No deja de sorprendernos su mirada y la sed que se palpa en sus
rostros. Que no nos digan que la gente joven no está interesada por la
espiritualidad, por el secreto profundo que Dios ha puesto en su
corazón. Nuestra experiencia con adolescentes, jóvenes y menos jóvenes
es la de una profunda búsqueda, una escucha atenta, ¡no!, ¡atentísima!,
de nuestras palabras, cuando les hablamos de Dios. Son como remolinos en
el mar que succionan lo que está alrededor, lo que les toca. No sabemos
si nosotras logramos mostrar algo pero, desde luego, ellos nos muestran
que el ser humano está hecho de sed y de agua, porque Dios ha puesto en
cada uno, cada una, la sed y el agua necesaria para saciarnos de Vida.
Comunidad de Monjas Trinitarias Suesa (Cantabria)
Es más sencillo invitar a la gente joven a poner el corazón desnudo y
palpitante sobre la mesa, abierto a nuevos espacios que a la gente
adulta; tenemos tantos resabios, nos negamos tantas veces la capacidad
de sorprendernos, de considerarnos discípulos, discípulas... A los
chicos y chicas les hablamos de seguir la voz interior y después… les
invitamos a dudar, sí, a dudar. La duda es un buen camino para conocer
nuestra interioridad, para limar la fe y llegar a la esencia. Les
hablamos del discernimiento con alguien, del discernimiento en la
oración personal, en la celebración litúrgica, y… hacemos hincapié en la
formación, que es donde queremos llegar hoy. Vivimos en un tiempo en el
que tras la experiencia profunda que desgarra o que acompaña también es
muy, MUY, necesaria la formación teológica, ¡saber de lo que hablamos! A
veces no nos tomamos muy en serio aquello que dijo el bueno de Pedro
sobre "dar razón de nuestra esperanza”. El acceso a la cultura está, más
o menos, al alcance de todos, tenemos facilidades para que nuestra
sabiduría sea grande, nos gusta saber sobre aquello que nos interesa,
que nos motiva… ¿qué pasa con nuestra fe, con nuestra religión
católica?, ¿tan privada es nuestra fe que no necesita del saber
intelectual? Mmmmm…
En la vida monástica es muy importante procurar tener una buena
biblioteca, actualizada y disponible para que cualquier hermana pueda
encontrar respuestas o… más preguntas. Una de las ventajas y gracias de
nuestra vocación es poder conjugar con cierta facilidad la cultura y la
espiritualidad, la formación y la oración.
Tenemos el derecho a formarnos en cuestiones de fe, sí, y tenemos el
deber de hacerlo, para poder argumentar ante esos chavales que nos miran
sedientos y que no les vale el "porque sí”.
Desde este planteamiento os invitamos a vivir un fin de semana
conjugando la formación intelectual, la oración personal y la
celebración comunitaria. Reflexionar, orar, celebrar… puede ser un buen
plan.
Del 3 al 5 de febrero tendremos la oportunidad de reflexionar con
Teresa Forcades, monja benedictina del monasterio de San Benet
(Barcelona) sobre Dios Trinidad y nuestra libertad. Con ella podremos
escuchar, dudar, discutir y elegir. Y, una vez más, abrimos nuestra casa
para orar y celebrar, y abrimos el corazón para seguir creando una
iglesia "salada e iluminada”.
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