Es el lema que, año tras año, preside la tzozna que monta la
comparsa Hontzak en la Aste Nagusia de Bilbao. Y podemos estar de acuerdo con
lo que significa ese lema en la ideología libertaria porque la humanidad no
necesita de tutelas arbitrarias y despóticas que coarten su libertad. En esta
ocasión no se especifica a qué amo se refiere pero sí se determina de qué Dios
se trata porque en lo más alto del decorado colocaron una imagen de Jesús de
Nazaret colgado de la cruz. Y eso es lo que a muchos nos ofende y desconcierta
ya que, por lo que bien sabemos, a Jesús lo mataron porque el Dios en el que él
creía y anunciaba era el que liberaba a los oprimidos, sanaba a los enfermos y
ponía en pie a los marginados; así lo creía él y por esa causa apostó toda su
vida. Fue por eso por lo que lo torturaron hasta la muerte y de ese cuerpo
torturado hacen mofa los miembros de la comparsa troceándolo como si fuera un
animal para la venta en una carnicería. Curiosamente, en el mismo decorado se
hace campaña en contra de la violencia que se ejerce contra la mujer que sigue
siendo tantas veces maltratada y con acierto, se señala con carteles, que “las
agresiones verbales también son agresiones”; pero, al parecer de los
comparseros de Hontzak, las imágenes y las frases escritas haciendo burla del
Cristo crucificado son solo opiniones.
Podían
haber hecho mofa del Papa, de los obispos y los curas porque, aunque sea vulgar
y repetitivo, siempre se pueden encontrar motivos para ello. Pero ¿reírse de
Jesús de Nazaret, ridiculizando su cuerpo crucificado? Los autores de este
escarnio tienen que saber que, independientemente de la aceptación o del
rechazo de lo que él predicó, la figura de Jesús es universalmente reconocida y
valorada como una figura cumbre del humanismo. Algo ha tenido que pasar en la
historia de esta comparsa para que reaccionen de forma tan irracional y burda en
contra, no de la iglesia católica ni de los cristianos, sino en contra de la
muerte en cruz de Jesús representada en esa imagen que tan bellamente pintó
Velázquez y que inspiró a D. Miguel de Unamuno unos versos como estos:
¿En qué piensas Tú,
muerto, Cristo mío? ¿Por qué ese velo de cerrada noche de tu abundosa cabellera
negra de nazareno cae sobre tu frente?
Supongo que el Cristo pensará, de los que
tratan de ofenderle ahora, como pensaba de los que le crucificaban entonces, y
seguirá proclamando “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”.
Juan Mari Lechosa
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