Introducción
Dom Demetrio Valentini es
una de las figuras más valientes del episcopado brasileño, desde que era el
obispo encargado de la Pastoral Social y presidente de Cáritas Brasileña.
Ahora, como obispo emérito, está libre para abordar temas congelados, proponer
medidas de revisión sobre disciplinas que se están volviendo obsoletas y ser
fiel a la evolución de la doctrina, como indicaba el gran John Henry Newman.
Vive proféticamente en tiempos Francisco, el nuevo clima de una iglesia
"semper reformanda".
Dom Demetrio pide que la
CNBB (Comisión Nacional de Obispos de Brasil) reflexione sobre laicos que
puedan presidir la Eucaristía
Fuente: A 12. Por Elisangela
Caballero, 14 de Febrero de 2017 a 16h43.
El obispo emérito de Jales,
Dom Demetrio Valentini, dijo durante su homilía en el Santuario Nacional de
Aparecida, en la mañana del martes (14) que la Iglesia en Brasil necesita reflexionar
sobre la cuestión de los católicos que no tienen acceso a la Eucaristía con
frecuencia. El obispo sugirió para resolver este problema la elección de laicos
comprometidos en la vida de la comunidad para asumir esta tarea de presidir la
Eucaristía. El obispo estaba en el santuario debido a la celebración del 25
aniversario de la Asociación Nacional de Presbíteros de Brasil.
"¿Somos una Iglesia que
comparte el pan, o una iglesia que somete a sus comunidades a la escasez que
lleva a su debilidad y a la propia disolución eclesial?", dijo el obispo,
que hizo memoria de un discurso del Papa emérito Benedicto XVI en Aparecida
durante el CELAM.
"Sin Eucaristía no hay
comunidad cristiana. Así fue afirmado solemnemente aquí en esta basílica por el
Papa Benedicto XVI en la apertura de la 5ª Conferencia General del Episcopado
de América Latina y el Caribe. Sin Eucaristía no hay comunidad cristiana.
Entonces, hace falta ahora comprobar qué consecuencias prácticas extraemos de
esta verdad tan importante afirmada por el Papa. Y entonces entra de lleno, de
nuevo, la cuestión presbiteral ", instó el obispo emérito.
En el centro de su
reflexión, el obispo habló sobre la necesidad de la Iglesia para reflexionar
sobre la realidad que afecta a muchas comunidades eclesiales, no sólo en
Brasil, sino en muchos lugares del mundo: la falta de presbíteros para presidir
la Eucaristía.
"Hoy en día la iglesia
necesita escuchar las llamadas de las comunidades que expresan sus necesidades
que deben ser atendidas, y ahí entra de nuevo en juego el tema presbiteral. Éste
necesita ser resuelto correctamente y para ello es urgente restaurar la visión
ministerial del Vaticano II, "dijo.
El asunto ya fue discutido
por los Obispos de Brasil en la Asamblea y por el papa Francisco, pero necesita
una mayor implicación y atención por parte de los miembros de la Iglesia, según
el obispo, que fue categórico al dar su opinión sobre el tema.
"El papa Francisco con
su valor y, al mismo tiempo, prudencia, solicitó la CNBB que presentara un
proyecto; sería una motivación para que se realizara con rapidez y dedicación.
Personalmente, me permito aquí expresar mi posición, muy consciente del poco
peso que puede tener. La vida enseña a relativizar las aspiraciones personales
y situarlas en el ámbito más amplio de la historia. No importa si no vemos
realizados todos nuestros sueños, sobre todo ahora que como obispo emérito no
mando nada. Pero no envío a otros a decir. Me tomo la libertad de pedir a la
CNBB que agilice la discusión del problema , para que la cuestión de poder
contar con presbíteros de la comunidad pueda ir definiendo sus detalles, de
manera que podamos organizar y poner en práctica la disposición del papa
Francisco de dar curso a esta medida, para que en este asunto que involucra
profundamente la vida de la Iglesia, el Papa no se vea tal vez obstaculizado
por la fuerza eclesial interna, sino que cuente con el apoyo claro de la CNBB,
y en particular de los presbíteros de Brasil representados aquí hoy por la
Asociación Nacional de Presbíteros de Brasil", dijo.
Dom Demetrio llamó a estos
laicos "presbíteros de la comunidad",
en contrapartida de los "presbíteros
diocesanos".
Agradecemos a Dom Demetrio
esta valiente aportación, con la esperanza de que su llamada tenga eco y siga
ayudando a generar consensos y a abrir caminos. Y ahora, una reflexión que
recoge inquietudes de muchas personas de esta red y que guarda relación con la
cuestión de los ministerios
____________________________________________
NO
HAGAMOS DIFÍCIL LO QUE ES SENCILLO
En la última conferencia de
Aparecida (Brasil), organizada por la Comisión Episcopal de obispos de
Latinoamerica y Caribe (CELAM) la llamada de Dios se hace sentir muy claramente.
Estamos llamados a ser
discípulos misioneros. Si somos misioneros, pero no somos discípulos,
seguidores de Jesús, seremos misioneros proselitistas, de algún conjunto de
dogmas momificados (no actualizados), pero no nos sentiremos enviados por Aquel
que vino a liberar a los pobres, a hacer que los ciegos vean, que los tullidos
echen a andar…
Si somos de verdad
discípulos (o al menos lo queremos ser) necesariamente seremos misioneros de
una sola Misión: Anunciar el Evangelio, no ninguna doctrina ajena a este.
Desde esta perspectiva todo
se aclara y se vuelve sencillo, lo pueden entender hasta los niños.
El Evangelio se vive en una
doble dimensión: Jesús de Nazareth y la comunidad que se reúne en SU NOMBRE (no
en el de los que dicen "Señor, Señor", sino en el de los que quieren
que se haga la Voluntad de Su Padre, así en la Tierra como en el Cielo).
En esta perspectiva, los
ministerios también están muy claros. Hay un ministerio principal que es la
Diakonía (el servicio) con un ojo en el Evangelio, en el Reino que ha de venir
y que de alguna manera ya está aquí y el otro ojo puesto en el pueblo de Dios,
en la comunidad concreta. Todos somos llamados a ese gran ministerio de
servicio, que desemboca en una actitud; y de aquí se derivan todos los demás
ministerios, basados en los dones y carismas que el Espíritu reparte y que
siempre tienen que tener una referencia en las demandas y necesidades de la
comunidad. Algunos serán ordenados por el obispo y otros serán no ordenados,
pero no por ello menos importantes.
Esta comunidad ha de hacerse
Eucaristía, en la vida cotidiana y en la celebración. Y ninguna comunidad
cristiana puede serlo sin invitarse a vivir a diario y sin celebrar la
Eucaristía.
Junto a este gran
acontecimiento eucarístico que da centralidad al Misterio de la Vida- Muerte y
Resurrección de Jesús y lo conecta con nuestras vidas, hay otros ministerios
que no son sólo de culto, sino que giran en torno a la Palabra, a la Caridad,
al acompañamiento comunitario…
El Espíritu reparte sus
dones entre los miembros de la comunidad y estos han de ponerse al servicio de
la misma. No es posible que haya comunidad sin servidores inspirados por el
Espíritu. Por lo tanto, la Iglesia de Jesús es una Iglesia "toda ella
ministerial".
Si bien Jesús fue varón,
(también fue judío, en una sociedad de hace 2000 años, hablaba en arameo, usaba
sandalias, fue crucificado…) Pablo nos dice que en Cristo no hay hombre ni
mujer, célibe ni casado, judío ni gentil… ¿Servirá esto para que de una vez por
todas, no se siga discriminando a las mujeres y a los casados en su
representación de Cristo, en el que quedan superadas todas las dualidades y
limitaciones espacio-temporales.
¿Será que todas las Iglesias
cristianas, menos los católicos romanos van a entender esta superación del
espacio geográfico- histórico- temporal en el que vivió Jesús de Nazareth?
Iglesia católico romana, que -curiosamente, tan literal en algunos aspectos- no
obliga al Papa a casarse y a tener suegra como San Pedro, pero limita el acceso
de la mujer a la representación de Cristo, porque alegan que Jesús fue varón.
A este respecto sólo una
consideración. ¿Jesús, fue varón porque Dios se siente más representado a
través de los varones, (nos morimos de pena, por la chapuza entonces de nuestro
imperfecto Bautismo…) o es que, si hace 2000 años, en Judea, Dios se hubiera
encarnado en una mujer, esta hubiera sido excluida y lapidada sólo poner su
experiencia en conocimiento de sus convecinos (y no se habrían podido escribir
los evangelios)? Sin embargo Jesús se hace acompañar de su madre, de Magdalena,
de María Salomé, es amigo de Marta y María… ¿No son acaso ellas servidoras de
la comunidad como los varones, verdaderas discípulas misioneras, como es
palpable en el anuncio de la resurrección que hace María Magdalena?
¡Cuidado, con esto, a pesar
de nuestro énfasis que puede parecer descarado, fruto de nuestra convicción
profunda, respetamos profundamente a quienes hoy dentro de la Iglesia piensan —legítimamente—
de otra manera. Durante siglos hemos sido formados así… Y no hacemos una llamada
a la desobediencia a lo que la Iglesia disponga en un momento histórico
concreto, sino que invocamos el derecho de seguir pensando en voz alta lo que
el Espíritu nos inspire; y hacemos una llamada a los teólogos y a las teólogas,
biblistas y pastoralistas, para que sigan legítimamente investigando y reflexionando!
Es legítimo y necesario
urgirse a la reflexión crítica, porque ¿De quién es el mandato de que las
comunidades se han de quedar sin poder celebrar la Eucaristía, porque no se
encuentran suficientes ministros que quieran ser célibes, imitando
supuestamente a Jesús, que —por otro lado— no fue sacerdote del Imperio Romano,
era un laico y celebró una única Eucaristía en su vida coincidiendo con su
entrega a la Muerte por causa de la Vida más plena para todos, cuya Memoria
celebramos ahora en nuestras Eucaristías?
El problema puede ser más
acuciante en Brasil, pero también afecta a Europa ¿Quién ha dicho que se tengan
que estar cerrando parroquias en Europa e importando presbíteros de África,
insertándose en una cultura y lenguajes que les son extraños y enajenándose de
los problemas y necesidades de sus tierras de origen, porque envejecen y se
acaban los curas célibes autóctonos?
¿Es que el Espíritu Santo ya
no suscita vocaciones de presbíteros y diáconos en las comunidades, como en los
tiempos de Pablo, o es que su acción pasa porque en la Iglesia Católica Romana
nos enfrentemos a nuestras propias contradicciones y miserias?
Ojalá los obispos propongan
ya soluciones valientes, inspiradas en el Evangelio a la falta de Eucaristía en
las comunidades, soluciones que nos alejen del clericalismo y nos ayuden a
transitar por los caminos de una Iglesia más participativa y servicial.
Ojalá en el próximo Sínodo,
sobre los jóvenes y su discernimiento vocacional, podamos escuchar con más
libertad la voz del Espíritu, que derive en una Iglesia verdaderamente renovada,
carismática y eucarística. Y algo, muy importante en este camino que es
verdaderamente conciliar: que sepamos encontrar consensos, tender puentes,
buscar lo que nos une antes de lo que nos divide y ser suficientemente libres
para hacer caso al Espíritu más que a nuestras ideologías, temores
particulares, o búsquedas de poder y de control.
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