miércoles, 5 de octubre de 2016

Diferentes formas de Laicado



Se puede afirmar que, entre los cristianos católicos, hay una aspiración bastante generalizada a una reforma profunda de la Iglesia. Lo que uno ve es que no se ha pensado en los laicos para esa deseada reforma. Es cierto que, cuando hay basura, y basura contaminante, es más urgente deshacerse de ella que cualquier otra urgencia. Pero ¿debe esta urgencia llevarnos a esperar ad kalendas graecas para que la reforma de la Iglesia alcance también al ámbito de los laicos? Y ¿para que los laicos sean agentes de esa reforma? Ya nos hemos acostumbrados a ver a los laicos muy activos en las tareas eclesiales, bajo la dependencia del clero.


Nuestra mente tiene ligada la imagen del laico comprometido a su presencia intraeclesial, que también pueden realizar ellos, pero que no es lo nuclear de la vocación laical. Sin embargo, no siempre ha sido así. Todavía son bastante recientes en América Latina las persecuciones contra campesinos cristianos, que corrían a enterrar sus biblias bajo tierra, perseguidos por fuerzas gubernamentales.

Tampoco queda tan lejos el tiempo de Monseñor Romero, nuestro querido beato, en el que invitaba a los cristianos a organizarse socialmente. Y tenemos vivo el recuerdo de su magnífico discurso en Lovaina para recibir el doctorado honoris causa. Ese discurso es un testimonio excepcional, no solo de Romero, sino de los cristianos que se comprometían con su estímulo. Y es además un programa de formación y acción para los laicos comprometidos en el mundo desde el mundo; testimonio comunitario de una Iglesia martirial. Así, pues, no siempre el laicado activo ha sido como el actual.


Tenemos noticias de otro tipo de laico. Propiciado por la Iglesia, cierto, pero que luchó en el mundo desde el mundo, en organizaciones civiles. También en Europa hubo laicas y laicos militantes, y todavía los hay, a pesar de la crisis eclesial. ¿Qué ha pasado en la iglesia para que los laicos hayan dejado la misión en el mundo? Ha ocurrido algo sencillo, pero grave: que la fracción eclesial contraria a la misión en las estructuras sociales en favor de la justicia, fue la que quedó vencedora en la Iglesia. Esta situación ha dominado abiertamente en los dos pontificados anteriores al actual. Este dominio se ha extendido incluso a los nombramientos de Obispos y otros altos cargos. Hubo muchas acusaciones contra los laicos que empezaron a comprometerse en las estructuras. Se les llamó comunistas. Era la acusación más fácil y frecuente de los católicos e instituciones que tenían –y tienen- intereses contrarios al compromiso estructural por la justicia.
Con esa descalificación, muchos grupos comprometidos perdieron el apoyo de la Jerarquía católica y fueron desapareciendo. Así, por ejemplo, las comunidades eclesiales de base. Y otras han tenido dificultades para crecer. Es cierto que los papas han hablado del compromiso transformador en el mundo, en textos inolvidables. Pero después de publicar cosas realmente importantes, se nombraban obispos contrarios a tales planteamientos evangélicos, que nunca iban a permitir su expansión, sobre todo si pertenecían a instituciones económicamente poderosas.

Y las abundantes referencias que se hacían al concilio, quedaban sin efecto por orientaciones que iban en otra dirección. Ha habido una progresiva dedicación de los laicos a tareas intraeclesiales, hasta hacerse ampliamente mayoritaria, en contra de enseñanzas importantes de la Iglesia, como la Evangelii nuntiandi de Pablo VI. A ello hemos de añadir que muchos sacerdotes –poco a poco la mayoría de ellos- han buscado seglares para cubrir las necesidades de las parroquias, que son muchas e importantes.
Los seglares se han sentido satisfechos de recibir estas responsabilidades, que –dicho sea de paso- son además mucho más gratificantes que los compromisos en el mundo, tantas veces hostil.

Hay que reconocer también que algunos católicos comprometidos en el mundo fueron demasiado lejos en sus relaciones con movimientos no-creyentes. Y hubo algunos abandonos. Aunque estos casos fueron minoritarios, produjeron un gran recelo frente al compromiso sociopolítico. También tuvo algo que ver la poca espiritualidad que se ha dado a veces a los cristianos comprometidos. Y ¿qué es lo que pueden aportar los laicos a la reforma de la Iglesia? Mucho depende de lo que entendamos por Iglesia. ¿Es la Iglesia solamente o sobre todo su interior o incluye también su misión en el mundo civil?

(Patxi Loidi, en RD)

2 comentarios:

  1. ¿Quién firma este artículo, o de dónde está tomado?

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  2. Txo
    Pido perdón. Por despiste, he obviado especificar el recado recibido. Pero creo que lo acabo de subsanar.

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