Conversión: es pasar por la Cruz
a la plenitud de Cristo (Mt 26,14-27. 66)
¿Por qué sufrió Jesús? Porque nos ama, y cuando uno ama, sufre; el que entra en el sufrimiento del otro, tal vez sufra más que el otro.
Sucede eso con muchos cristianos que aman al hombre, especialmente al pobre, y ven que es víctima de la injusticia. Lo quieren defender, y se atraen sobre sí una multitud de dificultades. Si uno piensa en sí mismo, en ganar dinero y gozar de la vida, nadie lo molesta. Si uno quiere defender al oprimido, genera oposición. En términos muy actuales, jesús sufrió y murió por haber querido defendernos, por afirmar el derecho que tiene cada hombre a ser respetado como persona, y reconocido en su dignidad. Y Jesús ha hecho esto de manera no-violenta. (Puebla 192).
No-violencia no significa estar con los brazos cruzados, encerrarse en sí mismo y dejar que sufra quien sufra. Si Jesús hubiera actuado así, ¿lo habrían crucificado? ¿Una posición de indiferencia podría llamarse de amor hacia nosotros? La no-violencia debe ser como la de Jesús, que consiste en entender a fondo el sufrimiento y la injusticia, y ponerse en contra, con las palabras y con la vida, de las injusticias y de los injustos, hasta el punto de dejarse matar.
La opción de Jesús es la opción por nuestra vida, con todos sus sufrimientos, y se ha hecho víctima para nosotros, voluntariamente y por amor.
Los ejemplos que podemos encontrar de cristianos o de otros hombres, que han dado la vida por los demás, no deben hacernos perder de vista que la pasión y la muerte de Jesús es única. Ante todo, porque El es absolutamente justo, mientras que nosotros, quien más quien menos, somos injustos. Por eso, solamente la muerte de Jesús es absolutamente injusta, porque ha sido el único que no merecía castigo.
La muerte de Jesús es única, también, porque ha sido redentora de todos los hombres y por todos los tiempos, y nos ha liberado efectivamente de la muerte, aunque en el espacio de nuestra vida no lo veamos claramente (Puebla 195). Pero nosotros los creyentes, por la fe creemos fuertemente en la resurrección. Y si uno cree de verdad y profundamente puede infundir, en todos aquellos que encuentra, una esperanza que ayuda a afrontar todas las dificultades, sabiendo que la victoria final será de la vida y no de la muerte.
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