Cardenal Reinhard MARX |
Zenit
El cardinal Reinhard
Marx, arzobispo de Múnich y Freising, ha invitado el jueves, 17 de abril, a los
dirigentes europeos a acordar “un procedimiento transparente y justo acoger a
los refugiados”.
Eso es algo que pasa por
una “revisión profunda” de la Convención de Dublín, cuando sostiene que los
Estados miembros son competentes para determinar las condiciones de asilo en
Europa, ha subrayado en la misa del Jueves santo, donde ha lavado los pies a
refugiados venidos de Nigeria, de Siria y de Irak.
Ha recordado,
especialmente, que las personas que “llegan a nosotros frecuentemente han
pasado por experiencias terribles y traumatizantes y necesitan ser tratadas con
humanidad”. Las fronteras de Europa no deberían ser “una trampa mortal” y los
controles fronterizos no deberían realizarse violando los derechos humanos.
“La iglesia está llamada a ayudar a quienes padecen un
desamparo existencial”
Evidentemente, con el
fin de eliminar las causas de los movimientos de refugiados, habría que “reducir
las desigualdades entre ricos y pobres en nuestro mundo”, ha dicho al cardenal
alemán.
Ésta es una de las tareas
de la política, ha subrayado el arzobispo, pero, al mismo tiempo, la Iglesia
debe afirmar claramente que “todos y cada uno de nosotros debemos acoger a las
personas, independientemente de su religión, del color de su piel, de su
cultura y de su lengua”.
El lavatorio de los pies
del Jueves Santo debería “ser el signo que toda la iglesia está llamada a
ayudar a aquellas personas que padecen el desamparo existencial y a ponerlas en
el centro de su existencia”, ha seguido afirmando el cardenal Marx, quien ha reconocido
estar satisfecho porque numerosos solicitantes de asilo y refugiados están
encontrando ayuda y alojamiento en las parroquias y en las comunidades de la
diócesis.
“No es concebible una piedad eucarística sin ministerio diaconal”
El cardenal Marx ha llamado,
igualmente, la atención contra el riesgo de considerar la misa como un “acto
litúrgico aislado en el que cada uno trata de salvar su alma”, subrayando que
pertenece a la esencia misma del oficio religioso “atender a los enfermos, a
los heridos y a los pobres y tratarlos como el corazón mismo del pueblo de
Dios”.
Esta es la razón por la
que “no se puede concebir una piedad eucarística sin ministerio diaconal”, ha
insistido.
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