José Antonio Marina, autor de ‘Los miedos y el aprendizaje de la valentía’ |
El nuevo currículo de la clase de
educación católica es absolutamente dogmático y adoctrinador. Admite la
teología más arcaica, fundada en la idea del pecado original.
En muchas escuelas europeas sigue
habiendo crucifijos en las aulas. (EFE/Franco Silvi)
Este es un tema ideológico y,
como he dicho muchas veces, “la ideología es a la educación lo que la
mixomatosis al conejo”. Por eso, les ruego varias cosas. (1) Que no
contesten a la pregunta antes de haber leído el artículo. (2) Que expongan su
opinión en el foro. (3) Que su opinión sea argumentada y poco “ideológica”.
Vamos a ello.
El día 24 de febrero se publicaron los currículos de la asignatura de religión católica en la
educación primaria, secundaria y bachillerato. Según la legislación vigente,
los currículos de las diferentes confesiones religiosas con las que el Estado
español ha establecido convenios de cooperación educativa son
de competencia exclusiva de las respectivas autoridades
eclesiásticas. Estas confesiones son la católica, la evangélica, la judía
y la islámica. El currículo de la asignatura de religión islámica fue publicado
el 26 de noviembre del 2014, el único que conozco de religión evangélica fue
publicado en el BOE el 6 de julio de 1993, y no tengo conocimiento de ningún
currículo de la confesión judía.
La primera dificultad de este pantanoso
problema es que el título de “confesión” resulta ofensivo a todas
ellas, porque todas consideran que son “la verdadera” religión, y todas las
demás “sectas heréticas”. En España, alguna de ellas se considera discriminada.
Según el “Estudio de la población musulmana” publicado por la Comunidad islámica de
España, en nuestra nación hay más de doscientos mil musulmanes en edad de
escolarización, de los cuales sólo 10.000 reciben clases de religión islámica
en nuestras aulas.
La libertad religiosa no es una creación religiosa, sino
laica
Ya sé que muchos de ustedes piensan
que estamos haciendo el tonto, que deberíamos exigir convenios de reciprocidad
con los países islámicos, pero por ahora prefiero quedarme en la
superioridad ética de nuestra postura. El reconocimiento de la
libertad de conciencia es un logro ético, no religioso. Las religiones están
encerradas en la “trampa de la verdad absoluta”, y no soportan a las otras
religiones. Para ser rigurosos, habría que decir que son las religiones
monoteístas las que mantienen esta intransigencia, en oposición a las
politeístas, sean griegas, romanas, indias o chinas. Por esta razón en mis
libros he defendido que las religiones han generado la ética que, en una vuelta
parricida, han limitado las religiones de las que surgió. La libertad religiosa
no es un creación religiosa, sino laica. En 1864, Pío IX
publicó el Syllabus, donde condena a los que afirmen que el
Estado no debe ser confesional y sostengan que “todo hombre es libre de
abrazar y profesar la religión que juzgue verdadera, guiado por la luz de
la razón”. Solo dentro de la
Iglesia hay salvación.
Volvamos al currículo de religión
católica. Mi primera objeción es a la totalidad. Por lo que les he dicho antes,
me parece inaceptable que el Gobierno haya aceptado que se pueda elegir entre
enseñanza confesional y enseñanza ética. Esta debe ser común a todos y
no sustituible por las morales religiosas. Mal que
les pese a las religiones, tienen que someterse a la ética. La declaración de
los Derechos Humanos –creación ética y laica– es la mejor defensa que han
tenido nunca las religiones, que, dejadas a su dinámica, han sido feroces con
las demás. San Bernardo, en su “Elogio de la nueva milicia”
dice a los cruzados que matar árabes es un acto de amor a Dios. En la historia
hay una “hemeroteca” más implacable que la actual. La misma hemeroteca que nos
dice que en 1875, el ministro Orovio, del Gobierno de Cánovas,
suspendió la libertad de cátedra en España, “si se atentaba contra los dogmas
de la fe”. Esta medida apartó de la Universidad a los intelectuales, que fundaron la Institución Libre
de Enseñanza.
El currículo de religión católica
decretado por la
Conferencia Episcopal, y aceptado por el Ministerio de
Educación de acuerdo con la legislación vigente, es contradictorio. Parece que
la introducción está escrita por una mano distinta al cuerpo del currículo.
Este es absolutamente dogmático y adoctrinador. Admite la
teología más arcaica, fundada en la idea del pecado original y de la necesidad
del sacrificio divino para que los descendientes de Adán y Eva
pudieran ser perdonados. Ese es el papel cruel que se hace jugar a la
figura maravillosa y destrozada de Jesús de Nazaret, víctima
de una falsa interpretación del cristianismo, que en Por qué soy cristiano he
denominado “triunfo de la gnosis”. Lo importante de los seguidores del verdadero
Jesús era imitarle, seguir un modo de vida basado en el amor a los demás. Pero
después de los grandes concilios cristológicos el cristianismo se convirtió en
la aceptación de un credo, basado en sospechosas metafísicas. En este currículo
se habla mucho de teología, de la importancia de la Iglesia, de la historia
sagrada, de Abraham, de Moisés, pero
poquísimo de la caridad. El reino de los cielos predicado por Jesús se remite a
la otra vida, no a una actividad transformadora en esta.
Pero vayamos al núcleo del
asunto. ¿Qué debemos hacer con la religión en el sistema
educativo? Es una pregunta compleja sobre la que hay que volver, porque está en
la agenda política actual. La respuesta de los países es muy diversa.
En trece Estados de la Unión Europea, la Religión es asignatura
obligatoria. España está dentro de los otros catorce donde es materia optativa.
Dentro de este grupo, Bélgica, Holanda e Irlanda, entre otros, destacan por el
valor que dan a la asignatura en cuestión. Todos los Estados europeos sufragan
la asignatura de la Religión
en las escuelas, excepto Francia. Pero esta nación está
replanteándose el tema tras los asesinatos de Charlie Hebdo. Cuatro
días después, la ministra de educación convocó una reunión de los agentes
sociales educativos para convencerlos de la necesidad de introducir en la
escuela un tratamiento laico del hecho religioso. Cuando
en España pensábamos que el conflicto era con la Iglesia católica, ahora
resulta que va a ser con la religión musulmana. Eso, posiblemente, nos va a
permitir situar mejor el debate. Supongamos que la población musulmana en
España aumenta y exige que su religión se integre en el sistema educativo,
según programas diseñados por sus autoridades religiosas. ¿Debemos pagar
profesores musulmanes, como pagamos profesores católicos?
El preámbulo del currículo de la
enseñanza católica recién publicado da la solución, aunque me extraña que haya
sido aceptado por la
Conferencia Episcopal. Creo que se ha colado de matute.
Como les decía antes, parece que está escrito por una mano diferente al
resto del currículo. Justifica la enseñanza de la religión católica no como una
verdad absoluta, ni siquiera como una verdad, sino como una hipótesis que se
presenta a los alumnos para que comprueben si ilumina la realidad. No les
miento. Textualmente, lo justifica “por la necesidad de respetar y tener
en cuenta el conjunto de valores y significados en los que la persona ha
nacido como hipótesis explicativa de la realidad y que se
denomina tradición”. Presenta la experiencia religiosa y, en concreto, la
católica, como un modo de interpretar la realidad, de acuerdo con la
experiencia de la humanidad. Esta me parece una propuesta humilde,
completamente negada por el currículo, que puede admitirse sensatamente.
La experiencia religiosa ha sido
una de las grandes fuerzas que humanizó nuestra salvaje especie. No se fijen en
las noticias de los periódicos, sino en el esfuerzo de unos primates por
separarse de su pobre origen. La idea de Dios o de la transcendencia
fue fundamental para sacarnos de la selva. Los problemas surgieron cuando las
religiones se aliaron con el poder.
Ahora es el momento de pedirles que
contesten a la pregunta del comienzo: ¿piensan que debe haber una
asignatura de religión confesional en la escuela pública? ¿Piensan que no
se debe mencionar la religión en la escuela? ¿Piensan que debería
haber una asignatura que explicara el fenómeno religioso, pero no desde un
enfoque confesional? Ojalá comencemos un fructífero y
luminoso debate.
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