Por Julio Flor
14/08/2024
"EL HIJO DE DIOS se encarnó en María, mujer trabajadora, humilde y sencilla. Con eso nos dice que la liberación de los seres humanos llega a través de gentes como María", es uno de los mensajes de mi admirado amigo el cura Ernesto en la iglesia de Bareyo.
En su sermón de hoy se ha rodeado de tres peregrinas a Santiago.
La italiana Julia, que ha vuelto desde Santiago al albergue de Güemes para devolver "un poco del mucho amor recibido",
La alemana Cristina, que en México ('camino de tantas migraciones latinoamericanas') confirmó su entrega a la solidaridad al percatarse que "materialmente ellos tienen muy poco, cuando yo tengo tanto", encontrando un hondo sentido a la frase evangélica "porque tuve hambre y me disteis de comer".
La ecuatoguineana Inés salió huyendo de la soledad de su hogar palentino, para encontar en el Camino amistad, mucho amor y buena compañía, viendo que las historias que se cuentan son reales.
A las tres se les ha llenado de emoción la vida, de superación de adversidades. Con un corazón -según cuentan- pleno de sentido y sensibilidad.
Ernesto pidió desde ese púlpito compartido de Bareyo, que seamos capaces de liberarnos de esclavitudes que nos atenazan desde adentro, hablando a favor de l@s refugiad@s y de vivir de manera auténtica el verdadero camino, el fundamento de todo: el Camino de la Vida.
Tal fue la atmósfera del encuentro en el interior de la iglesia, que personas que en el pasado fueron cristianas, volvieron a comulgar de la mano de Ernesto... como la guipuzcoana Mariam, que se sintió tocada por el homenaje realizado ayer a María a través de las palabras del sacerdote y del relato de las tres peregrinas.
Me alegra mucho leer un comentario, profundo, de Julio Flor, de quien no tenía noticias desde que culminé mi estancia en Deusto.
ResponderEliminarAbrazos. Javier Elzo