El cardenal arzobispo de
Madrid, José Cobo, participará en los próximos días en su primer cónclave, en
un momento crucial para el futuro de la Iglesia. El purpurado, de 59 años,
defiende la continuidad del proceso de renovación iniciado por el papa Francisco,
subrayando que las reformas impulsadas durante su pontificado “son
irreversibles” y que “el próximo Papa tendrá que acogerlas”
Fuente: Noticias
Obreras
Por Abraham Canales
27/04/2025
El también
vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, José Cobo encarna la
generación de pastores cercanos, con “olor a oveja”, que ha interiorizado la
renovación impulsada por Francisco. Consciente del momento histórico que vive
la Iglesia, defiende con firmeza, en una entrevista concedida al diario El
País, los procesos abiertos por el Papa argentino que han
situado la pluralidad, la sinodalidad y la opción preferencial por las
periferias como un camino sin retorno.
Un cónclave abierto e
impredecible
“Este será un
cónclave muy plural y universal, con cardenales de todo el mundo”, explica
Cobo, destacando el reto que supone recomponer las distintas sensibilidades
para alcanzar un consenso. Reconoce que no existen favoritos claros y advierte
que, como ocurrió con el propio Francisco, podría haber “sorpresas”: “Si
Francisco ha sido el Papa de las sorpresas, también lo será este cónclave”.
A diferencia de
anteriores elecciones donde los grupos estaban más establecidos, Cobo describe
una fase de “conocimiento mutuo” en la que se elaboran perfiles y se escuchan
desafíos sin un rumbo predeterminado. “No queremos que gane una ideología, sino
la Iglesia. Todos deseamos su bien”, afirma, apelando a un criterio de sensatez
y sentido común por encima de intereses particulares.
La herencia de
Francisco, un camino sin retorno
El arzobispo de
Madrid es tajante en su valoración de las reformas impulsadas por Francisco:
“Totalmente irreversibles”. Para Cobo, no se trata de iniciativas personales
del pontífice argentino, sino de un proceso enraizado en el Concilio Vaticano
II: “No son modas, son estructuras. Una Iglesia que dialoga sobre cualquier
tema sin miedo a nada, que pone a los últimos en primer plano”.
Según el cardenal, el
próximo Papa deberá integrar esta herencia de transformación, una “Iglesia que
ha tenido que afrontar muchos cambios en poco tiempo” frente a fenómenos como
la secularización en Europa, los conflictos y la violencia global y el reto de
transmitir el Evangelio a los jóvenes.
En este sentido,
subraya que las críticas provenientes de sectores conservadores, como las
manifestadas por el cardenal Gerhard Müller, no son un fenómeno nuevo:
“Francisco ya tuvo cardenales y sectores de la Iglesia que le decían que debía
volverse atrás. Pero actuó, tomó decisiones”. Para Cobo, la misión del Papa no
es imponer uniformidad, sino “dar armonía” a la diversidad eclesial.
Una Iglesia abierta
para un mundo cambiante
Interpelado sobre el
futuro, Cobo no duda en afirmar: “Hay que seguir abriendo la Iglesia, siempre.
La Iglesia se creó para esto”. Entiende que estamos en un “cambio de época” y
que no es viable actuar “como hace 80 años”. La apertura y el diálogo no son
una opción táctica, sino una necesidad estructural para la misión
evangelizadora en el mundo actual.
Respecto a las
divisiones internas, el purpurado considera que el nuevo Papa deberá trabajar
para sanar heridas, pero sin dramatismos excesivos: “Heridas siempre hay.
Cualquier familia las tiene”. Aunque reconoce la existencia de voces disidentes
durante el pontificado de Francisco, descarta que existiera un riesgo real de
cisma: “Siempre pensé que esas expresiones tenían un techo”.
El cónclave y las
expectativas
Sobre las
especulaciones de un eventual Papa español, Cobo responde con cautela y humor:
“Ojalá, la tierra tira. Pero una vez que es Papa, deja de ser de ese lugar”.
Defiende que el proceso de elección debe basarse en la búsqueda del perfil más
adecuado antes que en preferencias nacionales o personales.
También relativiza
las polémicas surgidas en torno a la participación en el cónclave del cardenal
Angelo Becciu, asegurando que “el bien o la unidad se mantiene por encima de
privilegios o derechos” y que el asunto se resolverá de forma discreta.
Mientras tanto, su
día a día transcurre entre reuniones y conversaciones que definirán el futuro
de la Iglesia. “Se viene con un horizonte muy abierto. Ir a un sitio y no saber
cómo vas a salir”, confiesa. Y, ante la posibilidad de ser elegido, responde entre
risas: “Todos pensamos siempre que saldrá otro”.