Sébastien
Maillard, Roma
La Croix
Felicitando
la Navidad a la Curia vaticana, el papa Francisco ha descrito, una a una, las quince
“enfermedades espirituales” que están afectando al gobierno central de la Iglesia
católica. Y lo ha hecho mediante un discurso muy vivo, tanto en el fondo como en
la forma, y lleno de frases chocantes.
Al
finalizar el mismo, los miembros presentes le han aplaudido y han ido saludando,
uno a uno, al papa. Queda por ver el efecto de semejante discurso en la reforma
de la Curia en curso.
Marco
Politi, vaticanista, autor del libro
“Francisco entre lobos” ha declarado al periódico italiano “Il Fatto
Quotidiano”: “Aparentemente, este discurso es un listado de pecados, de los que
Francisco ya había hablado antes de ahora. Pero las circunstancias en las que
se ha efectuado indican que el papa tiene dificultades. Percibe con toda
claridad que sus posicionamientos tienen una acogida minoritaria en la Curia. El
último Sínodo sobre la familia le ha mostrado con toda claridad que los jefes
de los dicasterios (el equivalente a los ministerios de la Curia) no apoyan su
voluntad de apertura. Y le ha hecho percatarse de que no muestran entusiasmo
alguno en la reforma de la Curia. Tal es, por ejemplo, la posibilidad de
confiar más responsabilidades a las mujeres.
Una oposición silenciosa y educada
Lo más duro
para él no son los posicionamientos de aquellas personas que propalan públicamente
sus diferencias, como el caso del cardenal Gerhard Müller (prefecto de la
Congregación para la doctrina de la fe) o el cardenal Raymond Burke (recientemente
apartado de la Curia por el papa). Éstos son adversarios leales. Los
adversarios más peligrosos son los que se refugian en un silencio educado, un
comportamiento que puede acabar reuniendo una oposición poderosa.
En este
sentido, su discurso se presenta como una señal de alarma en toda regla. El
papa Francisco envía algo así como una última advertencia a la Curia romana. Es
posible que algunas de las “enfermedades” que describe animen a tal o cual
miembro, individualmente, a cambiar. Como, por ejemplo, cuando habla de la “doble
vida” o cuando denuncia el tren de vida de muchos de ellos. Al explicarse en
estos términos, muestra estar muy informado de lo que pasa. Y, a la vez, que no
tiene intención alguna de cambiar en todo lo referente a la reforma de la Curia.
Ya en su época, el mismo Juan XXIII conoció
una parecida oposición a sus reformas.
Una llamada a posicionarse
Pero
este discurso es también una llamada al resto de la Iglesia. El papa la invita
a posicionarse. Anima a que los sacerdotes, los obispos y también los laicos apoyen
su reforma de la curia y de la Iglesia. Hasta el presente, los diferentes movimientos
de Iglesia, sean del signo que sean, no se han pronunciado al respecto. Sus
palabras son una clara invitación a reaccionar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Identifícate con tu e-mail para poder moderar los comentarios.
Eskerrik asko.