sábado, 11 de mayo de 2019

Contra Planellas

Por Catalunya Religió. Jue, 09/05/2019
en Laeto animo





Me van a perdonar que le dé relieve a algo que no debería tenerlo. Pero lo que eran cuatro exabruptos en internet, este miércoles se han convertido en tres notas editoriales. Una en El Mundo, la otra en el ABC y la otra en La Razón. Las tres contra el nombramiento de Joan Planellas como arzobispo de Tarragona. "Un arzobispo independentista", según ellos. Creer en la unidad pastoral de las diócesis con sede en Cataluña, una frase de los documentos oficiales del Concilio Provincial Tarraconense aprobados por la Santa Sede, es excesivo.
Cansa, pero volvamos a empezar.

También queremos obispos catalanes
El nombramiento de Planellas estuvo precedido de varias especulaciones sobre otros obispos no nacidos en Cataluña, en un contexto en el que los doce obispos catalanes que ya tenemos, tres son valencianos, un aragonés, un mallorquín y dos catalanes formados fuera de los seminarios de Cataluña. Un mapa de obispos catalanes que, dicho sea de paso, no se producía desde los de los años del franquismo. A finales del siglo XIX, cuando Torras y Bages fue nombrado obispo de Vic por el traslado del obispo Morgades a Barcelona, todos los obispos de Cataluña eran catalanes, excepto Tortosa con el valenciano Rocamora. O en 1990, cuando el cardenal Carles sustituye el cardenal Jubany en Barcelona, todos los obispos eran catalanes menos el nuevo arzobispo de la capital catalana. Y Carles ya hacía 20 años que estaba en Cataluña.
Hasta ahora Francisco había firmado los nombramientos de cinco obispos en Cataluña. Sólo un catalán. Los valencianos Benavent en Tortosa (2013) y Giménez en Lleida (2015), el aragonés nacido en La Franja Omella en Barcelona (2015), y dos auxiliares en Barcelona (2017), el catalán Gordo y el mallorquín Vadell.
Por lo tanto, primer punto: nadie puede hablar de un exceso de obispos catalanes. No estaba fuera de lugar recordar ante el nombramiento de Tarragona que "también" queremos obispos catalanes. Al contrario. Y, en términos relativos, que en las principales sedes de Cataluña —Barcelona y Tarragona— haya un aragonés y un catalán, no puede ser más equidistante. Curiosamente, la mayoría de la claca que ahora se vuelve contra Planellas no había criticado ninguno de estos nombramientos, ni valorado si faltaban o sobraban obispos catalanes, porque la Iglesia es universal. Excepto cuando nombran un obispo que no es de su cuerda y encuentran una excusa donde agarrarse para criticarlo.
No deja de ser significativo, al mismo tiempo, la radicalidad de los ataques de aquellos que van por el mundo de abanderados del catolicismo. O los fundadores de Vox , que sólo se acuerdan de los papas que les interesa y que son permanet instigadores del conflicto y la exclusión. No quien grita más alto o se muestra más indignado lleva siempre la razón.
En cambio, acumulamos una larga lista de nombramientos que no han gustado nada a los sectores católicos catalanistas. Se han criticado nombramientos. Pero incluso sorprendidos y perplejos por la presunta desconfianza hacia el clero catalán, no han habido reacciones tan vicerales, tan denigrantes para las personas como las que está sufriendo Planellas, ni se ha roto ningún carné. En todo caso, sólo ha provocado un silencioso alejamiento de una comunidad eclesial que no veía a su iglesia lo bastante arraigada en el país. Y, en general, las comunidades diocesanas afectadas han acogido con buena disposición a sus obispos. Ha habido quejas y protestas, pero ni se ha montado ningún cristo supremasista y nacionalista como el que empezó el sábado y no ha parado nadie. Y no deja de ser curioso que los obispos indepedentistes dividan a la Iglesia, y que los que no lo son no la dividan y deban contentar a todo el mundo.

La estelada de Jafre
Bien. ¿Cuál es la excusa contra Planellas? Que en una de las parroquias en las que era párroco en 2013 se colgó una bandera independentista. Una polémica que no se sostiene.
Primero por el contexto. El 2013 no estábamos en un contexto de polarización como el que generó la respuesta al 1-O. Tampoco se sostiene por los hechos. Jafre es una de las ocho parroquias del Empordà que Planellas atendía pastoralmente. Obviamente, su trabajo en la Facultad de Teología no le dejaba mucho tiempo para ir colgando y sacando banderas en ocho campanarios. Todo el mundo sabe que en estos pueblos sin rector es la gente de la parroquia quien quita y pone. El rector ya tiene bastante con recorrer la comarca los fines de semana o en atender urgencias sacramentales. Quien parece que tenía poco trabajo era la mujer de Albert Boadella que montó su sacramental por la estelada.

Como explicó Planellas en ABC, estamos hablando de parroquias que en ausencia de un rector estable normalmente las gestiona el mismo pueblo. Muchas veces estos sacerdotes ni siquiera llevan las llaves de las parroquias, porque no podrían ir en coche y deberían alquilar un tráiler. Pero toda la polémica se basa en la respuesta a una llamada imprevista de un periodista que lo que buscaba era resaltar la tensión, comprometer el obispo de Girona, y demostrar la teoría de su diario que en Cataluña sobran obispos catalanes y que habría que hacer como hizo Rouco con el País Vasco. Planellas, sencillamente se lo quitó de encima.
El hecho tiene tan poca trascendencia, que de las personas que han intervenido en el nombramiento del arzobispo de Tarragona muchos ni siquiera tenían constancia. Y los que eran conscientes del tema, no le dieron ninguna importancia porque formaba parte del dossier contra el obispo Pardo, no contra Planellas, que sólo pasaba por allí. "Le repito que la bandera la pone el pueblo, no la parroquia". Pero por mucho que lo repitiera, el ABC quería su historia de Pardo-obispo-catalán-independentista-radical.
Lo que se ha valorado de Planellas para hacerlo obispo, y es sobradamente conocido, es otra cosa.

La Iglesia, actor político
Todo el mundo ha visto claro que en Tarragona convenía un obispo catalán. Y todo el mundo es todo mundo. Incluso los que se puede sospechar que no lo veían tan claro. Quizás eso es lo que más ha molestado a los que quieren utilizar la Iglesia como un actor político contra el procés. Que además son los que hablan con orgullo de la Iglesia española pero que se exaltan cuando se habla de Iglesia catalana.
Pero si se ha optado por Planellas no es por lo que pone su DNI, sino porque su sintonía con la renovación sensata y la sensibilidad social del papa Francisco es total. Y porque todos los que han trabajado con él conocen su capacidad de escuchar y de generar diálogo y consenso. Un obispo de todos, como él mismo ha dicho. También persona discreta y, como los que acaban siendo los mejores obispos, sin ambiciones episcopales. Asimismo, como dijo el arzobispo Pujol, porque es uno de los mejores teólogos que tenemos hoy en Cataluña, con lo que puede aportar mucho al episcopado catalán.
Joan Planellas también aporta otra cosa. Lo dibujó muy bien él mismo en una entrevista que le hacía Ignasi Miranda este domingo por la noche en Radio Estel, recién nombrado.

La realidad nacional de Cataluña
El episcopado catalán, las últimas décadas, no ha dejado de recordar que amar a la patria, a la lengua, a la propia cultura, y a sus peculiaridades, también es de buenos cristianos. En el caso concreto de Cataluña, el magisterio de los obispos (en documentos avalados por la Santa Sede) han dado fe de "la realidad nacional de Cataluña". Al mismo tiempo, no se ha cansado de recordar que la articulación política concreta de esta realidad ya no es competencia eclesial y, por lo tanto, que existe una "legitimidad moral de todas las opciones políticas que se basen en el respeto de la dignidad inalienable de las personas y de los pueblos". Ser independentista o constitucionalista no es una cuestión moral. La moral se juega en los métodos y formas para alcanzar estos objetivos.
Planellas lo recogía en la entrevista explicando que "lo que dice la Iglesia sobre estas cuestiones es que debemos manifestar nuestro profundo amor al país, y ponernos a su servicio. Porque sentimos la urgencia de anunciar la Buena Nueva de Jesucristo y su Reino. Este es el tesoro más grande". Y el teólogo añadía: "Lo que dice la constitución pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, sobre la Iglesia en el mundo, es que la Iglesia no se identifica con ninguna opción política ni está ligada a ningún sistema político. Decidir la forma concreta de cara al futuro de nuestro pueblo, en el marco del reconocimiento de unos derechos propios y una identidad, pertenece a los políticos. No pertenece a la Iglesia".
Este discurso episcopal de reconocimiento de la realidad cultural, política e histórica del país, tal vez había quedado un poco difuso en el discurso episcopal después del 1-O. Planellas no hay ninguna duda de que contribuirá a fortalecerlo. Quizás esto es precisamente lo que no gusta.

La concordia
Pero al mismo tiempo Planellas recoge otro polo que ha marcado el discurso del episcopado catalán los últimos años, el de la concordia y la convivencia. Sostiene Planellas: "En estos momentos la Iglesia debe ser elemento de cohesión que contribuya a sanar heridas. Hemos sufrido mucho estos últimos tiempos. Lo he visto yo en nuestras parroquias por estos problemas y desencuentros que ha habido. Y en la Iglesia nos toca ahora calmar corazones exaltados, templar los ánimos, curar heridas, ejercer el ministerio del consuelo y ser de todos. Yo lucharé para que pueda ser el obispo de todos, para integrar a todos, y no ser de un determinado bando, o de un partido o grupo, como parece que se me quiere meter. La Iglesia es para acoger a todo el mundo".
Y por último, estos dos mandamientos —la realidad nacional y la concordia— se resumen en uno: "El reto que tenemos es esta Iglesia en salida de la que habla el Papa Francisco, evangelizadora y misionera. Para eso es la unidad pastoral de la Iglesia en Cataluña. Debemos trabajar unidos como nunca. En el momento actual lo que debe hacer la Iglesia es anunciar el Evangelio, dejarse de historias, y volver al Evangelio. El Concilio Vaticano II fue un preguntarse a la Iglesia, '¿qué dices de ti misma?' Y la respuesta es retornar a Cristo, volver al Evangelio. Esta es la novedad que tenemos para aportar. Esto debe hacerse con una actitud propositiva, abierta, de diálogo. El Evangelio ni se pospone, ni se impone: se propone".
Resumiendo, lo que aporta Planellas es un equilibrio entre estos dos factores que no puede abandonar la Iglesia en cualquier realidad temporal: el arraigo, conocimiento y estima de su realidad, y ser espacio de encuentro y reconciliación. En este sentido, el nuevo tándem que se configura entre Omella en Barcelona y Planellas en Tarragona, si funciona, puede ser providencial.

Contra la concordia
No deja de ser curioso que un anticlerical como Boadella sea quién hace una llamamiento a no volver a marcar la crucecita de la Iglesia porque han nombrado a un obispo separatista. Y que se sume al coro integrista de quienes lo que no les gusta es ni Planellas, ni Omella, ni el Papa Francisco, en este caso porque no ama suficientemente a España.
Como decía Planellas, "que pongan la bandera española en su casa, si la quieren", pero que no nos hagan pasar un test de españolidad por cada obispo que nombra Francisco.
En realidad, ¿saben lo que echo de menos? Algún obispo de una congregación religiosa. Hace muchos años que no tenemos ninguna en Cataluña. Creo que desde 1927 cuando se nombró al obispo Perelló, Misionero del Sagrado Corazón, en Vic. En cambio, de colores políticos tenemos de todo un poco.

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