lunes, 27 de octubre de 2025

León XIV pide a los equipos sinodales pasar de la Iglesia “de las jerarquías” impositivas a la de “única familia de hermanos”

El Papa presidió en la basílica de San Pedro la misa del Jubileo de los Equipos Sinodales y órganos de participación

“Ser Iglesia sinodal significa reconocer que la verdad no se posee, sino que se busca juntos, dejándonos guiar por un corazón inquieto y enamorado del Amor”, reivindicó

Fuente:   Vida Nueva Digital

Por    Mateo González Alonso

26/10/2025

 

El papa León XIV tiene en su agenda oficial dos misas este domingo 26 de octubre en el Vaticano. Por la mañana, en el interior de la basílica de San Pedro ha celebrado la eucaristía con motivo del Jubileo de los Equipos Sinodales y órganos de participación de las diócesis de todo el mundo. Un jubileo inédito frente a los que se han celebrado en los siglos anteriores.

 

Crear comunidad

En su homilía, a partir de las lecturas del 30º domingo del Tiempo Ordinario, el pontídice invitó a los participantes a “contemplar y a redescubrir el misterio de la Iglesia, que no es una simple institución religiosa ni se identifica con las jerarquías o con sus estructuras” sino “el signo visible de la unión entre Dios y los hombres, de su proyecto de reunirnos a todos en una única familia de hermanos y hermanas y de hacer de nosotros su pueblo, un pueblo de hijos amados, todos unidos en el único abrazo de su amor”. Y es que estos equipos, siguió, “expresan lo que ocurre en la Iglesia, donde las relaciones no responden a las lógicas del poder sino a las del amor” desde “la vida espiritual, que nos hace descubrir que todos somos hijos de Dios, hermanos entre nosotros, llamados a servirnos los unos a los otros”

“La regla suprema en la Iglesia es el amor. Nadie está llamado a mandar, todos lo son a servir; nadie debe imponer las propias ideas, todos deben escucharse recíprocamente; sin excluir a nadie, todos estamos llamados a participar; ninguno posee la verdad toda entera, todos la debemos buscar con humildad, y juntos”, reclamó. Por ello, a partir de la parábola del fariseo y el publicano, alertó del peligro de que “el yo prevalece sobre el nosotros, generando personalismos que impiden relaciones auténticas y fraternas” con “la pretensión de ser mejor que los demás” o de crear “división y transformar la comunidad en un lugar crítico y excluyente; cuando se aprovecha del propio cargo para ejercitar el poder y ocupar espacios”. Ante esto, destaca la humildad de “reconocer que todos necesitados de Dios y necesitados los unos de los otros, ejercitándonos en el amor mutuo, en la escucha recíproca, en la alegría de caminar juntos”.

 

La fuerza de la comunión

Para el pontífice, “los equipos sinodales y los organismos de participación son imagen de esa Iglesia que vive en la comunión” por eso pidió “que, en la escucha del Espíritu, en el diálogo, en la fraternidad y en la parresia, nos ayuden a comprender que, en la Iglesia, antes de cualquier diferencia de sexos o de roles, estamos llamados a caminar juntos en busca de Dios, despojándonos del clericalismo y la vanagloria, para revestirnos de los sentimientos de Cristo; ayúdennos a ensanchar el espacio eclesial para que este sea colegial y acogedor”.

Y es que, invitó, a superar “con confianza y con espíritu renovado las tensiones que atraviesan la vida de la Iglesia —entre unidad y diversidad, tradición y novedad, autoridad y participación—, dejando que el Espíritu las transforme, para que no se conviertan en contraposiciones ideológicas y polarizaciones dañinas”. Para León XIV “no se trata de resolverlas reduciendo unas a otras, sino dejar que sean fecundadas por el Espíritu, para que se armonicen y orienten hacia un discernimiento común” como pidió el último sínodo. “Ser Iglesia sinodal significa reconocer que la verdad no se posee, sino que se busca juntos, dejándonos guiar por un corazón inquieto y enamorado del Amor”, añadió.

Debemos soñar y construir una Iglesia humilde”, clamó. Una Iglesia, expresó, que “se abaja para lavar los pies de la humanidad”, que “se convierte en un lugar acogedor para todos y para cada uno; una Iglesia que no se cierra en sí misma, sino que permanece a la escucha de Dios para poder, al mismo tiempo, escuchar a todos”. Por ello propuso: “Comprometámonos a construir una Iglesia totalmente sinodal, totalmente ministerial, totalmente atraída por Cristo y por lo tanto dedicada al servicio del mundo”. Algo que pidió a la Virgen María con una oración del siervo de Dios el obispo italiano Tonino Bello.

 

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