¿Hacia un
futuro sin funerales? Los entierros sin ceremonia se están popularizando en
toda Europa
(En Magnet,
16/09/2019)
Desde los albores
de la civilización, los ritos mortuorios han permitido a los seres humanos
despedirse de sus seres queridos en una coreografía controlada de
espiritualidad y rito colectivo. Los funerales sirven a un último adiós y
ejercen de punto determinante en el duelo. Sin embargo, están de capa caída.
Muchos países europeos han observado cómo sus ciudadanos están abandonando las
tradicionales ceremonias de despido. Los funerales, al compás de la
secularización en todo el continente, atraviesan una fase de crisis y una
incipiente decadencia, manifestada en el creciente volumen de entierros sin
ceremonia alguna.
¿Dónde? El ejemplo más evidente es Suecia. Según
cuenta la prensa local, los entierros sin ceremonia civil o religiosa se
han disparado durante los últimos años, pasando del 2% de los decesos al 8%. En
las regiones más tradicionales del sur el porcentaje es menor (en torno al 5%),
pero en las grandes ciudades y en regiones como
Dalarna su volumen supera el 10%. Los fallecidos pasan del hospital
directamente al crematorio, y en muchas ocasiones sus cenizas son esparcidas en
cementerios anónimos sin presencia de sus familiares. Es la muerte
inconsecuente, una transformación de nuestra relación con el hecho final.
¿Por qué? Como explica una investigadora en
The Conversation, la caída de los rituales funerarios está íntimamente
relacionada con la secularización del país. Suecia es hoy uno de los países
menos religiosos de Europa. La fe se ha desvanecido entre las nuevas
generaciones y tiene un rol menos importante a la hora de explicar las
inquietudes y las preferencias de los ciudadanos suecos. Los tradicionales
funerales tienen un alto componente cristiano, y han dejado de resultar
atractivos para muchas personas. Rituales más íntimos, anclados a los entornos
naturales y relacionados con los deseos del fallecido han ocupado su lugar.
Generalizado. Tiene sentido. Los europeos hoy
bautizamos menos a nuestros hijos, contraemos matrimonio en rituales con menor
carga religiosa y nos relacionamos con la muerte de un modo distinto a la
tradicional cosmovisión cristiana. La religión ha
dejado de formar parte de nuestra identidad nacional, y su número de
seguidores se ha desplomado entre los más
jóvenes. En su lugar, el continente ha abrazado ritos de paso distintos.
Bodas naturales sin
componente religioso, obituarios sin cruces, bautizos seculares y un
largo etcétera. Ceremonias de carácter social, más íntimo, más individual.
Es una
consecuencia directa de nuestro desapego religioso e irá a más. En países como Islandia,
Reino Unido o Estonia el número de ateos menores de 26 años ronda
el 90%.
El futuro. ¿Qué haremos con nuestros muertos en el
futuro? En Suecia, gran parte de la ausencia de funerales no deriva tanto de la
pérdida de fe como de los desencuentros entre familiares o de los
deseos expresos de los fallecidos (que no quieren cargar con la pesada
carga económica que implica el entierro, de
hasta 3.000€ en España). También hay un componente solitario: Suecia acumula
el mayor número de personas viviendo en soledad en el mundo, y, como sabemos,
tendemos a
perder nuestros vínculos familiares o sociales conforme envejecemos. En la
tendencia hay tanto de tendencia cultural como de estructura económica.
Europa. El caso sueco es particular. No todos
los países reúnen sus características ni todos cuentan la estadística de
muertes sin entierro (Reino Unido ha
empezado a hacerlo y también ha registrado un aumento). España, por
ejemplo, es un país con mayor raigambre religiosa, y gran parte de los
fallecidos cuentan con seguros de decesos que permiten costear
la ceremonia (aunque esto está cambiando).
Pero hay tendencias al alza: las cremaciones podrían
superar el 70% de los ritos en diez años, e iniciativas como transformar tus
restos en
compost o abonar un pequeño
árbol para los familiares están ganando cierta atención.
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