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Francesco Strazzari
(En settimananews.it)
El “asunto” de
la compra-venta del edificio londinense en Sloane Avenue 60 habría llevado a que
el Vaticano se hubiera gastado la “nimia” cantidad de 350 millones de euros desde
su compra en 2012. La guerra entre las diferentes cordadas financieras ha estallado
de nuevo.
Gianluigi Torzi, un financiero
italiano con sede en Londres, nombrado por el Adjunto de la Secretaría de
Estado para cerrar la compra de la propiedad, con un contrato de cinco años, es
llamado, el 5 de junio de 2020, al Vaticano para informar en la investigación abierta
sobre la compra del inmueble. Acaba arrestado. Le acusan de malversación,
fraude, extorsión y blanqueo de dinero y se enfrenta a 12 años de prisión.
Aparecen, en las declaraciones
tomadas, referencias precisas a monseñor Carlino, de la Secretaría de Estado y
secretario particular, durante mucho tiempo, de monseñor Angelo Becciu, sustituto
de la Secretaría de Estado, ahora prefecto de la Congregación de las Causas de
los Santos; aparece el nombre de monseñor Pena Parra, venezolano, nuncio,
nombrado el 15 de agosto de 2018 sustituto de la Secretaría de Estado y
responsable de los fondos utilizados.
Se tiene la sensación de que se están
enfrentando las diferentes almas de la Curia. Unos días después del estallido
del caso, el Secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, se entrevista con
el cardenal Becciu, que califica las acusaciones como "vergonzosas" y
las rechaza “de una manera displicente”.
El Papa Francisco quiere que los
responsables del escándalo sean puestos en manos de la justicia lo antes
posible. Se habla de que sea para junio. El asunto se vuelve a embrollar cuando,
a mediados de mayo, después del confinamiento del coronavirus, llega el nombramiento
de Gustavo Zanchetta, amigo de Bergoglio, contra el que el poder judicial
argentino publicó una orden de arresto por abuso sexual en noviembre de 2019.
Había sido nombrado “asesor” de la APSA en 2017, provocando un gran revuelo en
Argentina.
El fraude (en lo que toca al Vaticano)
se encuentra en manos de la justicia vaticana y, aunque discretamente, continúa
el enfrentamiento entre el ex sustituto Becciu y el nuevo sustituto Edgar Pena
Parra. Participa en la confrontación un nutrido grupo de mediadores y financieros.
Los 350 millones hasta ahora gastados
por el Vaticano en el inmueble de la Avenida Sloane 60 es una losa, que provoca
la indignación del mundo católico, también porque se habla de documentos en los
que el propio Papa —obviamente engañado y presionado— habría autorizado los
movimientos con el dinero del Óbolo de San Pedro, la colecta que se entrega al
Papa normalmente en la solemnidad de los santos Pedro y Pablo en beneficio de
los pobres.
Se tiene la impresión de que,
alrededor del Papa, hay personajes, eclesiásticos y seculares, como mínimo, sospechosos,
por no decir que sin escrúpulos. No extraña que el Secretario de Estado, el
cardenal Parolin, haya calificado el asunto como opaco, siendo desmentido por el
cardenal Becciu. Increíble que la decisión de invertir en el extranjero no se clarifique.
Es conocido que Parolin siempre tuvo grandes dificultades para obtener los
informes del antiguo sustituto Becciu.
Guste o no, este asunto provoca una
profunda amargura, por no decir indignación: aparecen y desaparecen, como la
nieve al sol, decenas de millones de euros. Se dice que hay otros depósitos de
dinero en el extranjero que sacar a la luz. Aparece la voz de un amigo del Papa
Francisco, con respecto al affaire del cardenal australiano Pell —condenado por
acoso sexual y luego absuelto en apelación en Melbourne— según el cual, su
proceso habría sido preparado “con cañones australianos y munición
vaticana". Ya se sabía que Pell no gozaba con la simpatía de ciertos
círculos vaticanos.
¿Cómo va a terminar el escándalo?
¿Cuáles pueden ser los efectos del terremoto? Dicen que el Papa está decidido a
llegar hasta el final, pero el reciente nombramiento de Zanchetta es preocupante.
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