Fuente: Cristianisme i Justícia
06/06/2024
Lieber Jürgen:
No sé por qué, la noticia de tu partida ha supuesto para mí una sacudida de esas que sospechas que vienen de Dios, aunque no entiendas todavía su contenido. La tendencia ahora es hablar de tus libros. Yo prefiero destacar ante todo tu drama juvenil, a los 17 años, cuando estabas en la guerra: en tu batallón había otro chaval de tu edad con quien podíais comunicaros más y, un buen día, al regresar de no sé qué encargo, te lo encuentras muerto. Te quedas sin él, podía haberte pasado a ti… Realmente no parece que esta vida tenga mucho sentido ni que sea muy posible la esperanza.
Prisionero de guerra en Escocia, un pastor protestante (creo que norteamericano) en quien buscas apoyo y desahogo, te deja un nuevo testamento y los salmos. Te haces cristiano y decides estudiar teología.
Y otra vez tenemos una de esas cosas extrañas del siglo pasado y que no sabe uno si son signos de los tiempos: los grandes testigos de la fe han sido casi todos conversos, de origen no creyente (E. Stein, S. Weil, E. Hillesum, M. Delbrêl…, con excepciones como Msr. Romero).
Más que una síntesis quisiera proponer ahora una trayectoria de tu pensamiento que me parece muy actual: la esperanza (como dimensión fundamental humana); la crucifixión de Dios (como tragedia que pone decisivamente en cuestión las certezas y las expectativas de nuestras esperanzas); y la fuerza del Espíritu (como posibilidad de reconstruir una nueva esperanza). Quizá porque, como tú mismo titulabas también: la creación es un futuro[1]. Una trayectoria llamativa que recupera nuestra capacidad de esperar desde el Espíritu.
Luego de eso es también llamativo (pero no extraño) el que la esperanza vuelva a aparecer en varios otros títulos tuyos: como “experimento”, como necesitada de “ética” y como Esperanza para un mundo inacabado. Esta trayectoria quisiera ofrecerla a tantos hermanos desesperados de hoy. No eres el teólogo de la esperanza sino el teólogo de la esperanza recuperada.
Esa recuperación se expresa en otro título que ya no es tuyo (aunque dicen que tú participaste en aquellas entrevistas): Creer a pesar de todo. Y ese “a pesar de todo” se hace más grande y más difícil porque no debe eludir la frase de tu esposa Elisabeth: “quien no toca el suelo no puede llegar al cielo”,
Vielen Dank, lieber Jürgen. Bis nachher.
[Imagen de Rob Croes for Anefo, CC0, via Wikimedia Commons]
[1] Alusión a diversos títulos de Moltmann: Teología de la Esperanza; (hacia 1966), El Dios crucificado (hacia 1972), Iglesia en la fuerza del Espíritu (1978). Y El futuro de la creación (1979).
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