|
"Esos monstruos del 13N ¿no
habrán sido producidos por el sueño de nuestra razón económica?"
"Habrá
que hacer justicia, por supuesto. Pero sin que llamemos justicia al placer de
hacer daño"
|
José Ignacio González Faus, 15 de noviembre de
2015 a las 16:33 (En RD)
Cuando el odio se junta con la
religión, ésta se corrompe, el odio se potencia y se acaba cumpliendo el sabio
refrán latino: "la corrupción de lo óptimo es lo pésimo"
osas por los atentados
de París
José
I. Glez. Faus sj, teólogo).-
Escribo estas reflexiones sobre todo para mí mismo:
por necesidad de serenarme ante la barbarie del atentado del viernes en
París. Temo que muchos no las acepten. Pediría que intenten reflexionarlas
antes de condenarlas.
1.- Hay al menos una cosa en la que todos
estaremos de acuerdo: los autores de semejante
salvajada son unos verdaderos monstruos. Agrava esta constatación el
que no se trata de seis o siete monstruos excepcionales sino de decenas o
centenas de miles; y sin duda más monstruosos los organizadores que los pobres
ejecutores.
2.- Pero no es eso todo lo que cabe
decir: porque todos los seres humanos somos capaces de lo peor y de lo mejor:
podemos llegar a ser santos pero también podemos llegar a ser monstruos. Y
entonces, queda la pregunta: ¿cómo estos muchachos han
podido llegar a semejantes niveles de inhumanidad? Al intentar
comprenderlo me encuentro con los siguientes datos:
3.- El profeta Isaías dejó escrito que
"la paz es fruto de la justicia". Parece lógico entonces que el fruto de un mundo tan injusto como el nuestro y donde las
diferencias entre los seres humanos son escalofriantes, haya de ser,
necesariamente, la guerra y la violencia.
4.- Todo ser humano muerto antes de
tiempo violentamente, es una tragedia que debe ser llorada. Y no
cabe establecer aquí unos muertos de primera clase (que son los nuestros), y
otros muertos sin importancia que no merecen ni un día de luto.
5.- Hablando de monstruos, recuerdo un
célebre cuadro de Goya: "el sueño de la razón produce monstruos". Esos monstruos del 13N ¿no habrán sido producidos, en parte al
menos, por el sueño de nuestra razón económica? ¿Por esa razón
del máximo beneficio, del mínimo salario, de nuestra monstruosa
"reforma" laboral, de las jubilaciones de 3 millones para los
banqueros, del saqueo del tercer mundo, del lujo, el despilfarro y la
ostentación como motores de la economía, del acaparamiento del petróleo y del
armamento cada vez mayor, para defensa de ese todo desorden?... ¿Son esos en
realidad nuestros verdaderos valores, o los otros a los que apelamos para
justificarnos? No cabe olvidar que, en la historia, cuando las cosas se han
torcido y no se enderezan a tiempo, acaban llevando a situaciones insolubles, o
cuya solución sólo puede venir de un cambio radical de rumbo que sólo puede
hacerse poco a poco y a largo plazo.
6.- Según la moral cristiana, todo lo que
una persona tiene de más, una vez ha cubierto suficiente y dignamente sus
necesidades, deja de pertenecerle y pasa a ser de quienes lo necesitan. La
propiedad privada no es un derecho absoluto sino un derecho secundario que sólo
vale en la medida en que sirva para realizar "el destino común de los
bienes de la tierra" que es el verdadero derecho primario (ver p. e.
Populorum progressio n. 22). De acuerdo con esto, muchos emigrantes a quienes rechazamos de mil maneras, no vienen a
quitarnos lo nuestro sino a recuperar lo que es suyo. ¿No sería
entonces más seguro, en vez de cerrar nuestras fronteras, poner fronteras a
nuestra avaricia?
7.- Ignacio Ellacuría hablaba con
insistencia de "una civilización de la sobriedad compartida" como
única salida para nuestro mundo (él lo formulaba aún más
duramente: una civilización "de la pobreza"). El ensueño de un
crecimiento constante de la riqueza está destrozando el planeta: en estos
momentos destruimos anualmente casi un 50% más de lo que la tierra puede
reponer. Por eso, además de las medidas urgentes que haya que tomar ahora (de
investigación y protección) ¿no parece imprescindible encaminarnos a largo
plazo hacia esa nueva civilización? No creo que ningún cristiano que se oponga
a ese proyecto de Ellacuría pueda merecer con verdad el nombre de cristiano.
8.- Ese "desorden establecido"
(E. Mounier) o ese "pecado estructural" de nuestro mundo
desarrollado, del que nosotros disfrutamos y que otros padecen ¿no será uno de
los progenitores de ésos y otros monstruos?. Porque cuando el odio se junta con la religión, ésta se corrompe, el odio
se potencia y se acaba cumpliendo el sabio refrán latino:
"la corrupción de lo óptimo es lo pésimo". Por eso, dado lo
infinitamente manipulable que es el nombre de Dios, es necesario recuperar lo
que escribió antaño José A. Marina: la ética nace de las religiones, pero luego
ésta debe criticar a la madre: para evitar que algo tan valioso como la
fidelidad se confunda con algo tan monstruoso como el fanatismo.
9.- Todo esto debería ayudarnos a no
reaccionar con odio, para no entrar en aquella espiral de violencia que tanto
temía Helder Camara. Habrá que hacer justicia, por
supuesto. Pero sin que llamemos justicia al placer de hacer daño:
porque entonces estaríamos poniéndonos al mismo nivel humano que esos
monstruos.
10.- Afirman algunos sociólogos que
hoy estamos ya, en "la tercera guerra mundial". Sólo que
hoy las guerras se hacen de otra manera, para evitarnos bajar a pelear al campo
de batalla. Por eso puede ser bueno concluir recordando que la humanidad ha
salido de catástrofes y calamidades aún peores que la que nos amenaza hoy. El
pueblo judío, tras el desastre del exilio, donde se sintieron abandonados por
Dios, pudo regresar, reconstruir el Templo y preservar su monoteísmo. En el
siglo pasado, tras la atrocidad del holocausto y la segunda guerra mundial, la
humanidad vivió, según muchos economistas, una pequeña edad de oro. No siempre
es posible hacerlo todo, pero siempre es posible hacer algo. Y ese algo, por
poco que sea, se convierte hoy, para todos nosotros, en una obligación grave.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Identifícate con tu e-mail para poder moderar los comentarios.
Eskerrik asko.