El obispo defiende que la Diócesis está haciendo un trabajo «serio y callado» para reparar a las víctimas de abusos sexuales y evitar nuevos casos dentro y fuera de la Iglesia
Fuente: El Diario Vasco
San Sebastián
24/12/2024
El obispo de San Sebastián, Fernando Prado, posa ante la catedral de El Buen Pastor. Gorka Estrada
El descenso en el número de fieles, sacerdotes, religiosos y voluntarios ha llevado al obispo de San Sebastián, Fernando Prado, a promover una reflexión sobre la adecuación de las estructuras y organización de la Diócesis a la realidad actual. Aunque asegura que la Iglesia en Gipuzkoa goza de «vitalidad» y «no hay servicios en peligro de desaparición», sí advierte de que «falta relevo generacional» tanto en religiosos como en voluntarios, lo que parece abocar a un redimensionamiento de las parroquias, con posibles fusiones y/o la desaparición de algunas. Así lo defiende en su última Carta Pastoral 'En Él, nuestra esperanza', publicada con motivo de sus dos años al frente de la Diócesis, del Año Jubilar 2025 y de la celebración también el año entrante del 75º aniversario de la Diócesis guipuzcoana.
– Feliz Navidad.
– Feliz Navidad.
– ¿Qué siente un clérigo en Navidad o Semana Santa cuando ve que una parte relevante de la población ha olvidado el sentido de la celebración y solo piensa en que tiene vacaciones?
– Tampoco sería tan pesimista. En esta Diócesis, de los 730.000 habitantes que tiene Gipuzkoa, un 57%, más de la mitad, se declara católico. Es cierto que la secularización de la sociedad ha provocado que lo que llamamos la iglesia de cristiandad se haya acabado. Es decir, la gente no es creyente porque lo sea el ambiente, sino que es una opción más individual. Es el escenario que nos toca vivir. Vamos hacia una Iglesia más minoritaria y más testimonial, en la que el creyente vive su fe de una manera más personal, frente a la fuerza de arrastre que empuja hacia la secularización. Ese ir contracorriente tiene su valor, pues entiendo que los cristianos van a vivir esta condición con más intensidad.
– ¿En qué medida le molesta el anticlericalismo que llega incluso a modificar tradiciones o las letras de villancicos para borrar cualquier atisbo de religiosidad?
– En este ambiente de secularización hay grupos que practican un laicismo militante y que aspiran a borrar de la cultura y del ambiente todo lo que se refiera a la Iglesia. Pero creo que esas actitudes son muy minoritarias y no creo que en ningún caso puedan conseguir su objetivo. La Navidad es una fiesta de un arraigo en el pueblo tan grande que pienso que quitarle el sentido es una quimera.
– En la práctica, esa secularización se traduce en escasez o ausencia de vocaciones y en un descenso de fieles y voluntarios, lo que obliga a repensar las estructuras de la Iglesia. Usted mismo advierte de esto en su reciente Carta Pastoral, en la que anticipa un redimensionamiento de la Diócesis de San Sebastián, con la posible fusión o desaparición de parroquias...
– Hay una realidad y es que no podemos mantener nuestras estructuras como antes. No podemos seguir viviendo como hace 60 años. Lo que digo en la Carta Pastoral es que, como tantas otras instituciones de nuestra sociedad, nuestras comunidades se ven debilitadas por el menor número de activos y la edad avanzada de sus miembros. Ello obliga a una reflexión, que estamos haciendo y de la que ya tenemos una primera fotografía, y a una toma de decisiones para adaptarnos a la realidad.
– ¿Se van a vender iglesias?
– Las decisiones que se tomen no vendrán de una decisión del obispo. Serán fruto de un análisis abierto en el que participarán las propias comunidades. Dicho esto, le recuerdo que el término parroquia es un concepto jurídico del derecho canónico que significa que en ese lugar hay un párroco y hay unos libros de bautismos, unos registros, etc. No necesariamente corresponde una parroquia con un templo. Puede darse una única parroquia con diferentes templos que atiende el mismo párroco o un equipo, que es lo que estamos pensando en algunos lugares. Que sean equipos combinados de sacerdotes, religiosos y laicos los que tendrán que gestionar esas parroquias, entendidas como comunidades cristianas. Pero será después de ese proceso abierto cuando se irá viendo en cada caso si conviene fusionar parroquias, suprimir alguna o mantener los templos de culto.
– No me ha respondido...
– Piense que muchas parroquias no están en templos, entendiendo como tal las iglesias al estilo tradicional, sino que son bajeras de edificios. Por ejemplo en Errenteria algunas de las parroquias de los barrios están así. Si un día una parroquia deja de serlo para integrarse o fusionarse con otra, la cuestión del edificio no es tan importante, pues no tiene un valor histórico, artístico o lo que sea.
– Se trata de economizar...
– Es más una necesidad de adaptarnos a la caída en el número de fieles y a nuestras posibilidades de atención con los medios humanos que disponemos que por criterios económicos.
– ¿Cuántos sacerdotes forman parte de la Diócesis?
– En la actualidad la Diócesis está compuesta por 226 sacerdotes, 636 religiosos y religiosas, y más de 150 monjes y monjas de clausura. En total, más de mil religiosos y religiosas para 13 monasterios y 205 parroquias. La cuestión es que de los 226 sacerdotes, más de un tercio, unos 80, tienen más de 75 años y la mitad de ellos están retirados en la residencia sacerdotal. De la otra mitad hay una decena que están activos. Como Don Pablo, párroco de Santiago Apóstol en Donostia con más de 90 años y toda una institución en la ciudad. Los otros ya están jubilados pero ayudan en la medida que pueden. Y si ampliamos la franja de edad, entre 65 y 75 años también hay un grupo muy grande.
– ¿Cuántos están en 'buena edad', si me permite la expresión?
– Unos 80. Para 205 parroquias. Se tienen que multiplicar.
– ¿Habrá que traer sacerdotes de fuera, como ocurre en el mercado laboral ordinario?
– La vitalidad de una comunidad cristiana no se suple trayendo personas de fuera. Eso no quiere decir que puntualmente no nos podamos ayudar de ellas. De hecho, en nuestra Diócesis ya hay varios sacerdotes extranjeros que han venido a estudiar aquí y colaboran pastoralmente fortaleciendo los equipos. Son en torno a una decena. Incluso en septiembre nombramos párroco de Pasajes San Pedro al Padre Thomas, que es de la India. Lleva ya varios años entre nosotros, completó sus estudios y colabora con nuestra Diócesis por un convenio que hemos hecho con la suya en su país de origen.
– ¿Tampoco hay relevo en el personal laico?
– Sucede un poco lo mismo. Tenemos una comunidad fuerte, con mucha vida, pero falta relevo para el futuro. La Diócesis se ha ido clericalizando en los últimos años, tanto con voluntarios para las tareas ordinarias como en sus órganos de gobierno, y creo que tenemos que seguir en este camino.
– ¿Renovarse o morir?
– Lo digo por la necesidad que tenemos y porque creo en ello. Lo mismo que defiendo la necesidad de adaptar nuestras estructuras. No podemos seguir igual que siempre y haciendo lo de siempre, porque estaríamos abocados a un colapso.
– ¿Hay algún servicio en peligro de desaparición? Cáritas, pastoral sanitaria, catequesis, grupos juveniles...
– De desaparición, no. Contamos con más de mil voluntarios que en el área socio caritativa atienden a más de 19.000 personas o familias. Pero la edad media de estas personas y la falta de relevo hacen que cada vez nos cueste más cubrir todo.
– Un elemento que ha acelerado el desapego hacia la Iglesia han sido los casos de pederastia...
– Obviamente han minado nuestra credibilidad. Pero sin restar gravedad a los casos que han sucedido, estos son muy minoritarios respecto del total de abusos ocurridos en otros ámbitos de la sociedad. En Gipuzkoa, aunque probablemente haya habido más situaciones que no se han revelado, ha habido 6 denuncias en 50 años. Y los casos más graves fueron por tocamientos. Eso no convierte a todos los sacerdotes en pederastas. Y pienso que centrar el foco en la Iglesia desenfoca la magnitud del problema y la búsqueda de soluciones. Dicho esto, ya hemos admitido que no siempre se ha obrado correctamente. Y se ha pedido perdón. Ahora es el momento de la reparación y de tratar de evitar más casos.
– Para ello en Gipuzkoa usted promueve el programa 'Arduratuz' con planes de formación...
– Así es. Estamos haciendo un trabajo fuerte, serio y callado para tratar de evitar que se repitan estos casos. Son formaciones de tres horas que ayudarán a detectar indicios de que alguien puede ser víctima de abusos, bien sea dentro de la Iglesia o en otro entorno, y a saber qué protocolos seguir ante esos casos. La idea es que pasen todas las personas que tienen una actividad pastoral. Sacerdotes, catequistas, profesores, personal de tiempo libre... Que la triste experiencia de la Iglesia pueda ayudar a combatir esta lacra en todos los sentidos. Porque entiendo que pedir perdón es muy importante, pero no suficiente. Tenemos que seguir haciendo cosas en positivo para evitar que esto suceda en un futuro, sabiendo que el ser humano es capaz de volver a cometer un delito así.
– Uno de los casos más graves en Gipuzkoa, por el cargo que llegó a alcanzar –vicario general– fue el de Juan Kruz Mendizabal, 'Kakux', que admitió su culpabilidad en dos casos de tocamientos deshonestos a dos menores en 2001 y 2005. Tras ser apartado a un monasterio tras un procedimiento eclesial (la Justicia ordinaria archivó los casos al haber prescrito)usted le ha recuperado para la Diócesis...
– Así es. Es un caso cerrado del que ya se han dado todas las explicaciones. Ha cumplido con lo que la Iglesia le pidió y ahora ejerce su actividad adscrito a una parroquia en Beasain con absoluta normalidad.
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