Hemos sido testigos de que tu vocación de servicio a la Iglesia te ha llevado a escuchar a todas las personas y grupos, a impulsar todas las pastorales, a potenciar todas las iniciativas y líneas de trabajo. Pero, permítenos que destaquemos dos líneas maestras que hemos percibido como las “niñas de tus ojos”: el apostolado seglar y la evangelización del mundo obrero. Has creído, impulsado por Jesús, en los “ministerios laicales” como servicios a la comunidad, en los empobrecidos y en las trabajadoras que sufren, poniendo en un plano relevante al Obrero de Nazaret, al Hijo de una obrera y de un trabajador carpintero. Quizá haya tenido algo que ver tu pertenencia a una familia de trabajadores.
Siempre hemos valorado tus gestos por facilitar a sacerdotes secularizados que siguieran prestando servicios a la Iglesia. Los recuperaste para Cáritas, para los medios de comunicación de la diócesis, etc. Nombraste a una mujer seglar de Acción Católica como directora de Secretariado de Movimientos y Asociaciones de Apostolado Seglar. En definitiva, confiaste en quienes otros no lo hubieran hecho.
En nuestras conversaciones amistosas hemos percibido con claridad la importancia que siempre das a la Comunidad. Sugieres con un profundo respeto. No impones. Escuchas. Valoras… Que has sido y sigues siendo un enamorado de Jesús, al que presentas de una forma sencilla y alegre, invitando a ver la vida, a las personas y la realidad social con los ojos del Señor. A no pasar de largo. A implicarnos en la realidad para ajustarla a los deseos del Padre-Madre–Dios.
También hemos podido percibir en él una memoria y lucidez extraordinaria a pesar de la edad, así como una relación entrañable y cercana en lo personal: “Me ha gustado el artículo de vuestra hija Ester…”. “¿Cómo ha conseguido vuestro yerno Abraham el prólogo del papa Francisco para el libro…?”. “¿Qué tal vuestros nietos?” “¿Cómo anda la bailarina?”. Y preguntaba: “¿Cómo están vuestros tres hijos?” , (incluyendo a nuestro hijo Pablo, ya fallecido). Porque la muerte y resurrección ocurren en este tiempo.
Nuestra experiencia es la de haber conocido, querido y sentirnos amigos de un buen pastor, de un hombre bondadoso y de profunda fe, de una entrañable persona a la que nos une muchas cosas, pero sobre todo, junto a Rovirosa, eso de… “pensar como Tú, trabajar contigo y vivir en Ti”. ¡Hasta mañana en el Altar!
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