lunes, 9 de noviembre de 2020

Joe Biden, el segundo católico en la Casa Blanca, y su visión sobre el aborto

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Fuente:     infobae

Autor/a:   08/11/2020

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El presidente electo ha cambiado sus posiciones a lo largo del tiempo. Durante la campaña habló sobre defender el derecho constitucional establecido por Roe v. Wade y ampliar el acceso de las mujeres a la salud reproductiva mediante Obamacare

 


En los comicios de 2012, cuando buscaba la reelección de la fórmula gobernante, con el presidente Barack Obama, Joe Biden se refirió a su perspectiva sobre el aborto en uno de los debates de vices, en este caso con Paul Ryan, quien acompañaba a Mitt Romney en el combo republicano:

—¿Qué papel ha jugado su religión en sus perspectivas personales sobre el aborto? —preguntó la moderadora, Martha Raddatz, de ABC News.

—No veo de qué manera una persona puede separar su vida pública de su vida privada o de su fe —respondió Ryan.

Biden, en cambio, dijo:

—Acepto la posición de mi iglesia con respecto a que la vida comienza en la concepción. Es el dictamen de la iglesia. Lo acepto en mi vida personal. Pero me niego a imponerla sobre otras personas igualmente devotas, cristianas, musulmanas y judías, y simplemente me niego a imponerla a otros.

Biden será apenas el segundo presidente católico en la historia de Estados Unidos después de John F. Kennedy. A lo largo de su carrera ha tenido posturas cambiantes sobre el derecho de las mujeres a abortar, pero parece adherir a un criterio que se acepta como el oxígeno cuando se habla de los ideales de los Estados Unidos: las libertades individuales. Se comprende al recordar lo que agregó: "No creo que tengamos el derecho de decirle a otras personas que las mujeres no pueden tener control sobre sus propios cuerpos. Es una decisión entre ellas y sus médicos, desde mi punto de vista. Y la Suprema Corte: no voy a interferir allí.

Con eso hacía alusión al histórico fallo en el caso Roe vs. Wade, el pilar del derecho al aborto en los Estados Unidos. Se trata de la demanda de Norma McCorvey, una texana con dos hijos que en 1970 quedó embarazada por tercera vez y el estado no le permitió abortar; su identidad protegida fue Jane Roe, y litigó contra la fiscalía general de Texas, que perdió el caso en el tribunal superior, por siete votos contra dos, representada por el funcionario Henry Wade.

Desde aquella definición en 2012, con acaso algunas variaciones, Biden no ha modificado demasiado su perspectiva. “Los derechos reproductivos de las mujeres son un derecho constitucional. Y todas las mujeres deberían tener ese derecho”, dijo durante la campaña 2020, luego de cuatro años de amenazas potenciales a aquella sentencia de 1973 y recortes de fondos a las organizaciones que ofrecen salud reproductiva, como Planned Parenthood, entre otras cuestiones que sucedieron durante el gobierno de Donald Trump.

Al hablar de su plan para la atención de la salud en caso de ganar las elecciones, el demócrata explicó entonces que avanzaría, a partir de la Ley de Salud Accesible, u Obamacare, en todo lo que se refiera a la prevención del embarazo: los planes comunes cubrirían "la anticoncepción y el derecho constitucional de la mujer a elegir”.


Ese verbo, sin embargo, necesita un poco de contexto, sobre todo en un país donde los planes de salud varían de estado a estado y es muy difícil entender los contratos: una persona puede ir a un hospital que está dentro de su red de cobertura y hacerse allí mismo una radiografía de tórax sin costo; pero si el técnico que aprieta el botón de los rayos X no está dentro de esa red, tendrá que pagar por sus servicios.

Hasta el momento Obamacare ha beneficiado, con métodos anticonceptivos económicos o gratuitos, a más de 62 millones de mujeres, entre ellas 17 millones de latinas y 15 millones de afroamericanas. Si bien todos están considerados (aunque no todas las marcas), la cobertura del aborto es una cuestión aparte y depende de dónde viva una persona: algunos estados la prohíben y otros la permiten. Los hospitales religiosos están exentos de ofrecer esos servicios a sus usuarios aun dentro de los planes de seguro de Obamacare.

Acaso el problema principal en el discurso de Biden ante el aborto, aun si él apoya que se ofrezca ese servicio dentro del alcance de la Ley de Salud Accesible, sea su voto favorable en 1977 a la Enmienda Hyde, que bloqueó desde entonces el acceso al aborto en Medicaid (la cobertura estatal gratuita o de bajo costo para para personas sin recursos, niños, embarazadas, discapacitados y ancianos), y muchos estados expandieron Medicaid para cumplir con Obamacare. Eso, en la práctica, contradice la posibilidad de que alguien que tenga seguro subsidiado pueda realizar un aborto si su plan es una expansión de Medicaid.

Los únicos casos que la Enmienda Hyde reconoció como excepciones para que una mujer pueda abortar son el incesto, la violación o un embarazo que ponga su vida en peligro. Como no se trata de una ley federal sino de una regla —impulsada por el republicano de Illinois Henry Hyde, activista antiaborto muerto en 2007— que se agregó al presupuesto anual del Congreso, ha sido votada de manera regular todos los años desde 1977.

El demócrata cambió su posición sobre el tema en 2019, y durante su campaña presidencial abogó por eliminar la Enmienda Hyde. No obstante, aquel giro de 180 grados, 42 años después de su voto, no le ahorró un roce con quien luego fuera su compañera de fórmula, Kamala Harris, mientras ambos competían por la nominación:

Biden: —Apoyo el derecho de una mujer a elegir. Lo apoyo porque es un derecho constitucional. Lo he apoyado y seguiré haciéndolo y, como presidente, actuaré para que el Congreso legisle que esa también sea la ley —dijo el precandidato el 31 de julio de 2019, en el segundo debate partidario.

Harris: —¿Por qué te llevó tanto cambiar tu posición sobre la Enmienda Hyde?

Biden: —Porque antes de este momento no había financiación federal completa para todos los servicios reproductivos —respondió, con más precisión que punch.

En realidad, el impacto de la pregunta de Harris se montó en los cambios de opinión de Biden sobre el aborto. En 1974, poco después de la sentencia en Roe vs. Wade, dijo al Washingtonian: “No me gusta la decisión de la Suprema Corte sobre el aborto. Creo que fue demasiado lejos. No creo que una mujer tenga por sí sola el derecho a decir qué debería pasar en su cuerpo”. Conviene recordar que en aquel momento su posición no sonó escandalosa aunque parecía encerrar al sujeto legal femenino en una segunda categoría; muchos políticos, y no solo varones, compartían su perspectiva.

En 2006 dijo que estaba en contra de que el aborto se cubriera con fondos federales; ese mismo año votó en contra de la interrupción del embarazo en el último trimestre, aunque votó a favor de no imponer restricciones a los derechos consagrados por Roe vs. Wade. Dijo entonces: “No considero que el aborto sea una elección y un derecho. Creo que es siempre una tragedia. Creo que debería ser escaso y seguro, y creo que nos deberíamos concentrar en cómo reducir la cantidad de abortos".

En otra entrevista de ese año, con Texas Monthly, precisó: “Creo que doy la nota discordante en mi partido. Se enojaron conmigo los pro-vida porque me niego a apoyar una enmienda constitucional o una limitación a los derechos de una mujer a ejercer su derecho constitucional tal como lo define Roe vs. Wade. Y se enojaron mucho conmigo los grupos de mujeres porque me niego a apoyar el uso de fondos públicos y me niego a apoyar el aborto en el tercer trimestre del embarazo". En 2007 confirmó, en Meet the Press, que está en contra de esta última práctica médica.

Más allá de cómo evolucionó el demócrata a lo largo de su extensa carrera —fue senador durante 36 años y vicepresidente durante ocho—, un gobierno de Biden tendría cuatro pilares en lo que respecta al tema del aborto:

 

1) Sostener el aborto como un derecho constitucional

“Como presidente, Biden trabajará para codificar Roe vs. Wade y su Departamento de Justicia hará todo lo que esté a su alcance para terminar con la serie de leyes estatales que de manera tan flagrante violan el derecho constitucional al aborto, como las de restricciones específicas para los médicos que realizan abortos, los requisitos de notificación a los padres, los periodos obligatorios de espera y las exigencias de ultrasonidos", dice el plan de su campaña.

Codificar la sentencia que legalizó el aborto en los Estados Unidos —aunque dejó a criterio de cada uno de los 50 estados la normativa sobre los procedimientos, lo cual en la práctica ha implicado limitaciones— podría llegar a requerir “que se pase apruebe legislación que haga de Roe vs. Wade una ley nacional”, dijo Biden cuando le preguntaron por el peligro de que una Corte Suprema tan conservadora como la que armó Trump pudiera emitir un fallo que revocara el de 1973. “Eso es lo que voy a hacer”.

 

2) Repeler la Enmienda Hyde

“Biden apoya la derogación de la Enmienda Hyde, porque la atención de la salud es un derecho que no debe depender del código postal o de los ingresos de una persona”, según el plan en el sitio web del demócrata. "Los planes públicos cubrirán la anticoncepción y el derecho constitucional de la mujer según estableció Roe vs. Wade.

La referencia al domicilio tiene importancia porque muchos de los estados con más incidencia de población de bajos recursos son también sitios donde, por dominio republicano de la política, existen más restricciones al aborto. Durante un discurso de campaña en Atlanta, Biden insistió: “No puedo justificar dejar a millones de mujeres sin acceso a la atención que necesitan y la capacidad de ejercer su derecho protegido constitucionalmente. Si creo que la atención médica es un derecho, y eso creo, ya no puedo apoyar una enmienda que hace que ese derecho dependa del código postal de alguien”.

 

3) Revertir algunas políticas de Trump que restringieron el derecho al aborto

En 2017 Trump amplió la llamada “Política de Ciudad de México”, que desde 1984 han adoptado varios gobiernos republicanos, que prohibe que aquellos países que reciben fondos de ayuda de los Estados Unidos los apliquen en políticas sanitarias que contemplen el aborto, tanto su práctica como el asesoramiento de las pacientes o la promoción del debate público sobre la cuestión. Eso condicionó, según Human Rights Watch, fondos por unos USD 8.800 millones en asistencia a la salud.

Biden anunció que eliminaría esta “ley mordaza global” y también cualquier normativa similar dentro del país, como otra ley de 2017 que permite que los estados restrinjan, a discreción, el uso de fondos federales en servicios de anticoncepción y salud reproductiva. En la práctica eso impidió que los proveedores de servicios médicos que incluyen el aborto puedan acceder a los fondos conocidos como Title X.

 

4) Se propone devolver fondos federales a Planned Parenthood.

En su plan de salud, Biden dijo que, del mismo modo que lo hizo como vicepresidente de Obama, como presidente “combatiría los ataques republicanos” contra la organización. En primer lugar emitiría reglamentación a las normas existentes para impedir que los estados con autoridades anti-aborto obstaculicen que Planned Parenthood reciba fondos de Medicaid y afecte de ese modo los derechos de las mujeres que quieren o necesitan abortar.

 

4) No dijo que apoyará el aborto en el tercer trimestre

Durante la campaña, tanto su adversario, Trump, como la iglesia católica, insistieron en varias formas, aunque todas negativas, en que Biden apoyaba la interrupción de un embarazo avanzado, algo que sucede en muy pocos casos y por decisiones médicas en situaciones de vida o muerte. Sin embargo el demócrata no hizo declaraciones al respecto y el tema no aparece en su propuesta de gobierno.

 

 

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