Crea una Oficina de la Fe en
la Casa Blanca y nombra directora a Paula White-Cain, gran representante de la
Teología de la Prosperidad
Según esta corriente a la que se adhiere el mandatario republicano, Dios premia
a los ricos y, por tanto, castiga a los pobres
Fuente: Vida Nueva Digital
20/02/2025
Según da a conocer ‘Cath’, portal católico suizo, Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ha creado una Oficina de la Fe en la Casa Blanca. Una institución para la que ha nombrado directora a la pastora evangélica Paula White-Cain, asesora espiritual que ya había trabajado para él durante su primer mandato.
Como se informa, la Oficina de la Fe tendrá como “responsabilidad principal” la acción de “capacitar a las entidades confesionales, las organizaciones comunitarias y los lugares de culto para servir a las familias y las comunidades”.
Redadas en iglesias
Curiosa mención a la importancia
de los templos, y más en un contexto en el que la Administración republicana
ha aprobado que se puedan llevar a cabo redadas policiales en escuelas,
hospitales e iglesias para localizar a inmigrantes indocumentados y
deportarlos a la fuerza.
Además, la nueva entidad oficial “consultará a los líderes religiosos y comunitarios para elaborar recomendaciones políticas sobre la protección de mujeres y niños, el fortalecimiento de familias y matrimonios, la protección de la libertad religiosa, la lucha contra la discriminación basada en la fe y otros ámbitos pertinentes”. También “ayudará a identificar y promover oportunidades de subvención para organizaciones religiosas y comunitarias”.
Paula White-Cain, conocida telepredicadora, bendijo a Trump en su primera toma de posesión, en enero de 2017, cuando leyó un pasaje de las Escrituras sobre la escalinata del Capitolio. Luego, durante su Gobierno, fue consejera personal y portavoz del mandatario en la iniciativa Fe y Oportunidades.
Gran impacto mediático
Pero el gran impacto mediático lo causó en 2020, cuando, en plena campaña electoral para el que debía ser su segundo mandato, al enfrentarse al demócrata (y católico) Joe Biden, apareció rezando en televisión, repitiendo constantemente la misma letanía, mientras subía y bajaba mecánicamente su mano.
Impulsora de macroiglesias como Without Walls, en Tampa, o New Destiny Christian Center, en Apopka, ambas en el Estado de Florida, las comunidades de White-Cain se caracterizan por la ausencia de estructura confesional (acogen varios cultos cristianos en su seno) y por su fuerte acción social y caritativa con los más desfavorecidos y con víctimas de abusos sexuales (ella misma los padeció en su infancia, marcada por la marginalidad).
Ello le ha granjeado el apoyo de todas las administraciones locales (incluidas demócratas) y una influencia mediática que le ha hecho contar con su propio programa de televisión, ‘Paula White Today’, que lleva dos décadas y media en el aire en un horario de máxima audiencia y en el que ejerce como telepredicadora, apostando por una línea claramente integrista.
Influencia de Joel Osteen
Ahora falta por conocer el papel que puede desempeñar otro importante líder evangélico que se ha volcado con Trump es Joel Osteen, pastor de la Iglesia Lakewood, de carácter no denominacional y que es considerada como la más grande de Estados Unidos. Fundada en 1959 por su padre, John Osteen, tras su muerte, en 1999, su hijo Joel heredó el liderazgo de la comunidad, ejerciendo como pastor general.
Lakewood tiene tal incidencia entre los fieles evangélicos estadounidenses que sus cultos, transmitidos por televisión, congregan presencialmente a más de 50.000 personas; buena parte de ellos en su sede de Houston, la más influyente de todas, donde sus celebraciones tienen lugar en el antiguo estadio de los Rockets de la NBA.
Al igual que White-Cain, la línea de Osteen es la de la llamada Teología de la Prosperidad, que rechazan los evangélicos confesionales, por lo que estos telepredicadores enfatizan mucho la idea de no pertenecer a una Iglesia estructural. A nivel espiritual, esta doctrina positivista (no entra en dogmas ni apenas en la noción de pecado) defiende que el bienestar físico y económico de cada persona proviene directamente de la voluntad de Dios, que lo ha querido para ella en concreto.
Millonarias donaciones
De este modo, las donaciones para causas religiosas siempre redundarán en el propio beneficio integral de quien las hace, en una especia de contrato entre Dios y los hombres que se ratifica en la Biblia. Así, si el fiel tiene fe en Dios, este le compensará con seguridad y prosperidad. “Dios no está interesado en tu pasado” es una de las frases que Osteen repite constantemente en sus sermones, aplaudidos y acompañados por cantos por multitudes enfervorizadas.
Nociones, claro, que tienen mucho eco en la sociedad estadounidense más integrista en su lectura de la Biblia y, a la vez, que ostenta una posición ideológica netamente liberal, rechazando la influencia del Estado en sus propias vidas. Un caladero espiritual en el que Trump ha encontrado un manantial que le aupó en buena parte a la presidencia (dos veces).
La otra cara de esta realidad es que Osteen o White-Cain se benefician personalmente de esta visión religiosa, siendo multimillonarios que viven en mansiones…, como Trump. Pero, para ello, el Evangelio de la prosperidad también tiene una respuesta: la riqueza económica es un claro ejemplo de que se ha cultivado la relación con Dios, que ha recompensado con creces esa fidelidad. Del mismo modo, la pobreza sería un signo de que se ha dado la espalda al Señor.
“Se ha ganado un alma presidencial”
Como señaló hace unos años ‘Financial Times’ en un artículo titulado ‘Un predicador para la América de Trump: Joel Osteen y el Evangelio de la prosperidad’, el presidente es “el admirador más poderoso” de esta corriente religiosa, hasta el punto de que es “la primera vez” que la Teología de la Prosperidad “se ha ganado un alma presidencial”.
De hecho, el artículo de Edward Luce destacaba cómo “el único libro que se sabe que Trump leyó de cabo a rabo es ‘El poder del pensamiento positivo’, de Norman Vincent Peale, el abuelo de la Teología de la prosperidad. Ha vendido cinco millones de copias desde que se publicó en 1952. Su mensaje es que, cuanto más le des a Dios, Él te devolverá más”.
Y ahí es, precisamente, de donde viene esa relación de Trump con esta controvertida corriente espiritual: “Peale, conocido como el ‘vendedor de Dios’, y que murió en 1993, solía predicar desde la Marble Collegiate Church en Manhattan. Todos los domingos desde finales de la década de 1940 en adelante, Fred Trump llevaba a la familia, incluido el joven Donald, a escuchar sus sermones. Peale ofició el primer matrimonio de Trump (con Ivana) en Marble Collegiate en 1977. Fue donde se llevaron a cabo los funerales de los padres de Trump y donde también se casaron sus hermanos”.
Un producto televisivo y de marketing
Además de explicar en buena parte de dónde provienen decenas de millones de votos para Trump, esta relación con la Teología de la Prosperidad también ayuda a entender a un personaje que, como sus telepredicadores de cabecera, aparece ante todo como un producto televisivo y de marketing.
Pero, ahondando más, también nos topamos con alguien que verdaderamente cree que no tiene que pedir perdón (la culpa es algo inexistente en esta vivencia religiosa) por nada. ¿La razón? Su propia fortuna y el hecho de que he prosperado (no deja de ser multimillonario y el líder de la primera potencia mundial) reflejan lo que para él es certeza: es alguien bendecido por Dios.
Por otro lado, el presidente jamás ha ocultado esta relación con el poder evangélico no confesional. Más allá de las imágenes con varios de sus líderes rodeándole y bendiciéndole mientras él estaba sentado en su Despacho Oval, en agosto de 2018 convocó a un centenar de ellos a una cena. Con la mirada puesta en las importantes elecciones al Senado que tendrían lugar ese 6 de noviembre, les llamó directamente a prestarle su apoyo a través del púlpito. “Si ganan los demócratas –les dijo sin ambages– anularán todo lo que hemos hecho, y lo harán rápida y violentamente”.
Apoyo a Israel
Además, reconoció que “el apoyo que me han brindado ha sido increíble, pero no me siento culpable porque les he devuelto mucho de lo que les prometí”. Un guiño con el que reivindicó uno de los grandes gestos en la política internacional de su primer mandato, cuando no tuvo problemas en causar una tensa situación con la comunidad árabe al reconocer a Jerusalén como capital de Israel y, consecuentemente, trasladando allí la embajada estadounidense desde Tel-Aviv.
También llama la atención que con Trump decayó el Tea Party, otro movimiento religioso que aúna un fuerte nacionalismo y un liberalismo radical, anclados ambos como supuestos valores esenciales de los padres fundadores en torno a una visión integrista del cristianismo. Pese a su teórica cercanía a la línea trumpista, el mandatario basó su ascenso y consolidación en el poder en la rama evangélica no confesional, en un proceso similar al que se vivió en Brasil con Bolsonaro y su estrecha vinculación a telepredicadores de macroiglesias evangélicas.
Si bien el Tea Party tuvo su momento de máxima expansión hace una década y media, en la oposición frontal a Obama y a las reformas sociales emprendidas por la Administración Demócrata, su influencia con Trump ha decaído hasta el punto de que uno de sus líderes, el excongresista republicano Joe Walsh, llegó a postularse como alternativa en una posible candidatura presidencial. Trump, zanjó, es “un incompetente, un narcisista y un intolerante”.
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