miércoles, 4 de agosto de 2021

El Concierto desconocido

Fuente:   Diario Vasco

JOAQUÍN Mª NEBREDA

DOCTOR EN DERECHO

3 agosto 2021

 


Con la brevedad que el espacio me exige, echo un cuarto a espadas (de punta roma y sin filo) en torno a tres frases pronunciadas por el lehendakari Urkullu en la Conferencia de Presidentes de Salamanca. Para compensar mi obligada concisión, me remito a mi trabajo 'Historia traicionada' (Almuzara, 2021) en el que trato de profundizar en la materia.

«Debo lamentar el desconocimiento interesado que se hace del Concierto Económico».

El desconocimiento del Concierto es patente. ¿Interesado? Cui prodest? En estos renglones trato de excitar la curiosidad sobre el Concierto.

A mi juicio, el Concierto no es un derecho histórico, porque tal categoría no existe y porque el artículo 41 del Estatuto lo nomina como un Sistema Foral Tradicional, lo que tampoco puede ser porque en el régimen foral no existían los conciertos, sino un sistema medieval de pagos a la Corona. El Concierto surgió tras el agotamiento de los fueros, mediante RD 28-II-1878, en desarrollo de la Ley de 1876 y como régimen transitorio para alcanzar la unidad fiscal de las provincias vascas con el resto de España. Esto es, que los tributos y gravámenes «(...) afectasen de igual modo a los naturales de aquel país (el País Vasco) que al resto de españoles».

Se trata, por tanto, de un sistema postforal (podría decirse que hasta antiforal), establecido por el Estado para que todos los españoles colaboren en los costes del Estado en la misma proporción. A finales del siglo XIX y, desde luego, con Primo de Rivera, el Concierto pasó de ser un régimen transitorio de uniformización fiscal a un auténtico privilegio y lo siguió siendo con Franco (solo en Álava y Navarra). Tras la Constitución de 1978 se continúa con el régimen concertado ya como una exigencia del nacionalismo, pero sometido a los principios constitucionales de igualdad y de potestad fiscal originaria del Estado. Hasta 1976 era una conquista de las élites económicas vascas, sin la menor pretensión soberanista.

El Concierto, teóricamente inocuo tanto al principio de igualdad como al de soberanía fiscal del Estado, era una reliquia sin demasiada historia (103 años, desde 1878 a 1981). Desde luego, con el actual Concierto desde 1981, no puede decirse que el País Vasco sea un paraíso fiscal, porque no lo es. Sus ciudadanos tributan con los mismos tipos del resto de España. De hecho, los vascos tienen tipos algo superiores a los de otras regiones, como la de Madrid. ¿Dónde está el truco? En que la comunidad vasca no aporta a la solidaridad interterritorial, y paso a la siguiente frase de Urkullu:

«Hay un ejercicio de solidaridad con el Cupo que pagamos al conjunto del Estado por las cargas que el Estado tiene por los servicios que presta en la Comunidad Autónoma del País Vasco».

En primer lugar, el Cupo que paga el Gobierno Vasco al Estado retribuye, como dice bien el lehendakari, los servicios que presta la Administración central a la comunidad autónoma, aunque los especialistas critican tanto su cálculo por escaso como el ajuste del IVA, que supondría una infravaloración del 30% (Ángel de la Fuente). En todo caso, no aporta nada a la solidaridad interregional. Retribuye servicios, nada más.

Las aportaciones a la solidaridad interterritorial fueron las siguientes en el año 2020: Madrid 67%; Cataluña, 27%, Baleares 6%. Las demás regiones son receptoras de esa solidaridad interregional, en poco o en mucho, incluido el País Vasco, al que además de retener casi todo lo que recauda, la infravaloración del Cupo le hace ser, de facto, región receptora. Con lo que gestiona con más ventajas que otros gobiernos autonómicos, pero no más calidad.

«Hay que recordar que no es un privilegio, al contrario. Con el Concierto asumimos un riesgo unilateral, no nos financiamos del Estado».

Tiene razón Urkullu al referirse a la cláusula de riesgo y beneficio unilateral, por la que en la hipótesis de que el País Vasco fuera a la quiebra (no parece muy probable), el resto de España no tendría la obligación de acudir en su ayuda, lo cual es un desconocimiento mayúsculo de lo que es una nación. Una vergüenza para los representantes del Estado que firmaron tal cláusula (desde luego inconstitucional). Naturalmente, si una región de España cayera en quiebra, la nación entera tendría que acudir en su ayuda, con las medidas preventivas necesarias para evitar la repetición. Pero la regla de la que presume Urkullu, como contraprestación a lo que dice no ser un privilegio, tampoco se ha cumplido. Cuando ha llegado un caso relativamente parecido, con motivo de la Covid, y la recaudación vasca caería un 18%, se vadeó la regla de la unilateralidad de modo que el presidente del Gobierno se comprometió a elevar el objetivo de déficit del País Vasco al 2,6% y la capacidad de deuda pública al 15,9%.

Al Concierto se le quiere revestir de una historicidad (foralidad) que no tiene y el buen sentido cívico invita a pedir a las autoridades una seria auditoría para garantía de todos y honor de quienes pueden ser solidarios.

 

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