Por Ignacio
Villota Elejalde
Queridos
amigos: hoy he visto un reportaje en no sé qué televisión en el que presenciábamos
cómo ciudadanos de Huelva despedían enfervorizados con banderas rojigualdas al
viento a guardias civiles y policías nacionales, mileuristas. Partían para
Barcelona a defender la unidad de la Patria. Sí de la Patria, la que les duele
a los incautos alienados o a los cínicos de la vida. La escena muy emotiva con el
“a por ellos oé, a por ellos oé”. Desde Andalucía, una de las regiones
históricamente más denostada y discriminada por el nacionalismo español, unos ciudadanos
profundamente manipulados y manoseados por un patriotismo apolillado se lanzan
a la calle a defender no sé qué ideas. Ellos tampoco.
No entro,
por supuesto, en el intrincado problema de la soberanía, del derecho a decidir,
de la democracia de España o la de Cataluña. A vosotros, onubenses, ¿qué os va
en ello? Cuando he pasado temporadas en vuestro bello pueblo, he paseado por
vuestras calles, he visto pobreza dolor, en algunos casos miserias… Espero que
algo haya cambiado. Pero, a vosotros se os ha hecho salir a la calle desde un
impulso vacuo de amor a la patria. Lo que se os debe a vosotros es mucho amor,
y antes, justicia. Amor y justicia negados a los protagonistas de esa Patria que,
en vuestro caso, son muchos y muy pobres.
Esto me
recuerda, y estos días están poniendo una serie de Tv., la guerra de Marruecos.
Allí eran desplazados soldados, hijos de las clases obreras. Los de las clases
medias y acomodadas quedaban libres del servicio militar, eran los “soldados de
cuota”. ¿A qué iban estos hombres a la guerra del Rif? Lisa y llanamente, a
defender la Patria y el honor… y, de paso, las minas de hierro en las que
personalidades españolas encabezadas por el Conde de Romanones, y varios magnates
más tenían grandes intereses. Toda la aristocracia madrileña, capitaneada por
la reina Victoria Eugenia, apadrinaba y se “volcaba” con aquellos mucho menos
que mileuristas de la época. Todos conocemos cómo acabó aquello: el desastre de
Annual con miles de soldados españoles muertos. Pero, murieron por España… y
los intereses de la Compañía Española de Minas del Rif. S. A. A estos soldados
se les despedía con bandas de música y grandes honores en la estación de
Atocha, seguramente con la Marcha Real pues todavía no se había creado el “Yo
soy español, español, español”. Igual que hoy en Huelva o cualquier ciudad
española.
En estos
momentos, en España se da un enfrentamiento profundo entre varios
nacionalismos, uno que lo es per se, el
español. España, creen sus militantes
fue fundada por Dios en el octavo día de la creación. Los otros, per accidens,
vamos, un invento de algunos, dirían los nacionalistas españoles. Pero lo malo
de los nacionalismos estatales o los no estatales es que, partiendo de
identidades afectivas o del sentimiento, enraizamientos lingüísticos o
culturales, lo cual es sano, pueden llegar a la exacerbación ideológica, social
o económica e, inexorablemente, pueden abocar en la insolidaridad. La
insolidaridad ha sido siempre la pandemia de la humanidad, narcotizada por el
ansia de poder, dinero, o dicho de otra manera, de mayor bienestar. Todo ello
desde los albores de esa humanidad. Para un creyente, su pecado original. El
amor desbocado y exacerbado a lo propio puede ser como un fardo de olvido de
los otros, envuelto en la bandera de la Patria, la que sea. Y ahí pierden los
más débiles, vosotros los de las Huelvas de la vida y no digamos los de las
muchas Sierra Leonas que viven un vivir sin vivir.
Amigos de
Punta Umbría, esta no es vuestra cuestión como tampoco lo era la guerra del Rif
para aquellos pobres soldados. Es que los nacionalistas catalanes ¿quieren una
mayor financiación para ser más solidarios con vosotros? Yo creo que no. Es
solamente para el acrecentamiento de su propio bienestar. No os digo nada a
vosotros los de Sierra Leona o Mali. Vosotros no estáis en el fichero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Identifícate con tu e-mail para poder moderar los comentarios.
Eskerrik asko.