¿Se repitirá esto en Bizkaia?
División entre los
fieles, ingresos económicos que caen en picado hasta el punto de tener que cerrar
la escuela parroquial y un obispo que amenaza a los “disidentes” con el “entredicho”, es decir, con prohibirles
la asistencia a algunos oficios divinos, la recepción de algunos sacramentos y ser
enterrados cristianamente (a diferencia de la excomunión, no es una expulsión de la comunidad).
Ingrid Colanicchia
36689. Madison-Adista
Ésta es la situación en
que se encuentra la iglesia de St. Mary, en Platteville (Wisconsin), desde que
en junio de 2010 el obispo de Madison, Mons.
Robert Morlino, confió a fr. Faustino Ruiz y fr. Juan del Prior, la
dirección de la Society
of Jesus Christ the Priest (fundado en el 1957 por fr. Alfonso Gálvez, de
Murcia, España).
Fue un nombramiento que –visto
lo visto- no ha gustado nada a los feligreses: los dos curas han sido acusados
de haber asumido comportamiento
pastorales tradicionalistas, de transmitir enseñanzas que nada tienen que ver
con el Concilio Vaticano II, de haber impedido a las chicas el servicio en el altar
y de haber disuelto el grupo que administraba la comunión a quienes no pueden salir
de casa. Además, desde su llegada han
caído en picado las donaciones en favor de la parroquia, hasta el punto que
para la escuela de St. Mary, fundada hace 77 años, éste será su último año de
actividad.
Pero a las protestas de
los feligreses -dirigidas desde 2010 al obispo por el traslado de dos sacerdotes-
Mons. Morlino siempre ha respondido de mala manera, llegando a sostener, en una
carta enviada el 25 de abril pasado, que era posible de que los disidentes pudieran ser objeto de un “entredicho”.
“Los sacerdotes llamados a servir en vuestra
comunidad –escribe el obispo- han admitido que algunos de los cambios por ellos promovidos han sido percibidos por muchos
como bruscos. En realidad, semejantes percepciones no son más que tergiversaciones con el fin de generar
inestabilidad. “Este malestar es el resultado de activar una estrategia
bien definida que pasa por su superación y por la curación de las heridas que
se hayan podido ocasionar”.
“Desde los primeros
momentos ha habido quienes han afirmado que estos sacerdotes no predican en conformidad con las reglas de la Iglesia y, en particular,
con todo lo que se puede leer en los documentos del Concilio Vaticano II”.
“Sin embargo, hasta el presente no se me han podido comunicar ejemplos
concretos de enseñanzas o prácticas no conformes con las directrices de la Iglesia. Sólo he
sido informado de casos de legítimas y admisibles
diferencias de estilo, en definitiva, de errores humanos”.
“Son valoraciones
inconsistentes que no me apartan de mi convicción de que la fe católica está
siendo enseñada de manera conforme con una apropiada interpretación del
Vaticano II y que, en el fondo, se trata
de criticas asentadas en gustos personales, de cotilleos y habladurías, algunas
de las cuales pueden transformarse también en calumnias con el fin de
instigar el odio hacia vuestros sacerdotes, a la fe y a mí mismo”.
“Tengo que advertiros
con la máxima energía que todo esto no
puede continuar. Ahora lo hago -concluye Mons. Morlino anunciando el envío
de unos textos con los que “reflexionar en la oración”- con la sincera esperanza de evitar tener que
emitir avisos canónicos en los próximos días”. Siguen dos páginas con
referencias al Catecismo de la
Iglesia católica, a la “Lumen Gentium” y a algunos artículos
del Código de Derecho Canónico: destacando, entre éstos últimos, el canon nº 1373
cuando determina que hay que castigar “con
entredicho o con otras penas justas” a
quien “públicamente suscita la aversión o el odio de los súbditos contra
la Sede Apostólica
o el Ordinario, con motivo de algún acto
de potestad o de ministerio eclesiástico, o induce a los súbditos a desobedecerlos”.
Obviamente, la comunidad está rota. “No pensé que se
podría llegar a tanto” ha manifestado Myron Tranel del Consejo económico de St.
Mar (National Catholic Reporter, 2/5), quien, entretanto, participa en la
eucaristía de otras parroquias colindantes: “Creo que ahora son más los enfadados con el obispo que con los curas”.
“Todo eso no tiene nada a que ver con la religión” prosigue. “Se trata de poder
y de control. Pueden hacer lo que les dé
la gana, pero yo seguiré siendo católico”.
Por su parte, Gregory
Merrick, que ha empezado a frecuentar la parroquia de St. Mary después de haber
oído hablar de los dos curas, ha declarado al National Catholic Reporter (2/5):
“Se trata de cambios de estilo, no doctrinales”. “Predican la verdad desnuda y
cruda de los Evangelios”.
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