viernes, 15 de febrero de 2019

El nuevo Obispo Auxiliar de Bilbao. Una sorpresa prevista.


      La noticia del nombramiento de Joseba Segura Etxezarraga como nuevo Obispo Auxiliar de Bilbao, anunciada con una solemnidad inusitada en la misma basílica de Begoña por D. Mario Iceta, era una noticia prevista. Desde que Joseba fue traído de Ecuador y propuesto para ser Vicario General, muchos “mal pensados” vieron en ello una estrategia que conduciría, como así ha sido, a su nombramiento episcopal. El mismo D. Mario lo dio a entender cuando, en aquel simulacro de consulta que solicitó a los miembros de los Consejos para la presentación de candidatos, dijo que las propuestas recibidas para el nombramiento del Vicario General ya le habían proporcionado suficientes datos, siendo así que un Obispo Auxiliar venía a ser como un Vicario General. 


      La verdad es que ha sido un proceso vertiginoso: en año y medio, Joseba ha pasado de ser cura en Riobamba, a ser párroco de Otxarkoaga y Txurdínaga, Vicario General y Obispo Auxiliar. Lo que en otros casos dura años, él lo ha recorrido en dieciocho meses: un ver y no ver. Así que, en este momento, el bueno de Joseba estará metido en un buen lío y no sabrá ni lo que es. Pero el proceso, previsiblemente, no acabará aquí porque cualquier día nos enteraremos que el Santo Padre, ha nombrado a D. Mario obispo de alguna diócesis de su querida Andalucía o arzobispo, porque el servicio episcopal en Bilbao es muy meritorio y, por lo que se vio con D. Ricardo Blázquez, sirve de apoyo para aspirar a sedes más importantes. Y así, Joseba se quedará, por fin, como obispo titular de Bilbao, que de eso se trataba.

      A mí también me gustaría celebrar que mi diócesis de Bilbao va a ser presidida por un obispo con una preparación tan amplia y con una experiencia pastoral tan dilatada. Los que hemos tenido la suerte de conocerle podemos dar fe de su capacidad, de su creatividad y de su entrañable sensibilidad social; sin duda será un buen obispo. Pero algunos no lo podremos celebrar como quisiéramos porque, aunque su nombramiento haya sido nuestra suerte, en eso mismo se muestra nuestra desgracia. 


      En esta diócesis, desde los tiempos de Monseñor Añoveros, hemos venido solicitando que el nombramiento de los obispos no sea impuesto. Por esta razón, muchos, como yo, sentirán que es una desgracia el que, a estas alturas, se haya tenido que recurrir a influencias personales en las “altas instancias vaticanas” para que su nombre haya podido pasar, sin mancha, hasta llegar a la firma del Santo Padre. 

      No sucedió lo mismo, al parecer, con Ángel Mari Unzueta. A pesar de que contaba con el aprecio y la aprobación de la mayoría de la diócesis —según yo creo— y de que apareció en todas las quinielas para ser obispo de San Sebastián, de Vitoria, o de Bilbao, no contó con los padrinos suficientes para que borraran su “abertzalismo” y pudiera pasar los filtros sin levantar sospechas. A Ángel Mari se le ha dado ya por amortizado después que aguantó carros y carretas como Vicario General. No será ya obispo, pero será un buen cura; con eso ganará él pero habremos perdido todos nosotros.

      Con Joseba ha habido más suerte. La experiencia habrá servido para tocar otras teclas y mover otros registros que han hecho llegar hasta el Papa su nombre y conseguir su designación. Pero que haya que utilizar esos recursos para el nombramiento de los que han de presidir las comunidades en el nombre de Jesús, no deja de ser una desgracia porque por ese medio se promueven al episcopado también, a personas, no por su experiencia pastoral ni por su preparación teológica, sino para premiar sus servicios y garantizar su sumisión. 

      En esta diócesis siempre hemos dicho que lo que nos mueve a hacer una y otra vez esta denuncia no es por ir en contra de las personas, sino por ir en contra del sistema de nombramientos que margina al Pueblo de Dios y favorece el nepotismo en la promoción de presbíteros al episcopado.
 
      Pero esta vez, hemos tenido suerte y habrá que dar gracias, no a Dios, que no sé cómo se las arreglará con los modos de esta Iglesia, sino a los “padrinos” que han hecho posible la elección. Sé que muchos piensan, que tal y como están las cosas es lo mejor que nos podía pasar; pero otros creemos que esto de ser obispo es demasiado serio para jugarlo a la lotería o dejarlo en manos de algunas personas influyentes que buscando nuestro bien consiguen, a veces, lo que nos conviene pero sin contar con nosotros. 

      Esta Iglesia nuestra no se ha dejado convertir por los valores democráticos de la cultura moderna y mantiene unas prácticas paternalistas y autoritarias que hacen aumentar el desafecto y el descrédito. Se invita a la corresponsabilidad y se proclama su carácter sinodal pero luego, se borra con la manga lo que se escribe con la mano y perdemos credibilidad.

      Mirando hacia atrás, lo que hemos vivido en estos últimos meses se puede valorar como una broma y así habrá que tomarlo para digerirlo mejor. Porque, a lo que parece, ya estaba todo predestinado desde Ecuador. Ahora va a resultar, que una vez consagrado Joseba como Obispo Auxiliar, no va a ser necesario nombrar un Vicario General; y cuando se vaya D. Mario y se quede Joseba como Obispo Titular, no va a ser necesario nombrar un Obispo Auxiliar. Todo son suposiciones pero razonables. Lo que no ha sido razonable es que nos hayan tenido entretenidos con propuestas y consultas cuando no hacía falta vicario ni auxiliar más que para guardar el escalafón, como en el ejército, que para llegar a capitán hay que pasar por ser primero cabo, sargento y teniente, o algo así, porque yo no hice la mili.


Juan Mari Lechosa
Cura jubilado.


2 comentarios:

  1. Juan Mari, tienes toda la razón. Es una alegría que haya sido nombrado obispo (auxiliar) de (Izeta) Bilbao, Joseba, pero el procedimiento sigue siendo el mismo, no es ampliamente consultivo ni participativo, y al final resulta (como bien dices) una lotería. Sigamos pidiendo lo que ya es muy reclamado en numerosas diócesis de Europa. ¡Que ningún obispo sea impuesto!

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  2. No sé si es toda la razón, parte o nada de la razón… Lo que sí sé es que se está jugando con el personal. En las "altas esferas" aún no ha cuajado el Vat II, y menos ha podido ser asimilado por las bases. En las cúpulas no parece iluminar nuestra Asamblea Diocesana, y en el transcurrir de los días nos dedicamos a "entretener" a la gente y a "marear la perdiz".
    ¿Merece la pena preocuparse de nombramientos, asignaciones, organizaciones y demás zarandajas, mientras nuestra credibilidad está "bajo cero", nuestra creatividad adolece de inanición y nuestra feligresía va "a por uvas"?
    A nosotros nos corresponderá animar comunidades, alentarlas en el seguimiento a Jesús y en la solidaridad con los pobres, y a los "de arriba" les corresponderá volar y alejarse cada vez más de aquellos que creen les aplauden…
    Vayamos cada cual a su tarea.

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