viernes, 27 de junio de 2025

Un obispo; no los obispos

Fuente:   Noticias Obreras

Por   Jesús Martínez Gordo

27/06/2025


FOTO | Sandra Várez, Fundación Pablo VI

El pasado viernes, un excelente amigo –antiguo militante del PSOE y ahora crítico con el actual rumbo del socialismo español, pero, de “alma socialista”– me envió el enlace a la pagina web de una radio en la que se podía leer “los obispos entran de lleno en política y piden elecciones anticipadas”. En dicha página web se informaba que César García Magán, secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española acababa de respaldar las declaraciones realizadas por monseñor Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal, pidiendo un adelanto electoral: “yo creo que decir que hablen los ciudadanos es un principio básico de una democracia”. Dicho respaldo lo realizaba en el transcurso de una comparecencia en la que tenía que dar cuenta de los acuerdos adoptados por la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal. Y, por si eso pareciera poco, apelaba a la necesidad de que el Rey salvaguardara –en conformidad con la Constitución– el “bien común de la sociedad para salvar el sistema”, más allá de los “intereses tacticistas” o “electoralistas”.

Este amigo, acompañaba el enlace que acabo de resumir, con un breve comentario en el que, tras proferir una castiza “jaculatoria”, me decía: “parece que a los obispos les preocupa más la situación del Gobierno de España (que está hecho unos zorros), que la situación del gobierno de la Iglesia”. Mi respuesta fue breve: “los obispos, no; mons. Argüello”. Se lo decía porque estaba al tanto de la presencia de mons. Argüello con Santiago Abascal el día anterior, en la Fundación Pablo VI, de Madrid, criticando una “comprensión débil de los valores” dentro de la Iglesia y reclamando que la patria debía “construirse con todos”. Y sabiendo, igualmente, que este era un comentario formulado tras haber solicitado el 16 de junio, en una entrevista concedida al periódico ABC, la convocatoria de elecciones anticipadas.

Le hice tal comentario a mi amigo conociendo un poco la trayectoria de mons. Argüello en su relación con los medios de comunicación desde que es presidente de la Conferencia Episcopal Española: creo que, en las declaraciones que realiza, no diferencia como sería deseable, lo que es una opinión como arzobispo de Valladolid, de lo que es –o puede ser– un posicionamiento oficial de todo el episcopado español. Y si ya resulta difícil al común de los mortales diferenciar la opinión personal del arzobispo de Valladolid de la del presidente de la Conferencia Episcopal Española, mucho más difícil es entender las palabras del portavoz de la Conferencia Episcopal como lo que realmente son: un comentario personal de “ciego apoyo” a su presidente. Por tanto, nada que ver con una información fiable de lo tratado en la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, por más que la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país así lo entendiéramos.

Afortunadamente, ha sido el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, quien se ha encargado de poner las cosas en su sitio: en declaraciones realizadas al Diari de Tarragona ha dicho que “Argüello no podía hacer estas declaraciones, al menos en nombre de los obispos, sin haber tratado este tema previamente en la Comisión Permanente del episcopado”. Solo las puede hacer “como arzobispo de Valladolid, pero en modo alguno sus declaraciones representan el conjunto de los obispos de la Conferencia Episcopal”. Y, en lo que se refiere a la intervención de García Magán, ha recordado que no asistió a la reunión de la Comisión Permanente ya que se encontraba en el extranjero participando en un encuentro internacional de conferencias episcopales europeas. Finalmente, ha enfatizado el papel que debería tener la Iglesia en este tipo de debates: “Evidentemente, hay que luchar contra la corrupción e investigar lo que convenga, en la Iglesia, en la política, en las empresas… Pero la Iglesia no debe entrar en política partidista, en la línea de la Constitución Pastoral Gaudium et spes”, es decir, en conformidad con el Concilio Vaticano II.

¿Qué me queda de todo este embrollo, más allá de otras reacciones? Primero, que en noviembre de 2002 ya tuvimos un entuerto parecido de “competencias eclesiales” cuando mons. J. M. Uriarte negó legitimidad “doctrinal” a la Instrucción Pastoral sobre nacionalismo y terrorismo aprobada por la Iglesia española: “las orientaciones formuladas en esta carta” –declaró acertadamente el entonces obispo de San Sebastián– no son el “magisterio auténtico” que deben seguir los fieles católicos de Guipúzcoa. Nada nuevo bajo el sol. Segundo, que hubiera sido deseable alguna aclaración al respecto por parte de mons. Joseba Segura, obispo de Bilbao y también miembro de la Comisión Permanente. Tercero, probablemente, la más difícil, que no confundamos a un obispo con los obispos. Y menos, con el Evangelio.

 

 

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