Berlín – Mientras la democracia estadounidense se erosiona bajo el presidente Donald Trump, la Iglesia Católica permanece en gran medida en silencio. Si continúa en silencio, traicionará el Evangelio y pondrá en riesgo su propio fundamento moral, comenta Steffen Zimmermann.
Fuente: katholisch.de
Por Steffen Zimmermann
08/10/2025
Lo que se está pasando actualmente en Estados Unidos es más que una disputa política: es un ataque a los cimientos de la democracia. Bajo el presidente Donald Trump, el país experimenta una alarmante erosión del Estado de derecho. El desprecio por las instituciones democráticas, las mentiras descaradas, la división deliberada de la sociedad y las políticas inhumanas contra los migrantes y las minorías: todo esto recuerda cada vez más a sistemas autoritarios, no a la democracia más antigua del mundo occidental.
El comportamiento de la Iglesia Católica es aún más deprimente. Hasta el momento, ha habido poca oposición pública a este desarrollo por parte de los obispos estadounidenses, e incluso el Vaticano ha guardado silencio. Si bien el Papa León XIV criticó recientemente el "trato inhumano a los inmigrantes en Estados Unidos" en términos generales, hasta ahora se ha abstenido de criticar directamente al gobierno de su país. Quienes presencian las condiciones en la frontera con México, la privación de derechos de los solicitantes de asilo o el brutal clima político se preguntan cada vez más: ¿Dónde está la voz de la Iglesia?
Ahora es especialmente necesaria. El Evangelio no conoce la neutralidad cuando las personas son privadas de sus derechos, marginadas o deshumanizadas. Jesús siempre estuvo del lado de los débiles, no de los poderosos. Si la Iglesia sigue guardando silencio sobre estos temas, perderá su credibilidad.
No basta con repetir los llamados generales a la caridad. La Iglesia debe llamar la atención a Trump, a sus políticas, a su odio y a su desprecio por la democracia y por la humanidad por su nombre, de forma clara, inequívoca y en voz alta. Debe demostrar que la fe cristiana, que muchos de los seguidores de este hombre de 79 años invocan con tanta facilidad e intolerancia, está inextricablemente ligada a la dignidad de todo ser humano y es incompatible con los objetivos del movimiento MAGA. El silencio puede ser cómodo, pero no es cristiano. Si la Iglesia alza la voz contra Trump y su administración, se arriesga a la oposición; pero si permanece en silencio, pone en riesgo su propia base moral.
Por Steffen Zimmermann
El autor
Steffen Zimmermann es redactor en la oficina corresponsal de katholisch.de en Berlín.
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