¿Tiene futuro el cristianismo en España?
De la era de la cristiandad a la era post-secular
San Pablo, Madrid, 2021, 351 pp.
Jesús Martínez Gordo
Vida Nueva, 27/2-5/3/2021, nº 3213
Un libro para saber de dónde venimos, sin nostalgias. Para conocer cómo estamos, con realismo. Y para auscultar el futuro, con los pies en el suelo.
Javier Elzo, sociólogo conocido por sus investigaciones sobre la religión, se formula en voz alta una pregunta que, alguna vez, nos hemos hecho otros: ¿tiene futuro el cristianismo en España? Su respuesta es afirmativa, desde la primera hasta la última página, pero contextualizada: vivimos en los estertores de la cristiandad, nos hemos adentrado en la era secular y están apareciendo interesantes señales de la post-secular. Es la hipótesis que trata de mostrar en este libro, rematándolo, poco antes de su finalización, con un pronóstico que sorprenderá a bastantes: todavía está por llegar “la edad de oro” del cristianismo ya que lo que tenemos por delante es mucho más interesante que lo que estamos dejando.
Y, adentrándose en la tarea de convertir la hipótesis en tesis probada, presenta cada una de las tres etapas con las que nos interrelacionamos en el presente. Lo hace apoyándose, como es de esperar, en datos sociológicos y en argumentos que va exponiendo con su ya conocida capacidad analítica, interpretativa y comunicativa.
El lector se encuentra, en la primera parte del libro, con un apartado en el que expone y analiza los indicadores más relevantes en los que se evidencia la crisis del modelo de cristiandad en la Europa occidental que, en el caso de España, es el del nacionalcatolicismo.
Retengo cuatro puntos que considero capitales para quien busque comprender su pronóstico sobre el futuro del cristianismo: Cataluña, sostiene, siendo la primera comunidad española que se secularizó, es también la primera que ya ha tocado fondo en la exculturación de lo religioso, sin que, por ello, dejen de existir núcleos “claramente antirreligiosos” que, con una fuerte presencia mediática, se reducirán cada vez más. En el segundo de los puntos, observa que “quienes han salido más tarde del sistema educativo son quienes en mayor proporción son católicos practicantes”, lo que quiere decir que, en este tiempo, la fe se articula mejor con el saber que en el pasado. Además, prosigue, el desprestigio de las iglesias históricas y la desinstitucionalización de la religión vienen acompañados de una demanda de espiritualidad o de religiosidad en la que se muestran los límites de una sociedad que, cuando deviene secularista, acaba reforzando tales demandas. Los jóvenes, mantiene finalmente, no son “ni pasotas, ni generación perdida”, sino un colectivo en el que ya se aprecian los albores de la era post-secular, una época que estará marcada por la coexistencia de muchos dioses, religiosos y seculares, y en la que lo determinante va a ser (porque ya lo está siendo) la convicción y la elección.
En la segunda parte, dedicada a estudiar la persistencia del cristianismo en el tiempo secular, son reseñables sus aportaciones sobre la aceleración del proceso por causa de la pederastia del clero católico, así como sobre la urgencia de una reforma de la Iglesia en profundidad. Y en la tercera y última, en la que analiza la post-secularidad, son referenciales sus contribuciones sobre la persistencia minoritaria del cristianismo en diferentes grupos que, insertos en una sociedad plural, van a encontrar en la fraternidad el valor que une en la diversidad, entre ellos y con otros. Será un tiempo, pronostica, en el que se podrá mostrar con sencillez y claridad lo que queremos decir los cristianos cuando decimos que Dios se revela en Jesús de Nazaret como Abba-Padre, misterio de comunión uni-trinitaria. Y en el que la Iglesia vivirá la fe sin ocultaciones ni prepotencias y, a la vez, ofreciéndola como una contribución a la humanidad.
El lector entenderá, a la luz de estas líneas, por qué voy a proponer el próximo curso, en el grado de máster, el estudio y evaluación de la hipótesis, así como de los datos y argumentaciones que Javier Elzo aporta en este libro. Y que lo haga convencido de que va a tener una excelente acogida.
En definitiva, lo recomiendo porque otea el futuro con esperanza e ilumina el tiempo presente, aparcando infundados desalientos.
Muy interesante y a la vez sincero y profundo.
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