N. S.
La croix, 29.X.2012
Mgr. Bernard Housset, obispo de La Rochelle et Saintes, ha publicado el pasado jueves 18 de octubre un decreto por el que reforma sensiblemente el modo de gobernar la diócesis. En dicho decreto fusiona las funciones propias del vicario episcopal y las del arcipreste y renueva los consejos presbiteral y episcopal.
“Los sacerdotes son cada día menos numerosos. Ya no podemos permitirnos que algunos de ellos queden desvinculados de un servicio ministerial en el territorio en favor de tareas de animación y coordinación”, subraya Mgr Housset. Obviamente, semejante constatación no es óbice para reconocer que, a pesar de todo, “los sacerdotes son y serán indispensables en la animación y misión de la iglesia diocesana”.
La reforma activada pretende, en primer lugar, “evitar una aglomeración de las estructuras que han servido en el pasado, pero que en la actualidad ya no pueden funcionar correctamente sin tener que asumir dobles y triples responsabilidades”. Además, busca “asegurar una mayor proximidad del obispo y de su consejo episcopal con las parroquias, los servicios, los movimientos y las capellanías, así como cuidar que la representatividad de todos los actores pastorales sea real en el conjunto de los lugares en los que se gobierna”.
La unión de las funciones de vicario episcopal y de arcipreste. Después de haber consultado durante un tiempo prudencial al consejo episcopal y al consejo presbiteral, Mgr Housset ha decidido fusionar las tareas de vicario episcopal y de arcipreste. “En adelante, el arcipreste estará ubicado en la encrucijada de los dos ejes del gobierno diocesano: por un lado, la estructura jerárquica de la iglesia (garantizada por el obispo y los ministros ordenados) y, por otra, la animación de todos los actores pastorales y de los fieles que viven en el arciprestazgo”.
Es cierto que los arciprestes han manifestado que semejante forma de funcionar ya estaba operativa desde hacía un tiempo. Sin embargo, matiza Mgr Housset, es preciso abordar el “ejercicio de la autoridad en situaciones difíciles”. Y cita los casos de sacerdotes o responsables pastorales que se niegan a bautizar al segundo o al tercer niño cuando el matrimonio que solicita el sacramento no ha catequizado al mayor de sus hijos, o la celebración de una boda cuando los novios no son originarios de la parroquia, o la existencia de conflictos dentro de un equipo pastoral, o la solicitud de las iglesias para manifestaciones culturales.
Nuevos consejos presbiteral y episcopal. “Para cualquier dificultad de este género que surja en su territorio, el arcipreste está llamado a discernir y, si es procedente, está urgido a solucionar el problema. Cuando ello le parezca imposible, pedirá consejo al responsable del departamento concernido, dejando bien claro que la decisión final ha de ser adoptada por un ministro ordenado. En cualquier caso, no se ha de olvidar nunca, señala Mgr Housset, que la resolución de los conflictos depende muchísimo de la capacidad de diálogo pastoral de las personas concernidas”.
Además, los arciprestes son miembros de pleno derecho en el consejo presbiteral cuya composición también se renueva: nueve miembros por derecho (el vicario general, el sacerdote delegado episcopal para los sacerdotes y los siete arciprestes) y diez sacerdotes elegidos por sus compañeros (ocho de entre los sacerdotes en activo y dos de entre los jubilados).
También se renueva la composición del consejo episcopal. En adelante, estará integrado por el obispo, el vicario general, el sacerdote delegado episcopal para los sacerdotes, un diácono secretario, dos laicos comprometidos en la vida eclesial (de los que, por lo menos, uno, será religiosa) y el o la delegado (a) de los equipos pastorales y de los animadores pastorales.
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