lunes, 27 de febrero de 2017

Presbíteros en las Comunidades y Eucaristía



Introducción

Dom Demetrio Valentini es una de las figuras más valientes del episcopado brasileño, desde que era el obispo encargado de la Pastoral Social y presidente de Cáritas Brasileña. Ahora, como obispo emérito, está libre para abordar temas congelados, proponer medidas de revisión sobre disciplinas que se están volviendo obsoletas y ser fiel a la evolución de la doctrina, como indicaba el gran John Henry Newman. Vive proféticamente en tiempos Francisco, el nuevo clima de una iglesia "semper reformanda".


Dom Demetrio pide que la CNBB (Comisión Nacional de Obispos de Brasil) reflexione sobre laicos que puedan presidir la Eucaristía
Fuente: A 12. Por Elisangela Caballero, 14 de Febrero de 2017 a 16h43.

El obispo emérito de Jales, Dom Demetrio Valentini, dijo durante su homilía en el Santuario Nacional de Aparecida, en la mañana del martes (14) que la Iglesia en Brasil necesita reflexionar sobre la cuestión de los católicos que no tienen acceso a la Eucaristía con frecuencia. El obispo sugirió para resolver este problema la elección de laicos comprometidos en la vida de la comunidad para asumir esta tarea de presidir la Eucaristía. El obispo estaba en el santuario debido a la celebración del 25 aniversario de la Asociación Nacional de Presbíteros de Brasil.

"¿Somos una Iglesia que comparte el pan, o una iglesia que somete a sus comunidades a la escasez que lleva a su debilidad y a la propia disolución eclesial?", dijo el obispo, que hizo memoria de un discurso del Papa emérito Benedicto XVI en Aparecida durante el CELAM.

"Sin Eucaristía no hay comunidad cristiana. Así fue afirmado solemnemente aquí en esta basílica por el Papa Benedicto XVI en la apertura de la 5ª Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe. Sin Eucaristía no hay comunidad cristiana. Entonces, hace falta ahora comprobar qué consecuencias prácticas extraemos de esta verdad tan importante afirmada por el Papa. Y entonces entra de lleno, de nuevo, la cuestión presbiteral ", instó el obispo emérito.


En el centro de su reflexión, el obispo habló sobre la necesidad de la Iglesia para reflexionar sobre la realidad que afecta a muchas comunidades eclesiales, no sólo en Brasil, sino en muchos lugares del mundo: la falta de presbíteros para presidir la Eucaristía.

"Hoy en día la iglesia necesita escuchar las llamadas de las comunidades que expresan sus necesidades que deben ser atendidas, y ahí entra de nuevo en juego el tema presbiteral. Éste necesita ser resuelto correctamente y para ello es urgente restaurar la visión ministerial del Vaticano II, "dijo.

El asunto ya fue discutido por los Obispos de Brasil en la Asamblea y por el papa Francisco, pero necesita una mayor implicación y atención por parte de los miembros de la Iglesia, según el obispo, que fue categórico al dar su opinión sobre el tema.

"El papa Francisco con su valor y, al mismo tiempo, prudencia, solicitó la CNBB que presentara un proyecto; sería una motivación para que se realizara con rapidez y dedicación. Personalmente, me permito aquí expresar mi posición, muy consciente del poco peso que puede tener. La vida enseña a relativizar las aspiraciones personales y situarlas en el ámbito más amplio de la historia. No importa si no vemos realizados todos nuestros sueños, sobre todo ahora que como obispo emérito no mando nada. Pero no envío a otros a decir. Me tomo la libertad de pedir a la CNBB que agilice la discusión del problema , para que la cuestión de poder contar con presbíteros de la comunidad pueda ir definiendo sus detalles, de manera que podamos organizar y poner en práctica la disposición del papa Francisco de dar curso a esta medida, para que en este asunto que involucra profundamente la vida de la Iglesia, el Papa no se vea tal vez obstaculizado por la fuerza eclesial interna, sino que cuente con el apoyo claro de la CNBB, y en particular de los presbíteros de Brasil representados aquí hoy por la Asociación Nacional de Presbíteros de Brasil", dijo.

Dom Demetrio llamó a estos laicos "presbíteros de la comunidad", en contrapartida de los "presbíteros diocesanos".

Agradecemos a Dom Demetrio esta valiente aportación, con la esperanza de que su llamada tenga eco y siga ayudando a generar consensos y a abrir caminos. Y ahora, una reflexión que recoge inquietudes de muchas personas de esta red y que guarda relación con la cuestión de los ministerios

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NO HAGAMOS DIFÍCIL LO QUE ES SENCILLO

En la última conferencia de Aparecida (Brasil), organizada por la Comisión Episcopal de obispos de Latinoamerica y Caribe (CELAM) la llamada de Dios se hace sentir muy claramente.

Estamos llamados a ser discípulos misioneros. Si somos misioneros, pero no somos discípulos, seguidores de Jesús, seremos misioneros proselitistas, de algún conjunto de dogmas momificados (no actualizados), pero no nos sentiremos enviados por Aquel que vino a liberar a los pobres, a hacer que los ciegos vean, que los tullidos echen a andar…

Si somos de verdad discípulos (o al menos lo queremos ser) necesariamente seremos misioneros de una sola Misión: Anunciar el Evangelio, no ninguna doctrina ajena a este.
Desde esta perspectiva todo se aclara y se vuelve sencillo, lo pueden entender hasta los niños.

El Evangelio se vive en una doble dimensión: Jesús de Nazareth y la comunidad que se reúne en SU NOMBRE (no en el de los que dicen "Señor, Señor", sino en el de los que quieren que se haga la Voluntad de Su Padre, así en la Tierra como en el Cielo).

En esta perspectiva, los ministerios también están muy claros. Hay un ministerio principal que es la Diakonía (el servicio) con un ojo en el Evangelio, en el Reino que ha de venir y que de alguna manera ya está aquí y el otro ojo puesto en el pueblo de Dios, en la comunidad concreta. Todos somos llamados a ese gran ministerio de servicio, que desemboca en una actitud; y de aquí se derivan todos los demás ministerios, basados en los dones y carismas que el Espíritu reparte y que siempre tienen que tener una referencia en las demandas y necesidades de la comunidad. Algunos serán ordenados por el obispo y otros serán no ordenados, pero no por ello menos importantes.

Esta comunidad ha de hacerse Eucaristía, en la vida cotidiana y en la celebración. Y ninguna comunidad cristiana puede serlo sin invitarse a vivir a diario y sin celebrar la Eucaristía.

Junto a este gran acontecimiento eucarístico que da centralidad al Misterio de la Vida- Muerte y Resurrección de Jesús y lo conecta con nuestras vidas, hay otros ministerios que no son sólo de culto, sino que giran en torno a la Palabra, a la Caridad, al acompañamiento comunitario…

El Espíritu reparte sus dones entre los miembros de la comunidad y estos han de ponerse al servicio de la misma. No es posible que haya comunidad sin servidores inspirados por el Espíritu. Por lo tanto, la Iglesia de Jesús es una Iglesia "toda ella ministerial".

Si bien Jesús fue varón, (también fue judío, en una sociedad de hace 2000 años, hablaba en arameo, usaba sandalias, fue crucificado…) Pablo nos dice que en Cristo no hay hombre ni mujer, célibe ni casado, judío ni gentil… ¿Servirá esto para que de una vez por todas, no se siga discriminando a las mujeres y a los casados en su representación de Cristo, en el que quedan superadas todas las dualidades y limitaciones espacio-temporales.

¿Será que todas las Iglesias cristianas, menos los católicos romanos van a entender esta superación del espacio geográfico- histórico- temporal en el que vivió Jesús de Nazareth? Iglesia católico romana, que -curiosamente, tan literal en algunos aspectos- no obliga al Papa a casarse y a tener suegra como San Pedro, pero limita el acceso de la mujer a la representación de Cristo, porque alegan que Jesús fue varón.

A este respecto sólo una consideración. ¿Jesús, fue varón porque Dios se siente más representado a través de los varones, (nos morimos de pena, por la chapuza entonces de nuestro imperfecto Bautismo…) o es que, si hace 2000 años, en Judea, Dios se hubiera encarnado en una mujer, esta hubiera sido excluida y lapidada sólo poner su experiencia en conocimiento de sus convecinos (y no se habrían podido escribir los evangelios)? Sin embargo Jesús se hace acompañar de su madre, de Magdalena, de María Salomé, es amigo de Marta y María… ¿No son acaso ellas servidoras de la comunidad como los varones, verdaderas discípulas misioneras, como es palpable en el anuncio de la resurrección que hace María Magdalena?

¡Cuidado, con esto, a pesar de nuestro énfasis que puede parecer descarado, fruto de nuestra convicción profunda, respetamos profundamente a quienes hoy dentro de la Iglesia piensan —legítimamente— de otra manera. Durante siglos hemos sido formados así… Y no hacemos una llamada a la desobediencia a lo que la Iglesia disponga en un momento histórico concreto, sino que invocamos el derecho de seguir pensando en voz alta lo que el Espíritu nos inspire; y hacemos una llamada a los teólogos y a las teólogas, biblistas y pastoralistas, para que sigan legítimamente investigando y reflexionando!

Es legítimo y necesario urgirse a la reflexión crítica, porque ¿De quién es el mandato de que las comunidades se han de quedar sin poder celebrar la Eucaristía, porque no se encuentran suficientes ministros que quieran ser célibes, imitando supuestamente a Jesús, que —por otro lado— no fue sacerdote del Imperio Romano, era un laico y celebró una única Eucaristía en su vida coincidiendo con su entrega a la Muerte por causa de la Vida más plena para todos, cuya Memoria celebramos ahora en nuestras Eucaristías?

El problema puede ser más acuciante en Brasil, pero también afecta a Europa ¿Quién ha dicho que se tengan que estar cerrando parroquias en Europa e importando presbíteros de África, insertándose en una cultura y lenguajes que les son extraños y enajenándose de los problemas y necesidades de sus tierras de origen, porque envejecen y se acaban los curas célibes autóctonos?

¿Es que el Espíritu Santo ya no suscita vocaciones de presbíteros y diáconos en las comunidades, como en los tiempos de Pablo, o es que su acción pasa porque en la Iglesia Católica Romana nos enfrentemos a nuestras propias contradicciones y miserias?

Ojalá los obispos propongan ya soluciones valientes, inspiradas en el Evangelio a la falta de Eucaristía en las comunidades, soluciones que nos alejen del clericalismo y nos ayuden a transitar por los caminos de una Iglesia más participativa y servicial.

Ojalá en el próximo Sínodo, sobre los jóvenes y su discernimiento vocacional, podamos escuchar con más libertad la voz del Espíritu, que derive en una Iglesia verdaderamente renovada, carismática y eucarística. Y algo, muy importante en este camino que es verdaderamente conciliar: que sepamos encontrar consensos, tender puentes, buscar lo que nos une antes de lo que nos divide y ser suficientemente libres para hacer caso al Espíritu más que a nuestras ideologías, temores particulares, o búsquedas de poder y de control.

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