Fuente: Redes Cristianas
Por Juan
12/10/2025
Enviado a la página web de Redes Cristianas
El pasado día 4 de octubre de 2025, el Papa León XIV ha firmado su primera exhortación apostólica. No se trata de una Encíclica (que suelen ser documentos doctrinales extensos, como la Laudato Si´ de 2015 del Papa Francisco) sino de una exhortación (un documento en el que invita a los católicos a reelaborar su sistema de creencias en la línea del Evangelio)
En esta ocasión, el Papa nos exhorta a abrir solidariamente nuestra mente para extender el concepto de “pobre” más allá de la caricatura que muchas veces de ofrece, y que reduce la palabra solo a los mendigos de las puertas de las iglesias y de los supermercados. El concepto de “pobre” tiene una implicaciones espirituales, sociales y políticas que a muchas personas de poca formación se les escapa.
Es conveniente abrir la sensibilidad a la convicción de que un determinado sistema económico global genera millones de víctimas (entre las cuales están los migrantes y los refugiados, pero hay más). Son los auténticos “pobres”.
En la revista Religión Digital, se ha publicado un extenso artículo [«Los pobres ‘son de los nuestros'»: León XIV asume el legado de Francisco y su apuesta por una Iglesia «pobre y para los pobres»] en el que se hace una valoración muy positiva.
Para Jesús Bastante, “No es la primera vez que un papa hace suyo un documento de su antecesor. El propio Francisco firmó su primera encíclica, Lumen Fidei, escrita ‘a cuatro manos’ con Benedicto XVI. En esta, Prevost reivindica la “opción preferencial por los pobres” asumida por Bergoglio, en la línea del clamor de la Iglesia latinoamericana. Y lo hace desde el Evangelio y el convencimiento de que “Dios se compadece ante la pobreza y la debilidad de toda la humanidad”.
Y más adelante: “Los poderosos que explotan «el sufrimiento de los inocentes». En los cinco capítulos de la exhortación apostólica, León XIV denuncia las desigualdades entre ricos y pobres, cómo los más poderosos continúan beneficiándose de la explotación de los pueblos más desfavorecidos, y cómo esa pobreza también tiene su reflejo en “el sufrimiento de los inocentes”, con “una economía que mata”, que se ceba especialmente en la violencia contra la mujer, que hace del hambre un arma de guerra y que fomenta la falta de equidad, también, en la educación”.
Por eso, “Al mismo tiempo, León XIV se posiciona en favor de los migrantes, y pide a los fieles que se conviertan en “una voz que denuncie” las desigualdades desde la fuerza del Evangelio, porque “las estructuras de injusticia deben ser destruidas con la fuerza del bien”.
Y prosigue al artículo de Religión Digital: “En este sentido, el Papa lamenta cómo la lucha contra la pobreza “sigue siendo insuficiente”, en buena medida por el cambio cultural de “un mundo donde los pobres son cada vez más numerosos” y, “paradójicamente, también vemos crecer algunas élites de ricos, que viven en una burbuja muy confortable y lujosa, casi en otro mundo respecto a la gente común”.
En memoria de la muerte de Aylan
Y continúa: “Una muestra más de “una cultura que descarta a los demás sin advertirlo siquiera y tolera con indiferencia que millones de personas mueran de hambre o sobrevivan en condiciones indignas del ser humano”, señala el Papa, que recuerda la poderosa imagen del pequeño Ailán para denunciar cómo “hechos similares se están volviendo cada vez más irrelevantes, reduciéndose a noticias marginales”.
Concluye: “También, entre los cristianos, hay quienes se dejan “contagiar por actitudes marcadas por ideologías mundanas o por posicionamientos políticos y económicos que llevan a injustas generalizaciones y a conclusiones engañosas”, señala León XIV, en un dardo a las posiciones más cercanas al movimiento MAGA o la ultraderecha española, y defendiendo “la promoción integral” en lugar de defender “que sería mejor dejarlos en la miseria, para que aprendan a trabajar”.
Dos textos impactantes de la exhortación del
Papa León XIV
Ofrecemos estos tres textos de la exhortación que merecen más que una mera
lectura reposada. Es necesario integrarlos en nuestro proyecto de ciudadano
solidarios y responsables:
9. La condición de los pobres representa un grito que, en la historia de la humanidad, interpela constantemente nuestra vida, nuestras sociedades, los sistemas políticos y económicos, y especialmente a la Iglesia. En el rostro herido de los pobres encontramos impreso el sufrimiento de los inocentes y, por tanto, el mismo sufrimiento de Cristo.
Al mismo tiempo, deberíamos hablar quizás más correctamente de los numerosos rostros de los pobres y de la pobreza, porque se trata de un fenómeno variado; en efecto, existen muchas formas de pobreza: aquella de los que no tienen medios de sustento material, la pobreza del que está marginado socialmente y no tiene instrumentos para dar voz a su dignidad y a sus capacidades, la pobreza moral y espiritual, la pobreza cultural, la del que se encuentra en una condición de debilidad o fragilidad personal o social, la pobreza del que no tiene derechos, ni espacio, ni libertad.
10. En este sentido, se puede decir que el compromiso en favor de los pobres y con el fin de remover las causas sociales y estructurales de la pobreza, aun siendo importante en los últimos decenios, sigue siendo insuficiente. Esto también porque vivimos en una sociedad que a menudo privilegia algunos criterios de orientación de la existencia y de la política marcados por numerosas desigualdades y, por tanto, a las viejas pobrezas de las que hemos tomado conciencia y que se intenta contrastar, se agregan otras nuevas, en ocasiones más sutiles y peligrosas. Desde este punto de vista, es encomiable el hecho de que las Naciones Unidas hayan puesto la erradicación de la pobreza como uno de los objetivos del Milenio.
11. Al compromiso concreto por los pobres también es necesario asociar un cambio de mentalidad que pueda incidir en la transformación cultural. En efecto, la ilusión de una felicidad que deriva de una vida acomodada mueve a muchas personas a tener una visión de la existencia basada en la acumulación de la riqueza y del éxito social a toda costa, que se ha de conseguir también en detrimento de los demás y beneficiándose de ideales sociales y sistemas políticos y económicos injustos, que favorecen a los más fuertes.
De ese modo, en un mundo donde los pobres son cada vez más numerosos, paradójicamente, también vemos crecer algunas élites de ricos, que viven en una burbuja muy confortable y lujosa, casi en otro mundo respecto a la gente común.
Eso significa que todavía persiste —a veces bien enmascarada— una cultura que descarta a los demás sin advertirlo siquiera y tolera con indiferencia que millones de personas mueran de hambre o sobrevivan en condiciones indignas del ser humano. Hace algunos años, la foto de un niño tendido sin vida en una playa del Mediterráneo provocó un gran impacto y, lamentablemente, aparte de alguna emoción momentánea, hechos similares se están volviendo cada vez más irrelevantes, reduciéndose a noticias marginales.
Deseamos que esta exhortación no quede en los archivos del olvido sino que ilumine a toda la sociedad civil para orientar los estilos de vida, las opciones culturales y políticas individuales y colectivas hacia la construcción de una humanidad solidaria y sensible, responsable del futuro de nuestra especie en el contexto del cuidado de la casa común.
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