El nuevo libro de Byung-Chul Han, 'Sobre Dios', advierte de la crisis de atención que nos ha llevado a la ausencia del mismo
Fuente: El Mundo
Por Rebeca Yanke Madrid
09/10/2025
EL LUNES, Rodrigo Terrasa -le conocerán por...- me preguntó desde el otro lado de las pantallas en este periódico que nos alberga si me interesaba un libro sobre Dios. Por supuesto, le dije. No hay nada que me parezca más sugerente en sí mismo e incluso ahora mismo que una persona que ose escribir un libro que, supe después, se llama además así: Sobre Dios.
Lo publica Paidós y, supe también más tarde, cuando Terrasa me lo regaló, que lo escribe el último Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades: Byung-Chul Han. Alguien al que pude entrevistar en un par de ocasiones y con el que hay que jugar a una serie de rituales para poder hablar. O para conseguir que este señor hable. Dato curioso: sólo responde en alemán. Y es coreano, aunque vive en Berlín. En fin, un tipo particular. Hasta aquí todo bien, o más o menos natural: se sabe que Han tiene una especial querencia por la cuestión espiritual. Casi digo religiosa pero lo que en realidad me encanta es que me hablen de Dios sin que aparezcan dogmatismos religiosos. Es difícil, lo sé.
Me llené de gozo cuando, por la noche, abrí el libro y descubrí que Han habla de Dios pero también de Simone Weil -o de Dios a través de Simone Weil, que es una de mis pensadoras favoritas de toda la vida. Por suerte sigue habiendo cosas que no cambian. Y de eso habla Han, en realidad. De cómo hemos cambiado y de lo que hemos ido perdiendo mientras cambiábamos.
Este filósofo, profesor en Berlín, nos dice que la ausencia de Dios en estos tiempos también es obra nuestra , atribuye esto a una «crisis de la atención» y propone una serie de elementos que sirvan para acabar con ella. Frente al deseo de autenticidad -de ser visto, valorado, de ser alguien- sugiere la descreación. «El delirio neoliberal de la creatividad resulta miserable si lo comparamos con la grandiosidad de la creación divina, con la belleza del universo, que constituye un sacramento», dice Han.
A través de la idea de belleza que tenía Weil -atención, contemplación- este intelectual nos conduce hasta una reflexión quizá útil en estos tiempos: para apreciar lo bello hay que tomar distancia. La ausencia de esta, dice, nos lleva a una total disponibilidad y, por tanto, «nos encontramos distanciados tanto de lo bello como de Dios». Y cita a Weil: «La distancia es el alma de lo bello». No puedo evitar recordar a Jacques Derrida en Los espolones de Nietzsche, cuando proclamaba el «Actio in distans». Para luego afirmar: «Hay que tomar distancia de la distancia». Retrocedamos un poco, hasta ese lugar de vacío en el que sin embargo podemos influir en el otro.
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