en Laeto animo
Me van a perdonar que le dé relieve a
algo que no debería tenerlo. Pero lo que eran cuatro exabruptos en
internet, este miércoles se han convertido en tres notas editoriales. Una
en El
Mundo,
la otra en el ABC y la otra en La
Razón. Las
tres contra el nombramiento de Joan Planellas como
arzobispo de Tarragona. "Un arzobispo independentista", según
ellos. Creer en la unidad
pastoral de
las diócesis con sede en Cataluña, una frase de los documentos oficiales del
Concilio Provincial Tarraconense aprobados por la Santa Sede, es excesivo.
Cansa, pero volvamos a empezar.
También queremos obispos catalanes
El nombramiento de Planellas estuvo
precedido de varias especulaciones sobre otros obispos no nacidos en Cataluña,
en un contexto en el que los doce obispos catalanes que ya tenemos, tres
son valencianos, un aragonés, un mallorquín y dos catalanes formados fuera de
los seminarios de Cataluña. Un mapa de obispos catalanes que, dicho sea de
paso, no se producía desde los de los años del franquismo. A finales del siglo
XIX, cuando Torras y Bages fue nombrado obispo de Vic por el
traslado del obispo Morgades a Barcelona, todos los obispos de
Cataluña eran catalanes, excepto Tortosa con el valenciano Rocamora. O
en 1990, cuando el cardenal Carles sustituye el cardenal Jubany en
Barcelona, todos los obispos eran catalanes menos el nuevo arzobispo de la
capital catalana. Y Carles ya hacía 20 años que estaba en Cataluña.
Hasta ahora Francisco había
firmado los nombramientos de cinco obispos en Cataluña. Sólo un catalán. Los
valencianos Benavent en Tortosa (2013) y Giménez en
Lleida (2015), el aragonés nacido en La Franja Omella en
Barcelona (2015), y dos auxiliares en Barcelona (2017), el catalán Gordo y
el mallorquín Vadell.
Por lo tanto, primer punto: nadie puede
hablar de un exceso de obispos catalanes. No estaba fuera de
lugar recordar ante el nombramiento de Tarragona que "también"
queremos obispos catalanes. Al contrario. Y, en términos relativos,
que en las principales sedes de Cataluña —Barcelona y Tarragona— haya un
aragonés y un catalán, no puede ser más equidistante. Curiosamente, la
mayoría de la claca que ahora se vuelve contra Planellas no había
criticado ninguno de estos nombramientos, ni valorado si faltaban o sobraban
obispos catalanes, porque la Iglesia es universal. Excepto cuando nombran
un obispo que no es de su cuerda y encuentran una excusa donde agarrarse para
criticarlo.
No deja de ser significativo, al mismo
tiempo, la radicalidad de los ataques de aquellos que van por el mundo
de abanderados del catolicismo. O los fundadores de Vox , que sólo se acuerdan de los
papas que les interesa y que son permanet instigadores del conflicto y la
exclusión. No quien grita más alto o se muestra más indignado lleva siempre
la razón.
En cambio, acumulamos una larga
lista de nombramientos que no han gustado nada a los sectores católicos
catalanistas. Se han criticado nombramientos. Pero incluso
sorprendidos y perplejos por la presunta desconfianza hacia el clero catalán, no
han habido reacciones tan vicerales, tan denigrantes para las
personas como las que está sufriendo Planellas, ni se ha roto ningún
carné. En todo caso, sólo ha provocado un silencioso alejamiento de una
comunidad eclesial que no veía a su iglesia lo bastante arraigada en el país. Y,
en general, las comunidades diocesanas afectadas han acogido con buena
disposición a sus obispos. Ha habido quejas y protestas, pero ni se ha
montado ningún cristo supremasista y nacionalista como el
que empezó el sábado y no ha parado
nadie. Y no deja de ser curioso que los obispos indepedentistes dividan a
la Iglesia, y que los que no lo son no la dividan y deban contentar a todo el
mundo.
La estelada de Jafre
Bien. ¿Cuál es la excusa contra
Planellas? Que en una de las parroquias en las que era
párroco en 2013 se colgó una bandera independentista. Una polémica que no se sostiene.
Primero por el contexto. El 2013 no
estábamos en un contexto de polarización como el que generó la respuesta al
1-O. Tampoco se sostiene por los hechos. Jafre es una de las ocho
parroquias del Empordà que Planellas atendía pastoralmente. Obviamente, su
trabajo en la Facultad de Teología no le dejaba mucho tiempo para ir colgando y
sacando banderas en ocho campanarios. Todo el mundo sabe que en estos
pueblos sin rector es la gente de la parroquia quien quita y pone. El rector ya
tiene bastante con recorrer la comarca los fines de semana o en atender
urgencias sacramentales. Quien parece que tenía poco trabajo era la mujer
de Albert Boadella que montó su sacramental por la estelada.
Como explicó Planellas en ABC, estamos
hablando de parroquias que en ausencia de un rector estable normalmente las
gestiona el mismo pueblo. Muchas veces estos sacerdotes ni siquiera
llevan las llaves de las parroquias, porque no podrían ir en coche y
deberían alquilar un tráiler. Pero toda la polémica se basa en la
respuesta a una llamada imprevista de un periodista que lo que buscaba era
resaltar la tensión, comprometer el obispo de Girona, y demostrar la
teoría de su diario que en Cataluña sobran obispos catalanes y que habría que
hacer como hizo Rouco con el País Vasco. Planellas,
sencillamente se lo quitó de encima.
El hecho tiene tan poca trascendencia,
que de las personas que han intervenido en el nombramiento del arzobispo
de Tarragona muchos ni siquiera tenían constancia. Y los que eran conscientes
del tema, no le dieron ninguna importancia porque formaba parte del dossier
contra el obispo Pardo, no contra Planellas, que sólo pasaba
por allí. "Le repito que la bandera la pone el pueblo, no la
parroquia". Pero por mucho que lo repitiera, el ABC quería
su historia de Pardo-obispo-catalán-independentista-radical.
Lo que se ha valorado de Planellas para
hacerlo obispo, y es sobradamente conocido, es otra cosa.
La Iglesia, actor político
Todo el mundo ha visto claro que en
Tarragona convenía un obispo catalán. Y todo el mundo es todo
mundo. Incluso los que se puede sospechar que no lo veían tan
claro. Quizás eso es lo que más ha molestado a los que quieren utilizar la
Iglesia como un actor político contra el procés. Que además
son los que hablan con orgullo de la Iglesia española pero que se exaltan
cuando se habla de Iglesia catalana.
Pero si se ha optado por Planellas no es
por lo que pone su DNI, sino porque su sintonía con la renovación sensata y la
sensibilidad social del papa Francisco es total. Y porque todos los que
han trabajado con él conocen su capacidad de escuchar y de generar diálogo y
consenso. Un obispo de todos, como él mismo ha dicho. También persona
discreta y, como los que acaban siendo los mejores obispos, sin ambiciones
episcopales. Asimismo, como dijo el arzobispo Pujol, porque
es uno de los mejores teólogos que tenemos hoy en Cataluña, con lo que puede
aportar mucho al episcopado catalán.
Joan Planellas también aporta otra
cosa. Lo dibujó muy bien él mismo en una entrevista que le hacía Ignasi
Miranda este domingo por la noche en Radio Estel, recién nombrado.
La realidad nacional de Cataluña
El episcopado catalán, las últimas
décadas, no ha dejado de recordar que amar a la patria, a la lengua, a la
propia cultura, y a sus peculiaridades, también es de buenos
cristianos. En el caso concreto de Cataluña, el magisterio de los obispos
(en documentos avalados por la Santa Sede) han dado
fe de "la realidad nacional de
Cataluña". Al mismo tiempo, no se ha cansado de recordar que la articulación política
concreta de esta realidad ya no es competencia eclesial y, por lo tanto, que
existe una "legitimidad moral de todas las opciones políticas que se basen
en el respeto de la dignidad inalienable de las personas y de los
pueblos". Ser independentista o constitucionalista no es una cuestión
moral. La moral se juega en los métodos y formas para alcanzar estos
objetivos.
Planellas lo recogía en la entrevista
explicando que "lo que dice la Iglesia sobre estas cuestiones es que
debemos manifestar nuestro profundo amor al país, y ponernos a su
servicio. Porque sentimos la urgencia de anunciar la Buena Nueva de
Jesucristo y su Reino. Este es el tesoro más grande". Y el
teólogo añadía: "Lo que dice la constitución pastoral Gaudium et
Spes del Concilio Vaticano II, sobre la Iglesia en el mundo, es que la
Iglesia no se identifica con ninguna opción política ni está ligada a ningún
sistema político. Decidir la forma concreta de cara al futuro de nuestro
pueblo, en el marco del reconocimiento de unos derechos propios y una
identidad, pertenece a los políticos. No pertenece a la Iglesia".
Este discurso episcopal de
reconocimiento de la realidad cultural, política e histórica del país, tal vez
había quedado un poco difuso en el discurso episcopal después del
1-O. Planellas no hay ninguna duda de que contribuirá a
fortalecerlo. Quizás esto es precisamente lo que no gusta.
La concordia
Pero al mismo tiempo Planellas recoge
otro polo que ha marcado el discurso del episcopado catalán los últimos años,
el de la concordia y la convivencia. Sostiene
Planellas: "En estos momentos la Iglesia debe ser elemento de cohesión que
contribuya a sanar heridas. Hemos sufrido mucho estos últimos
tiempos. Lo he visto yo en nuestras parroquias por estos problemas y
desencuentros que ha habido. Y en la Iglesia nos toca ahora calmar
corazones exaltados, templar los ánimos, curar heridas, ejercer el ministerio
del consuelo y ser de todos. Yo lucharé para que pueda ser el obispo de
todos, para integrar a todos, y no ser de un determinado bando, o de un partido
o grupo, como parece que se me quiere meter. La Iglesia es para acoger a
todo el mundo".
Y por último, estos dos mandamientos —la
realidad nacional y la concordia— se resumen en uno: "El reto que tenemos
es esta Iglesia en salida de la que habla el Papa Francisco,
evangelizadora y misionera. Para eso es la unidad pastoral de la Iglesia en
Cataluña. Debemos trabajar unidos como nunca. En el momento actual lo
que debe hacer la Iglesia es anunciar el Evangelio, dejarse de historias, y
volver al Evangelio. El Concilio Vaticano II fue un preguntarse a la
Iglesia, '¿qué dices de ti misma?' Y la respuesta es retornar a Cristo,
volver al Evangelio. Esta es la novedad que tenemos para
aportar. Esto debe hacerse con una actitud propositiva, abierta, de
diálogo. El Evangelio ni se pospone, ni se impone: se propone".
Resumiendo, lo que aporta Planellas es
un equilibrio entre estos dos factores que no puede abandonar la Iglesia en
cualquier realidad temporal: el arraigo, conocimiento y estima de su
realidad, y ser espacio de encuentro y reconciliación. En este sentido, el
nuevo tándem que se configura entre Omella en Barcelona y Planellas en
Tarragona, si funciona, puede ser providencial.
Contra la concordia
No deja de ser curioso que un
anticlerical como Boadella sea quién hace una llamamiento a no volver a marcar la crucecita
de la Iglesia porque han nombrado a un obispo separatista. Y que se sume
al coro integrista de quienes lo que no les gusta es ni Planellas, ni
Omella, ni el Papa Francisco, en este caso porque no
ama suficientemente a España.
Como decía Planellas, "que pongan
la bandera española en su casa, si la quieren", pero que no nos hagan
pasar un test de españolidad por cada obispo que nombra Francisco.
En
realidad, ¿saben lo que echo de menos? Algún obispo de una congregación
religiosa. Hace muchos años que no tenemos ninguna en Cataluña. Creo que
desde 1927 cuando se nombró al obispo Perelló, Misionero del Sagrado
Corazón, en Vic. En cambio, de colores políticos tenemos de todo un poco.
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