"Que nuestro lenguaje sea el del Evangelio; que nuestra actitudes, las de las Bienaventuranzas"
(Jesús Bastante, en R. D.).- "El cardenal entra en la Iglesia de Roma. No entra en una Corte". Francisco dio esta mañana una lección práctica de reforma de la Curia en la misa con los nuevos cardenales. Con palabras gruesas y claras, muy claras. "Evitemos todos y ayudémonos unos a otros a evitar hábitos y comportamientos cortesanos: intrigas, habladurías, camarillas, favoritismos, preferencias".
"Que nuestro lenguaje sea el del Evangelio: «Sí, sí; no, no»; que nuestras actitudes sean las de las Bienaventuranzas, y nuestra senda la de la santidad", subrayó el Papa, quien insistió en que "un corazón vacío de amor es como una iglesia desconsagrada, sustraída al servicio divino y destinada a otra cosa".
Primer misa de Francisco con los nuevos cardenales en San Pedro. En esta ocasión, las púrpuras fueron sustituidas por el verde del tiempo litúrgico, y por una Eucaristía muestra de la Iglesia universal, con las lecturas leídas en distintos idiomas, y algunas peticiones en chino, indio y coreano. Y mucha gente, pues estas ceremonias están abiertas a todo el pueblo.
Una prueba más de la comunión, que ayer vivió su momento más álgido con la presencia de Benedicto XVI, junto a Francisco, en el Consistorio. "Todos sois de Cristo", se leyó en el ambón.
El "ojo por ojo, diente por diente", el perdón, el no hacer frente, el poner la otra mejilla... El mensaje del Evangelio de hoy fue providencial para una Iglesia que necesita acompañar y ser acompañada, que ha de dar su capa al más necesitado. Que ha de "amar a vuestros enemigos, rezar por los que os persiguen".
"Jesús no ha venido a enseñarnos los buenos modales, modales de salón. Para esto no era necesario que muriera en la Cruz. Cristo vino para salvarnos, para mostrarnos el camino, el único camino para salir de las arenas movedizas del pecado y la misericordia. Y en este camino es la misericordia, lo que hace él con nosotros cada día. Ser santos no es un lujo: es necesario para la salvación del mundo. Y esto es lo que nos pide el Señor", añadió el Pontífice, quien pidió a todo el Pueblo de Dios que rezara por esta virtud, que tiene un suplemento "de entrega gratuita" en los cardenales.
"Amemos a los que nos contradigan, bendigamos a quien habla mal de nosotros. Saludemos con una sonrisa tal vez a aquel que no lo merece. No pretendamos hacernos valer por la prepotencia, olvidemos las humillaciones, dejémonos guiar siempre por el espíritu de Jesucristo, para que podamos ser cauces por la que fluye esa caridad. Esta es la actitud de un cardenal".
(homilia)
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